Por Malena Martínez Cabrera
Women Talking- entrelazando debates femeninos
El drama Women talking (Mujeres hablando, EE.UU. 2022) de Sarah Polley, directora, activista política y actriz canadiense, – una que rechazó las propuestas de ‘intimidad estratégica’ de Harvey Weinstein desde su primer intento – es la historia de un debate entre ocho mujeres de diversas generaciones que viven en el campo. En el film se entretejen las diversas posiciones y argumentos de abuelas, madres, jóvenes y niñas que han sufrido violaciones bajo el sistema patriarcal religioso en su comunidad para tomar una decisión final respecto a su destino.
Aunque la historia está basada en el caso real de los hechos al interior de una comunidad ultraconservadora menonita en 2011, que fue novelada en 2018 por la autora Miriam Toews, Women talking está ambientada como película de época de tal modo que se puede aplicar a cualquier otro grupo religioso. La película ha sido producida por la famosa actriz estadounidense Frances McDormand, quien tiene un pequeño rol como la abuela más conservadora del universo femenino (Scarface Janz).
Las conversaciones tienen lugar en un pajar donde se juntan las ocho mujeres para deliberar sobre su futuro a tiempo récord. A pesar de ser continuamente violentadas, su comunidad las obliga a a irse si no perdonan a sus atacantes. El truco consuetudinario con extorsión espiritual ha logrado que persista un sistema propio paralelo al sistema legal externo que sí castiga a los agresores. Para proteger la honra masculina, a ellas se les permite realizar una votación interna con las opciones de ‘aceptar, perdonar, ganarse el cielo’, ‘quedarse y luchar’ o ‘irse’. Esta vez, sin embargo, algo ha sucedido: las cruces que marcan bajo las ilustraciones de las opciones – ya que ninguna sabe leer – se han inclinado por las últimas dos opciones: ‘quedarse y luchar’, o ‘irse’. Las pocas mujeres que han votado por aceptar, se retiran. Las otras ocho tienen un marco de sólo dos días, mientras los hombres están convictos por la policía, para tomar su decisión.
Irse había significado hasta ese momento huir expulsadas, en deshonra. Esta vez en inteligencia colectiva reflexionan sobre la posibilidad de resignificar ese ‘irse’ bajo una nueva luz, como acto volitivo: irse todas juntas, irse a fundar una nueva comunidad. Irse sin los hombres. “¿No son los hombres quienes constantemente nos detienen e impiden alcanzar nuestras visiones y planes?”, dice una de las más férreas defensoras de irse pues cree que ya han intentado luchar y no funciona. Y aunque se les pasa por la mente la divertida idea de pedir que sean los hombres quienes se vayan, saben que eso está aún fuera de las posibilidades de la realidad.
Hay un personaje especial, Ona (Rooney Mara), que – aún sin saber leer – piensa filosóficamente. Su pensamiento no se basa en buscar el efecto inmediato sino en idealismos más lejanos, e incluso considera a los hombres como víctimas. Otro personaje ya no soporta más a los hombres, y a veces, ni a las mujeres. Está también la que suena como aliada del patriarcado (cuya desgracia familiar será develada luego y por la que recibirá un pedido de disculpa general). Las más pequeñas son las que lo tienen todo más claro ya que aún no entraron al ‘doblepensamiento’ (1984, George Orwell) que les enseña a tranzar con las falsedades.
Los colores grises y verduzcos de la fotografía, así como la iluminación, hacen que las pieles blancas se vean uniformemente pálidas y a veces dificultan identificar y diversificar bien algunos personajes.
¿Cómo integrar entonces las diversas perspectivas y visiones, incluyendo la de las abuelas acostumbradas a hablar con frases que parecen citas de textos religiosos? Todas comparten su fe en el Dios cristiano. El mismo alivio y fuerza interior que obtienen cantando oraciones provienen de esa fe que les ha inculcado tolerancia y obediencia al punto de aceptar lo inaceptable. Estas paradojas son una riqueza del guión.
Lo remarcable de las emocionantes conversaciones de Women talking es que las argumentaciones no dejan de estar dirigidas por una voluntad de unirse en una visión y dirección común. Su productividad proviene de que no se basan en buscar que un argumento o método gane sobre el otro. ¿Encontrarán las soluciones que puedan convencerlas a todas en su diversidad? Los roces y momentos álgidos son inevitables. Mas, ¿cuánta visión y preparación psicológica y mental se necesita realmente para alejarse y sostenerse en la decisión tomada a pesar de los riesgos? El intercambio de experiencias continúa. Muchos niveles de hebras gruesas y delgadas deben entretejerse y trenzarse primero antes de visualizarse en una fila de carrozas llevando mujeres y niños hacia un futuro diferente.
Aparte del personaje masculino colectivo que en esta historia es un claro agresor hermanado, hay dos caracteres individuales que aportan al drama con los roces que provocan. El joven August (Ben Whishaw) – hijo de una mujer rebelde fallecida en la expulsión cuando él era pequeño – es un aliado que se encarga de la escritura y listado de los pros y contras discutidos por las mujeres en el granero. El otro es el hijo de la mujer más reticente a irse, un niño que está en la edad límite determinada para poder ser llevado al nuevo camino contando en que aún no ha sido demasiado (de)formado por el sistema que ellas desean abandonar.
La sala de la Viennale tuvo esa tarde cantidades de público femenino. Pero, también muchos hombres. El entrelazado de posiciones diferentes y su unión en la visión común de una sociedad nueva, transformada y sana, es una experiencia muy inspiradora para todes.
Women talking
Dirección y guion: Sarah Polley
Cámara: Luc Montpellier
Sonido: David McCallum, Jane Tattersall
Editor: Roslyn Kalloo
Compositor: Hildur Guðnadóttir
Decorados: Peter Cosco
Reparto: Rooney Mara, Claire Foy, Jessie Buckley, Ben Whishaw, Frances McDormand
Producción: Plan B Entertainment, hear/say Productions, Orion Pictures
EE.UU., 2022, 104 min