Por Mónica Delgado
La Primera Guerra Mundial luce en un doble infierno en Beyond Zero 1914-1918. Está la naturaleza de las imágenes que remiten a la guerra misma, un mundo de hombres y bombas, de ataques y destrucción, un registro ordenado de acuerdo a motivos diversos sobre esos aspectos maquinales y cotidianos en medio del caos; y por otro, este infierno es remarcado por el deterioro del material en nitrato, en una suerte de dialéctica que lucha entre el tiempo y su preservación. ¿La guerra en sí necesita resguardarse como parte de esa memoria de la humanidad? ¿Es posible abstraer la guerra de ese horror?
Como en otros trabajos de Bill Morrison, en Beyond Zero 1914-1918 hay una necesidad por darle un nuevo sentido a las imágenes no solo desde el remontaje en sí, sino al hacerlo desde la sincronización en un cuidado rito coreográfico, desde la música de Aleksandra Vrebalov compuesta especialmente para la ocasión. Pareciera que la música interpretada por los Kronos Quartet conformaran una voz moral de aquello que vemos, que exclama ante explosiones, que sublima esos paisajes de destrucción con lamentos o que simplemente crea un mundo sonoro quizás en paralelo a aquello que vemos, buscando una posibilidad en la abstracción misma.
Morrison mantiene la misma afrenta estética que en Decasia, en su búsqueda expresiva dentro del found footage, pero aquí la intención atraviesa todo un marco histórico quizás no a la manera contundente y crítica de unos Yervant Gianikian y Angela Ricci Lucchi sobre esta misma guerra, sino que va en la vía de establecer precisas correspondencias con el soporte mismo que lo resguarda y representa, y que pareciera huir de aquello que muestra, donde los bombarderos y paracaidistas pueden aún soñar con otro tipo de cielo.
Película Bill Morrison
Música de Aleksandra Vrebalov
Interpretada por Kronos Quartet
Producido por Janet Cowperthwaite
2014, 40 min