Por Aldo Padilla
Abordamos dos películas de la competencia oficial: In the Aisles y Figlia mia.
Los códigos de las comedias románticas son un completo salto de fe. Suelen partir con una de sus premisas básicas, el amor a primera vista, y con una correspondencia casi instantánea sin importar las circunstancias que rodean a ambas personas. Por lo general se busca un escenario pintoresco o particular para el desarrollo del amor, ya sea una oficina, o un matadero, como pasó el año pasado con la ganadora del Oso de Oro (On body and soul). Este año el film alemán lleva este género a los pasillos de un supermercado en el film In the aisles, donde un reponedor con un difuso pasado va aprendiendo dicho oficio con sus pequeños matices y trucos.
La película de Thomas Stuber tiene todos los elementos de este tipo de films: un amor instantáneo, un guía espiritual, fantasmas del pasado que vienen a acosar al protagonista y una espiral de autodestrucción frente al fracaso. Pero a pesar de los tópicos que llenan gran porcentaje del film, hay pequeños pero geniales momentos de redención, casi siempre liderados por un excelente protagonista (Franz Rogowski), cuya rutina parece una cura frente a los traumas que enfrenta y que en un ejercicio poco sutil está reflejado por múltiples tatuajes en su cuerpo.
Más allá de los detalles que acercan al film alemán a una película convencional, los cambios de tono lo alejan del cliché, ya que de momentos esperpénticos, el film adquiere un tono depresivo que permite entender la lucha interna del protagonista, tanto frente a la imposibilidad de su amor, como a las dudas frente a su elección de vida. Todo esto destinado a desembocar en un bellísimo plano que redime muchas fisuras de un guion que no siempre es coherente.
El film está delimitado por la constante idea de sentirse pleno, incluso en situaciones que parecen ser limitantes y que dentro de los pequeños detalles es posible construir un mundo de libertad. La rutina de un enorme supermercado puede condenar a muchos que lo ven externamente como una condena, pero hay una posibilidad de redención individual de acuerdo a la lucha y al amor propio del personaje.
Frente a los enormes espacios cerrados del film alemán, la italiana Laura Bispuri construye un microuniverso en el sur italiano rodeado de un paisaje con tintes desérticos, que le da un toque de western al enfrentamiento de madres que se da en la película. Figlia mia plantea el recurrente tema de la fuerza de la sangre, reflejado en una niña que descubre a su madre biológica cuya figura es totalmente opuesta a su madre de crianza. Por un lado, el personaje de Alba Rohrwacher está definido por una vida caótica y libertina aunque con una avalancha de deudas que no impiden alejarla de su intensa forma de vivir. Lo cual se contrasta con una madre con fuerte tendencia católica y con un trabajo desgastante que en algún momento le evita compartir más tiempo con una hija definida por el orden y la obediencia y que se busca retratar como una niña modelo hasta la llegada de la madre biológica.
Hay un discurso en el film que plantea que en algún momento de nuestra vida terminamos siendo como nuestros padres, sea cual sea la crianza. La fuerza de la sangre que no solo está definida por la unión afectiva con nuestros padres (y que está tan bien retratado en el film japonés Like father, like son) sino también por como terminamos heredando la personalidad que llevamos en nuestros genes. Si bien Bispuri plantea matices en esta herencia el enfrentamiento entre las madres con armas bastantes deshonestas, desvirtúa un poco las ideas centrales del film y la llevan al terreno del morbo y la degradación, en especial cuando la madre de crianza parece enfrentar la situación más desde el terreno obsesivo y posesivo que desde el amor acumulado de varios años criando a una hija ajena.
La fuerza del film radica en una estética y una atmosfera que recuerda al cine de Alice Rohrwacher y ante todo la gran química que construyen entre las tres protagonistas y que indica ser producto de la sensibilidad femenina de la directora. Esto se refleja en un momento musical, posiblemente uno de los mejores del festival con el personaje de Alba Rohrwacher bailando con su hija al ritmo de pop clásico italiano. La complicidad de todos los elementos que implican ese momento reflejan el gran trabajo de la directora y elevan mucho el film a pesar de los golpes bajos posteriores.
In the aisles
Director: Thomas Stuber
Guion: Clemens Meyer, Thomas Stuber
Director de fotografía: Peter Matjasko
Edición: Kaya Inan
Diseño de sonido: Kai Tebbel
Sonido: Christoph Schilling
Diseño de producción: Jenny Roesler
Vestuario: Juliane Maier, Christian Röhrs
Make-up: Hanna Hackbeil
Asistente de dirección: Meno Sellschopp
Casting: Anja Dihrberg, Karen Wendland
Productor de línea: Michael Jungfleisch, Sophie Cocco
Jefe de producción: Jörg Lassak
Productores: Jochen Laube, Fabian Maubach
Coproductores: Martin Frühmorgen, Undine Filter, Thomas Král
Coproducción: Rotor Film, Potsdam, Departures Film, Leipzig
Alemania, 2018
Figlia mia
Directora: Laura Bispuri
Guion: Francesca Manieri, Laura Bispuri
Director de fotografía: Vladan Radovic
Edición: Carlotta Cristiani
Música: Nando Di Cosimo
Diseño de sonido: Emil Klotzsch
Sonido: Stefano Campus
Diseño de producción: Ilaria Sadun
Vestuario: Antonella Cannarozzi
Make-up: Frédérique Foglia
Asistente de dirección: Vincenzo Rosa
Casting: Francesca Borromeo
Jefe de producción: Gian Luca Chiaretti
Productores: Marta Donzelli, Gregorio Paonessa, Maurizio Totti, Alessandro Usai, Michael Weber, Viola Fügen, Dan Wechsler
Italia, Alemania, Suiza, 2018