OLHAR DE CINEMA 2018: SOL ALEGRÍA DE TAVINHO TEIXEIRA Y MARIAH TEIXEIRA

OLHAR DE CINEMA 2018: SOL ALEGRÍA DE TAVINHO TEIXEIRA Y MARIAH TEIXEIRA

Por Mónica Delgado

¿A estas alturas del siglo XXI aún el sexo explícito como arma política, el discurso anarquista basado en el libre albedrío, la confrontación moral y religiosa y la demanda por la aniquilación de los poderes fácticos es aún una herramienta para remover conciencias y para demostrar la libertad del arte y del cine? Sol Alegría, de los brasileños Tavinho Teixeira y Mariah Teixeira, propone desde una propuesta subversiva echar una mirada a un imaginario de libertad y guerrilla en un Brasil gobernado por el conservadurismo, apelando a una estética, quizás a modo de homenaje, que tiene tanto del underground de hace cuarenta años como de las expresiones más salvajes de la contracultura ante el puritanismo.

La trama es sencilla: una familia extraña viaja por un Brasil interior con el fin de entregar armas a un grupo de monjas activistas y militantes. El viaje se vuelve carnavelesco, disperso y provocador, donde van apareciendo personajes de diverso calibre, logrando un panorama sui generis de un Brasil heterodoxo y con ganas de libertad.

Lo extraño de un film como Sol Alegría es precisamente su vigencia pese a usar códigos cinematográficos y discursos manidos contra los tabúes, es decir, apelar a la irrupción del desborde, la obscenidad, la afrenta moral, de tratar de escandalizar o sorprender a punta de monjas marihuaneras y desnudas, de una familia incenstuosa y libidinosa o de arengas antisistema en las carreteras del Sertao como fábula política en medio de un contexto social de urgencia. El cineasta mantiene una necesidad política que no ha caducado en cincuenta años, si pensamos más aún en un film como Tierra en Trance (1967) de Glauber Rocha, su mayor referencia, y en el contexto actual de un Brasil en manos de Temer que lo reactualiza. Si pensamos en un film como Entre Tinieblas, de Pedro Almodóvar, otra referencia, que surge en pleno contexto de pacatería post franquista y de la llamada Movida Madrileña, o en las nunsploitation, que osaron colocar los conventos como antros de placer y perdición (puntos que recogiera Jacques Rivette en su censurada La Religiosa), Sol Alegría también está hecha para remecer y para dar cuenta de algunas motivaciones artísticas desde el humor negro y la sátira, que aún tienen en la performance, la escatología o la coprofagia sus armas más intensas. Y quizás de allí provenga su imperfección e ingenuidad.

Sol Alegría mantiene algunos motivos que ya Tavinho Teixeira había patentado en films anteriores, como Batguano (2014), a punta de reflejos iconoclastas y algunos paradigmas técnicos del cine clásico hollywoodense, como el uso de la rear projection (actores que manejan autos delante de una pantalla que simula una carretera por ejemplo) como marca de artificialidad, e incluso algunos códigos del western trasladados a los escenarios de la estepa brasileña. Sin embargo, pese a la preservación de algunas marcas de estilo, Sol Alegría suena a déjà vu, a afrenta tardía, y que se disfruta más a través de sus reminiscencias (incluso al cine de John Waters), en su ludismo ante cámaras y en sus juegos metatextuales más allá de lo político, o de aquello que pretende atacar.

Competencia largometrajes
Dirección: Tavinho Teixeira, Mariah Teixeira
Guion: Tavinho Teixeira
Fotografía: Ivo Lopes Araújo
Editor: Frederico Benevides
Dirección de arte: Thales Junqueira
Diseño de sonido: Guga Rocha
Reparto: Tavinho Teixeira, Mariah Teixeira, Joana Medeiros, Mauro Soares, Toreba Sagi
Productor: Max Eluard
Compañía productora: Pignata Filmes
Brasil, 2018, 90 minutos