Por Mónica Delgado
Ardente·x·s (Fierce: A porn Revolution, 2022) es el primer largometraje del suizo Patrick Muroni y es un documental que registra el interior de una productora de películas porno formada por un grupo de personas queer en Lausanne. La defensa de una pornografía con ética y de carácter disidente es la bandera de este colectivo que transita entre el estilo del porno clásico, si vale el término, la performance y la intervención en espacios artísticos de esta ciudad. A tal punto que el film busca compartir este compromiso por un nuevo tipo de negocio desde las mujeres y disidencias, y también desde una premisa básica: si el trabajo no se disfruta, no aporta a la búsqueda del placer, pues esta labor no tiene sentido.
Definitivamente el trabajo de Oil Productions, creada en septiembre de 2018, y formada por Meli Boss, Aru C, Mahalia Giotto, Julie Folly, Olivia Schenker y Nora Smith, busca generar debates en contra de la práctica del porno desde el dominio patriarcal, el sistema de representaciones que produce en torno a los cuerpos, el deseo y el placer, pero también como respuesta a un tipo de discurso feminista abolicionista. Y más bien parten de una separación de la dicotomía usual de porno hecho por hombres donde los actores y actrices trabajan de modo inseguro y donde el peligro es moneda corriente. Así, su discurso se hermana al de activistas y teóricas como Gayle Rubin y Carole S.Vance (a quienes no se menciona explícitamente) y que queda reflejado en varios momentos del film, en que las Oil Productions se presentan en entrevistas o exponen en el mismo documental su posición, mientras están en el proceso de rodaje o se encuentran organizando su día a día. La búsqueda del placer y la necesidad de la autodefinición como acciones fundamentales de su trabajo y de sus films. El porno ético de las Ardente·x·s es mostrado como una oportunidad para hablar de un tipo de feminismo en Suiza, a tal punto que Muroni incluye a las Oil Productions en una de las marchas por el 8 de marzo en ese país, como espacio de demandas y visibilidad, relacionando así este tipo de empresa y arte desde una postura militante o activista.
Por algunas de las posturas mencionadas, el film de Muroni nos hace recordar otro film exploratorio de la imagen para desmontar los códigos de la pornografía, Las hijas del fuego (2018) de la argentina Albertina Carri, largometraje lésbico sobre los modos de registrar los cuerpos y el placer. Ambos trabajos, ya sea en el film de Muroni desde los “detrás de cámara” de los rodajes, como en la ficción de Carri, prima esta necesidad de transmitir las variantes del goce, pero también un sentido de comunidad desde vínculos amorosos, amicales o sexuales. En Ardente·x·s hay una secuencia clave donde dos actrices intercambian opiniones tras una performance, sobre las satisfacciones y efectos de la sesión, desde una empatía y tratamiento en pos del placer del otro, y que es esencial para comprender la dimensión social e íntima del proyecto.
Ardente·x·s marca distancia abiertamente del porno mainstream, y todo lo que el film refleja es un modo de producción distinto, desde la labor colectiva, sobre todo. Huye de los manidos enfoques de sadomasoquismo o fetichismo en sus producciones y que Muroni capta en performances o registros precisos de las grabaciones en estudios o en las calles de Lausanne. Por ejemplo, hay un momento en que una de las camarógrafas dice tras grabación de una presentación en vivo: “el mejor plano secuencia que hemos logrado recientemente”, al referirse también al modo en que se acercan a los personajes desde una totalidad o devenir del registro (y menciono personajes porque varias de las performances recurren a la ficcionalización del porno más artístico de los setenta, con sus tramas y escenografías de neón y vestuarios arquetípicos).
Más allá de la posición en torno al porno, Ardente·x·s es el retrato de un colectivo de disidencias atento a las realidades y contextos, donde el plano ético traspasa lo laboral y se vuelve una forma (urgente) de vida.
Competencia nacional
Director: Patrick Muroni
Guion: Emmanuelle Fournier-Lorentz
Fotografía: Augustin Losserand, Patrick Muroni
Sonido: Timothée Zurbuchen, Jérôme Cuendet
Edición: Ael Dallier Vega
Música: Yatoni Roy Cantu
Producción: Stéphane Goël, Climage
Suiza, 2022, 96 min