Por Mónica Delgado
Elettra (1987), uno de los films menos under o digamos el primer trabajo oficial de Tonino de Bernardi (que hizo con apoyo de la RAI), es el arranque de este documental de la portuguesa Teresa Villaverde. La versión de la tragedia de Sófocles, que es revisitada doblemente por el mismo De Bernardi, a través de una pantalla de TV y de una videocasetera, propone la ruta de partida para indagar sobre el mundo íntimo y familiar del cineasta, marcado por el espíritu de los clásicos griegos o la poesía de Allen Ginsberg. El espíritu disperso de esta Elettra, donde el personaje es interpretado por tres actrices distintas, ubica al espectador no solo ante el tipo de trabajo de este cineasta, que puede resultar desconocido, sino que también marca la pauta de cómo Villaverde propone leer este retrato, desde las obras mismas, del estilo para dibujar las atmósferas e intimidades de lo familiar desde esta dispersión espacial y temporal, y de hacer un panorama de una Italia rural perdida en el tiempo.
Tonino de Bernardi es una figura extraña en el panorama del cine under y al margen en la Italia de mediados de los años sesenta, y cuya independencia y estilo se han ido fortaleciendo a lo largo de los años, a tal punto que permanece en la actualidad en la selección de diversos festivales del mundo. La admiración de Teresa Villaverde la llevó a ir hasta Torino, a conocer junto al mismo cineasta su entorno familiar, su vida en el campo y su modo de creación. No hay en el film la intención de abordar algún tipo de registro reporteril, sino de establecer capas narrativas sobre el universo creativo del autor, en un modo quizás en contraposición a lo que suele filmar en sus películas de ficción.
No hay manera que Teresa Villaverde quede al margen de su retrato particular sobre Tonino de Bernardi, cineasta italiano de culto, mientras lo observa, sigue y registra. No solo porque tenga el rol de interlocutora en algunos momentos, sino porque poco a poco se va insertando en el panorama mismo del film como un tamiz, para asir mejor el corazón de la intimidad del cineasta y su familia. Paseos en auto, visitas a granjas, lecturas de poemas en off, la esposa haciendo las tareas con el nieto (uno de los momentos más logrados) van dando forma a una Italia de clase media y “letrada” que parece estar perdiéndose y que Villaverde captura antes de su desaparición.
Por otro lado, las preguntas de la cineasta portuguesa o su visita a las granjas vecinas, así como al hogar del realizador, proponen una lectura en pared, que van difuminando la posibilidad del retrato simple y convencional, para ir hacia los horizontes de un film reflexivo, con los elementos del ensayo y una poética del documental. El final, de De Bernardi pidiéndole a la cineasta que por favor lo deje de filmar porque hay cosas que no puede decir a la cámara, cuando quizás ya lo dijo todo con gestos, versos y miradas, marcan aquello inasible que Villaverde quizás logró captar en casi hora y media.
A diferencia de sus ficciones, como Colo, aquí en O Termómetro de Galileu, Villaverde se adentra en las posibilidades del documental de la mano de un cineasta que se desnuda ante la cámara, que deja la vía libre hasta que ya no quiere confrontar este espacio de libertad. Y allí surge precisamente el fantasma cinematográfico, lo que el cineasta considera infilmable, y ante lo cual no queda más que acatar.
Sección Iberoamérica Ahora
Dirección, guion y fotografía: Teresa Villaverde
Reparto: Tonino De Bernardi, Mariella Navale
Productora: Alce Filmes
Portugal, 2018, 105 min