VIENNALE 2020: FAUNA DE NICOLÁS PEREDA

VIENNALE 2020: FAUNA DE NICOLÁS PEREDA

Por Malena Martínez Cabrera

Fauna del mexicano canadiense Nicolás Pereda, vista en la Viennale 2o20, es una película que entreteje varios niveles de representación y performances, desde la cual transparenta la confección de sus textos y, sin buscar ser una comedia, consigue ser muy amena de inicio a fin.

El film sobrepasa su guion al ir más allá de la claridad de los diálogos o de los móviles de acción de los personajes, al dejar el peso comunicativo más bien a los gestos, silencios, miradas, a cada comentario secundario, frase interrumpida, a la expresividad facial o a través del contacto corporal, es decir, a todo ese gran repertorio de elementos que habitan las relaciones en las que existe una gran familiaridad y la confianza plena de que se mantiene el contacto así la transmisión de información falle.

Fauna se inicia con una pareja despistada – Francisco Barreiro (Paco) y Luisa Pardo (Luisa)-  que ha perdido la señal de su auto, pero termina llegando a su destino, un pequeño pueblo, en el que coincidentemente también el hermano de Luisa – Lázaro Gabino Rodriguez (Gabino), está visitando espontáneamente a sus padres – Teresita Sánchez (madre) y José Rodriguez López (padre). Dichos actores son los mismos que han protagonizado las películas de Pereda desde hace quince años. Esta vez, además, serán intérpretes de la segunda historia cruzada al interior del film, cuyo leit motiv parece ser el de los juegos de representaciones/ performances, los de autorrepresentación e identidad.

Correspondientemente al estilo inicial del film, en la escena en que el padre de Luisa le pide a Paco que actúe, que muestre lo que sabe, lo que hace en la serie de TV, éste representa una escena no verbal –está en un bar donde entra gente a la que él observa. Pero el padre, que no espera menos que tener en frente a un personaje principal, quiere diálogos y le obliga a interpretar una escena incluyéndolos (el texto corresponderá a un personaje de la serie de TV Narcos). En casa, a su vez, la madre de Luisa nos sorprenderá recitando de pronto de manera intensa -y correcta-  en su cocina, el texto que su hija no logra. Usará los movimientos de los ojos como toda expresión corporal (el texto proviene de Sonata de otoño de Ingmar Bergman, con lo que el juego de muñecas rusas se va desplegando en la obra). Cuando Luisa le pregunta a su despreocupado y flemático hermano de qué va el libro que está leyendo, este solo logra articular unas frases incompletas, un boceto de respuesta, pero suficiente para dar pie a que entremos en la segunda historia del film: un chico está en un lugar, busca a alguien, no se sabe por qué, y conoce a una mujer.

También en esta segunda parte las inquietudes internas y nerviosismos cotidianos de los personajes adquieren foco mientras los móviles de sus acciones parecen ser meros pretextos para desplegarlos. Cuando la recepcionista le pregunta al joven detective si él se robó las toallas de la huésped, ya que ésta ha descrito a alguien exactamente como él, este se preocupa más por intentar saber cómo es que fue descrito –sin éxito- que por dar una respuesta. Tampoco la conversación entre el detective y la huésped sobre la toalla y sobre el misterioso Rosendo Mendieta llega a ser una conversación que se pueda resumir. El encuentro con Mendieta resulta ser un desencuentro, la escena de las mesas. A veces no se llega a entender nada de lo que dice Flora, la huésped, cuando llega, si no solo su ansiedad. Y, sin embargo, la tensión del film se mantiene para el espectador con esa mínima noción de que hay un personaje tabú, que alguien se atreve a buscarlo y del peligro latente que ello implica, tensiones servidas en el fondo por un metatexto que proviene de los fuertes arcos dramáticos de las ficciones referidas al mundo del narcotráfico.

Precisamente, lo interesante es entender que todo el subtexto de las situaciones del film en esta segunda parte provienen de la interiorización de la llamada cultura del narcotráfico, la idea de personajes que todos conocen pero de los que no se habla en voz alta, el hecho de hacer viajes o encuentros de incógnito, etc.

En la escena final, en el taxi, cuando parece que el detective ha logrado  rescatar a Fauna, la hermana (o la doble) de Flora, la huésped, la historia se entremezcla con la voz del director quien sigue boceteándola verbalmente, mientras la imagen se interrumpe y vemos solo la pantalla negra. Como desenlace, el joven le dice a Fauna -¿”Te puedo decir algo?”, se le acerca y lo que le dice no se oye pero se puede leer, sólo a través de sus reacciones y sus miradas.

Sección Features
Dirección, edición y guion: Nicolás Pereda
Fotografía: Mariel Baqueiro, Ilana Coleman
Pablo Cervera
Reparto: Luisa Pardo, Gabino Rodríguez, Francisco Barreiro, Teresa Sánchez, José ‘Rolo’ Rodríguez, Mariana Villegas, Fernando Álvarez Rebeil
Productora: Coproducción México-Canadá;
 México, 2020, 70 min