BERLINALE 2021: APUNTES SOBRE EL FILM DE RYUSUKE HAGAMUCHI

BERLINALE 2021: APUNTES SOBRE EL FILM DE RYUSUKE HAGAMUCHI

 

Por Juan Carlos Lemus

La  71° edición de la Berlinale será recordada por muchas cosas. Por supuesto, por su forma, que sacude a la vieja guardia y que al presentarse en línea mete presión a los otros grandes festivales a atreverse a llegar a este denostado mundo. Y por el contexto, ya que en mi memoria quedará, además, como una edición que presentó en competencia un valioso esfuerzo de rescate del ánimo, fuera de toda condescendencia, con este tiempo maluco y pandémico en el que ya llevamos un año.

Dicen que las historias deben terminar por donde empezaron. La Berlinale 71 dio inicio con la película Introduction, del surcoreano Hong Sangsoo, y cerró el cuento yéndose un poco más a Oriente hasta llegar al Japón de Ryusuke Hamaguchi y su Wheel of Fortune and Fantasy. El director entrega tres cortos que hacen en su conjunto una película que enaltece las experiencias vitales y cotidianas. Un trabajo arquetípico del Japón conocido por su pasión por los detalles, por lo artesanal, y que le entregó al director un Oso de Plata en la categoría Premio del Jurado. Las dos películas mencionadas no solo están cerca por un aspecto geográfico. En Introduction, Sangsoo secciona la historia de una pareja tanto en lo temporal como en lo espacial, pasando por lo sensorial y onírico. En Wheel of Fortune and Fantasy, las historias no son compartidas por los mismos personajes; pero los vericuetos en que se meten sus protagonistas están marcados tanto por una valoración del tiempo como del espacio. Y  es fundamental, también, lo sensorial. Como siempre en el cine del director surcoreano están las coincidencias o repeticiones, que llegan a mover reacciones en sus antihéroes. Este es otra arista que emparenta a las dos películas, que en el caso de Wheel of Fortune and Fantasy podríamos decir que está ya explicitado desde el nombre.

En el primer corto, Tsugumi y Meiko son dos amigas viajan en un taxi recorriendo parte de Tokio luego de una sesión de modelaje. Tsugumi le cuenta a la otra de un encuentro mágico y erótico con un chico, dando cuenta, además, de todo detalle lo conversado y sentido durante ese encuentro fortuito. Entre las dos planean estudiar el comportamiento de Tsugumi cuando se vean en una próxima cita. El truco de la historia está en cómo solucionar la encrucijada en la que queda Meiko, debido a todo lo que su amiga le dice. ¿Cómo actuar cuando se confía en el receptor de la información, pero esta información dejaría en el escucha datos para sacar ventaja? La forma en la que Hamaguchi resuelve esta situación es tan delicada y suave como la seda de los vestidos tradicionales de su país. Porque lo que deviene de ese viaje en el taxi para Meiko es metafórico tanto a sus sentimientos y su racionalidad.

En el segundo corto —Door Wide Open— estamos en una clase que se ve afectada cuando un estudiante ruega de la forma más humillante por una ayuda. Hacerlo en público supone el peor trámite. La película vuelve a un triángulo de personajes, como en el primer corto, y usa un recurso del director que aparece en los otros dos: los saltos temporales largos. Tiempo después, el chico humillado aparece con su amante —mujer casada y mayor que él— mientras se entera de que el profesor ha ganado un premio literario. La venganza planeada involucra a la mujer que le acompaña. La joya de la corona está en la conversación que tienen la mujer y el profesor. Empero, vuelve el director japonés a echar mano de la casualidad, en este caso particular: el error humano, para desenredar la pita en el que metió a sus tres protagonistas.

Once Again es el tercer episodio, que se podría describir como la forma de reencontrarse con un viejo amor que fue; pero que por las curvas de la vida, por las vías extrañas a las que nos va llevando, puede volver a ser. Aunque sea por un breve instante, aunque sea como un juego. Uno, donde no importa si se recuerdan o no los nombres porque lo que está en juego es la cercanía y la compasión como elemento básico para ser humanos. En está última historia encontré resaltado el rescate las conversaciones, y en ellas tanto lo que se dice como lo que se calla, tanto como lo implícito en el cuerpo, ya planteado desde el primer tercio del film. A consecuencia de los movimientos de las manos, de los ojos las actrices y actores que intentan darle la razón a la frase “las palabras son baratas” —cuando lenguaje oral está hecho para engañar— mientras aquellos que comunican los cuerpos es imposible de manipular.

Imperativo también señalar que esta es una película fiel a la tradición fílmica japonesa; o sea, un trabajo de artesano donde la imagen sedosa impulsa la delicadísima la forma en la que las mujeres lideran las historias expuestas por Hamaguchi. Y es delicado, quiero exponerlo en el mejor sentido posible, cuando enaltece la palabra. Una que ha venido siendo subvalorada por este sistema que nos impulsa a no tener misericordia, a pasar por encima de los demás y siempre ver cómo se saca provecho de la debilidad de la otredad.

Hoy en tiempos de aislamiento y distanciamiento, este director viene a enaltecer el encuentro entre nosotros. Comúnmente la ingenuidad, la delicadeza, la compasión cotizan a la baja; y vamos por la vida adulta corrompidos hasta en el gusto —por el cinismo del poco margen de maniobra para cambiar algo, de lo mínimo que podemos aportar en general—. Tanto que al salir de la inocencia de nuestros primeros años, usar la baza del buenondismo es una apuesta muy complicada como para salir bien parados ante nosotros mismos y ante lo que nos rodean.

Competencia internacional
Dirección y guion: Ryusuke Hamaguchi
Fotografía: Yukiko Iioka
Diseño sonoro: Akihiko Suzuki
Sonido: Naoki Jono
Diseño sonoro: Masato Nunobe
Vestuario: Fuminori Usui
Maquillaje: Yukiko Sumi
Asistencia de dirección: Toru Takano, Takayuki Fukata
Jefe de producción: Hitoshi Omika
Productor: Satoshi Takata
Productores ejecutivos: Sho Harada, Katsumi Tokuyama
Japón, 2021, 121 min