Por Pablo Gamba
El personaje borderline entre la lucidez y la locura es el tema de dos documentales que compiten en el festival suizo Visions du Réel: El otro (Chile, 2020), en la sección Burning Lights, y El Father Plays Himself (Venezuela, 2020), en la competencia internacional. La primera es la ópera prima de Francisco Bermejo, quien se formó como cineasta, pero que ha hecho carrera en la fotografía documental; la segunda fue dirigida por Mo Scarpelli, que compitió en la sección Generation Kplus de la Berlinale el año pasado con Anabessa (2019), coproducción italiano-estadounidense-etíope, rodada en Etiopía, y es correalizadora también de Frame by Frame (2015), un documental sobre los reporteros gráficos en Afganistán.
El otro tiene como protagonista a Oscar Garrido Bastías, un hombre mayor que presumiblemente fue buzo, pero que vive solo, en la pobreza, en un rancho a la orilla del mar, y que pesca y caza para sobrevivir. Se trata de una película sobre el conflicto del personaje consigo mismo, con el Otro del título, dada su condición mental, y que trata de mostrar su mundo tal como él lo vive. Su principal mérito es el logro de esta representación incierta de lo real mediante una técnica observacional, cuya verosimilitud objetiva parece confirmarse cuando el protagonista le habla al realizador, y así lo saca de la posición de “mosca en la pared”, aunque permanezca fuera de campo. La película tiene también la estructura de crisis característica del cine de observación, basada aquí en el desencuentro interior del personaje.
Las lecturas que hace Garrido lo relacionan con la literatura y en particular con Moby Dick. La parte de ficción en la representación se va insinuando de esa manera y también por una serie de detalles de evidente valor simbólico, desde el espejo en el interior del rancho hasta la ballena que encalla en la playa y que, como consecuencia de la descomposición, se vuelve blanca como la de la novela de Herman Melville. En consecuencia, la aparente observación reclama la concentración del espectador en estos y otros detalles por el misterio que van generando en torno a las imágenes.
El otro aspecto notable de la película es la representación respetuosa de un personaje, del tipo que generalmente se desprecia y se teme por su desadaptación. Pero, sobre todo, El otro se destaca por cómo el retrato logra trascender el presente del documental observacional para evocar el pasado, del que son ruinas los objetos que rodean a Garrido. Una palabra en el lomo de un libro de su biblioteca, “Allende”, lleva a recordar ese otro tiempo y, por ende, no solo los traumas de la persona sino de la sociedad y la nación. Lo hace también su beso a una desteñida bandera. Se percibe en todo esto la cicatriz del corte hecho por la dictadura en la historia de Chile.
El Father Plays Himself parece un documental detrás de cámaras del rodaje de La fortaleza (2020), dirigida por Jorge Thielen Armand, que ya fue comentada en Desistfilm. Se centra en el seguimiento del padre del director y protagonista de la película venezolana, que también interpretó un papel en su ópera prima, La Soledad (2016). Pero, salvando las distancias, se inscribe en el subgénero de la tormentosa relación director-actor, como Mi enemigo íntimo (1999), de Werner Herzog, sobre él y Klaus Kinski, con la diferencia de que no se trata del recuerdo sino del registro de lo sucedido.
El personaje que interpreta Jorge Thielen Hedderich, haciendo de sí mismo en la película de ficción, tiene los mismos problemas de adaptación social, y en particular con la bebida, que la persona real que es en el documental. Parte de la belleza de La fortaleza se debe a la aceptación del padre tal cual es por parte del hijo, lo que más ampliamente se inscribe en una búsqueda de reconciliación con la naturaleza presente en las dos películas de ficción del director. Tiene como telón de fondo, además, la situación actual de Venezuela, lo que incluye la minería ilegal y destructora del ambiente, y el control de una parte del territorio del país por la guerrilla colombiana. La relación entre ambos, sin embargo, se mantiene a distancia, lo que es fiel en la ficción al hecho real de que el hijo emigró a Canadá cuando era adolescente mientras que el padre sigue viviendo en Venezuela.
Todo eso cambia en el documental, tanto por la cercanía como porque la relación filial se conjuga con la de trabajo. La relación padre-hijo pierde así la naturalidad de La fortaleza y la trascendencia que tiene sobre esa base, y deriva en pericia del director para lograr el objetivo de su arriesgada decisión de casting, manejando a una persona difícil en cuyos problemas está lo que busca. Esto hace que El Father Plays Himself esencialmente relate la historia de un padre disfuncional que trabaja para su hijo exitoso, es decir, un drama familiar. Es por este enfoque de la relación director-actor que es más que un detrás de cámara, aunque no deja de desarrollar por eso el tema de cómo se lograron los momentos más intensos de la actuación.
Si El otro es un documental que parte de la observación para ir hacia una inmersión que lleva a descubrir a otro personaje, en El Father Plays Himself, los conflictos profundos salen a la superficie en los estallidos registrados para crear el otro que protagoniza una película de ficción, lo que plantea una serie de dudas éticas que parecían resueltas en La fortaleza.
El otro
Dirección y fotografía: Francisco Bermejo
Guion: Francisco Bermejo, Pilar Ducci, Francisco Hervé, Javiera Velozo
Producción: Francisco Hervé
Montaje: Javiera Velozo con la asesoría de Marta Andreu
Sonido: Roberto Zúñiga, Roberto Espinoza
Interpretación: Oscar Garrido Bastías
Chile, 2020
El Father Plays Himself
Dirección y fotografía: Mo Scarpelli
Producción: Manon Ardisson
Montaje: Juan David Soto Taborda
Sonido: Roberta Ainstein
Con la participación de Jorge Thielen Hedderich y Jorge Thielen Armand
Venezuela, 2020