Por Malena Martínez Cabrera
El 58° Festival Internacional de Viena, Viennale 2020, ha sido el primer espacio real de exhibición donde se ha podido ver Her socialist smile (Su sonrisa socialista, 2020), reciente documental del cineasta estadounidense John Gianvito, a cuya obra el mismo festival dedicó una programación especial en 2008 cuando éste presentaba su aclamada Profit Motive and The Whispering Wind (2007).
Her socialist smile, estrenado virtualmente en el Festival Internacional de New York el 26 de setiembre de 2019, da a conocer el semblante y el pensamiento socialista de la sufragista, pacifista y activista por los derechos de los ciegos y sordomudos Helen Keller, quien también lo era. Keller es una figura histórica icónica que en los Estados Unidos no necesita mayor presentación.
Helen Keller, nacida en 1880 en Alabama, atravesó la oscuridad de una niñez ‘salvaje’ producto de su sordera, ceguera y mudez, para alcanzar la iluminación de un intelecto que durante el resto de su vida puso al servicio de otras personas con discapacidad visual, con el apoyo de su también extraordinaria maestra Anne Sullivan, quien le enseñó a los siete años el arte de aprehender y reinterpretar el mundo en palabras, alfabetizándola a través de señales en la palma de sus manos. La niña Helen fue mundialmente famosa al testimoniar lo que (no solamente) un ser humano con impedimentos físicos puede alcanzar con apoyo y tenacidad constantes. El ‘trabajo milagroso’ con el que la inseparable pareja venció los desafíos, así como las citas motivacionales de Keller sobre la voluntad y tenacidad han sido multiplicados y difundidos hasta el presente en todo el mundo, no así la afiliación de Keller a ideas progresistas ni sus discursos socialistas.
La experiencia de identificar un significado a un significante, la consciencia de la conquista que significa poder ejercer el acto de leer, es una de las experiencias más remarcables que se le posibilitan al lector mientras ve esta película. En numerosos momentos todo el contenido de la pantalla consiste en las citas de los textos de Keller a las que – quienes podemos ver -podemos dedicar silenciosa concentración, como cuando estamos frente a las páginas de un libro. Blanco sobre negro, y lapsos de tiempo seguros al interior de los cuales se da el encuentro, o la confrontación, de la propia mente con otra y con las categorías transmitidas por sus palabras.
En contraposición a Miss Marx de Susanna Nicchiarelli, cuya relevancia estética no nos parecía suficiente para asumir el rol simbólico de una película inaugural de la Viennale, y de la cual rescatábamos el posible impulso emocional, motivacional, de remitir al espectador, ya fuera del cine, a los textos de la protagonista, invitando a una relectura de la historia, Her socialist smile sí que ofrece una experiencia cinematográfica intrínseca como impulso para la motivación de leer o redescubrir a una autora a la que parte esencial de su acervo se ha relegado a la sombra, como sucedió con Keller. Esta dinámica ya se había manifestado durante su propia vida. Su asentada crítica socialista y denuncia de las injusticia socioeconómica, a la que atribuía producir cegueras y daños absolutamente evitables, en trabajadores bajo condiciones deplorables, le valió, cómo no, un acta de observación del FBI como posible comunista. Es con estas imágenes del acta que comienza la película después de que oímos una voz femenina clara, pero apenas inteligible, diciéndonos que ha escrito desde su alma. Y es que también el hecho de que aprendiera a hablar fue considerado un milagro. Su primera conferencia pública la dio en su juventud ante mil personas en un evento auspiciado por el partido socialista.
El director John Gianvito cuenta [en esta entrevista]: “Mientras comenzaba a explorar este tema como algo potencialmente fértil para una película, me sorprendió salir cada vez con las manos vacías tras buscar archivos fílmicos, fotográficos relevantes o audios sobre esta parte de la vida de Keller- particularmente extraño dada la fama internacional que ella obtuvo a tan joven edad”.
El film de Gianvito impresiona sin necesidad de relatar aquella biografía de empoderamiento – que ya ha dado varios filmes a Hollywood – sino basándose solamente en expresar los pensamientos de Keller y dando a conocer su contundencia expresiva literaria. El film transmite la brillantez de una mente y la claridad de visión de un espíritu que atraviesa la oscuridad de sus ojos. La obra cinematográfica expresa la paradoja de las partes de la historia que son destacadas frente a aquellas que quedan minimizadas u ocultas a favor de otras. El discurso mismo de Keller está lleno de referencias a esta consciencia sobre lo que queda dentro o fuera del foco de la percepción y la visión:
“Estamos todos ciegos y sordos hasta que nuestros ojos se abren a nuestros semejantes. Cuando miramos hacia nosotros con ojos que miran, ¿que contemplamos? Hombres y mujeres a nuestras mismas puertas retorcidos por el trabajos duro, la necesidad o el miedo a la necesidad, en necesidad de ayuda y sin recibirla, ¡extenuados por menos que un salario digno! Si tuviésemos una visión penetrante, yo sé que no podríamos, que no habríamos aprendido a tolerar lo que vemos – crueldad, ignorancia, pobreza, enfermedad – casi todo ello: evitable, innecesario”.
No recibimos las ideas de Keller sólo mediante las placas de lectura. A la experiencia de leer se suma la de la audición (en la voz de la poeta Carolyn Forché, a quien se oye desde que practica su lectura en el estudio de grabación). Paulatinamente conocemos los numerosos libros, textos y discursos que dio junto a su maestra y mentora Anne Sullivan. Además de ello, durante pequeños interludios engranados con gracia, en los que vemos salas de concierto vacías sobre las que se oye música lírica, leemos minidiálogos que transmiten el gran humor e ingenio de la pensadora.
“¿Cuál sería la pregunta más importante a hacerle al presidente?
-¿Cómo se logra que la gente no se dé cuenta una vez más que le han vuelto a tontear?”.
“- ¿Usted puede distinguir colores?
– No. No puedo sentir el color excepto a través de mis pensamientos. A veces los veo de color rosa”.
Pero, además la película es un paseo a pie por un jardín y un bosque de invierno donde la naturaleza ha creado sus propios encuadres de belleza y riqueza visual hechos de nieve, hojas secas, hielo, cortezas de árboles, caracoles y otros habitantes discretos y sensuales, helechos, viento, agua, carbones ardiendo, luciérnagas, un rayo que rompe la oscuridad, una gota de hielo colgante donde se refleja la luz en estrella de catorce puntas, y otras superficies donde una percepción atenta suele detenerse maravillada. Según el director, esos lugares expresan la apasionada relación que Helen Keller tenía con su ambiente y su conexión con la naturaleza , temas sobre los que ella escribió muy sensible y elocuentemente.
La obra cinematográfica que nos entrega Gianvito es también la victoria de la creación expresiva de la voluntad sobre la falta de documentos, considerando que hubo un momento en que abandonó el proyecto pensando que sin suficientes recursos sonoros ni visuales del pasado, no tenía elementos cinemáticos con qué contar esta historia. Afortunadamente, hablando consigo mismo, se convenció de asumir el reto: “Así que quieres hacer una película sobre la más renombrada mujer ciega/sorda y no tienes ni imágenes ni sonidos – pues ese es en realidad un problema creativo interesante y no deberías rehuirlo”. Gianvito fue encontrando orgánicamente sus soluciones a lo largo de los tres años de producción que le tomó hacer este brillante film.
Malena Martínez Cabrera, película vista durante la Viennale 2020 en el Metro Kino.
