BAFICI 2016: CARREGADOR 1118 DE EDUARDO CONSONNI Y RODRIGO T. MARQUES

BAFICI 2016: CARREGADOR 1118 DE EDUARDO CONSONNI Y RODRIGO T. MARQUES

Por Pablo Gamba

Carregador 1118 (Brasil, 2015) es un documental sobre uno de los 50.000 trabajadores del Ceagesp de Sao Paulo, el mayor almacén de productos agrícolas de América Latina. Se trata de un hombre que sobrelleva a la vez el peso de las cargas que acarrea y del despecho por la separación de su esposa.

A que se sienta lo segundo contribuyen principalmente las canciones compuestas y arregladas para la película por Marcos Alma, e interpretadas por Wanderley Cardoso y Ana Maria Carvalho. Salvando las distancias, el filme recuerda así de cierta manera a una obra destacada del documental social brasileño y latinoamericano: Viramundo (Brasil, 1965) de Geraldo Sarno, en el que la música de Caetano Veloso con letra de José Carlos Capinam, cantada por Gilberto Gil, ofrece una perspectiva general de la problemática de los inmigrantes que llegan del Nordeste a la misma ciudad.

Las imágenes y el sonido se conjugan para crear una suerte de discurso indirecto libre en la película de Eduardo Consonni y Rodrigo T. Marques. Los planos generales, en los que la figura del cargador se funde con el ambiente en constante movimiento de personas, vehículos y mercancías, se alternan con planos cerrados que permiten percibir el agotamiento de la faena diaria y el desgaste físico acumulado por los años de trabajo, además de los estragos del amor perdido. Entre ellos se destacan tres en particular: un devastador close up del trabajador, luego de haber cargado una considerable cantidad de cajas, y un plano detalle de los pies, seguido por un plano general caminando, desnudo, hacia las duchas, con las piernas encorvadas por los años de esfuerzo. Son una dolorosa estampa del deterioro causado en el cuerpo por ese tipo de trabajo.

En el caso del sonido, hay un juego con la música, que pasa de diegética a extradiegética, al igual que con las letras, en las que resaltan las palabras que evocan el oficio del cargador, relacionándolo con las cuitas del amor. La película se mueve cuidadosamente allí entre la empatía y un humor que no llega a ser cruel. Igualmente es irónica la descripción del almacén, introducida en el documental a través de una película de propaganda que se ve en un televisor instalado en el lugar de trabajo, y que contrasta con el ambiente que le rodea.

El relato no se hace eco en este filme de un lugar común ideológico: que la verdadera vida es la que comienza cuando el turno laboral termina. Es lo que podría sentir el personaje, pero hay planos que cuestionan esa “humanidad”: los personajes registrados desde la perspectiva de las cajas que 1118 apila o transporta, en los que la perspectiva “subjetiva” corresponde a las mercancías, no a la persona. En cambio, hay una mirada comprensiva de la manera como recurre cuando puede a la bebida, para aliviar con la cachaza tanto el agotamiento como las penas.

También es irónico que el número con el que se identifica al protagonista de la película corresponda al casillero que tiene en la sede del sindicato. La institución no parece ser básicamente sino el garante de la franquicia que le permite seguir siendo explotado, a pesar de su ya avanzada edad, y además darse baño al final del trabajo, para que sienta que es como la gente al salir.

Competencia latinoamericana

Dirección, producción, guion y montaje: Eduardo Consonni, Rodrigo T. Marques.
Fotografía y cámara: Rodrigo T. Marques.
Edición de sonido: Eduardo Consonni, Marcos Alma, Rodrigo T. Marques.
Mezcla de sonido: Caue Custodio, Rodrigo Ferrante.
Música y canciones: Marcos Alma.
Elenco: Antonio da Silva.
Duración: 64 minutos.
País: Brasil.