Por Mónica Delgado
En Vic et Flo ont vu un ours de Denis Côté fluye un humor extraño, casi soterrado, como para obtener sonrisas quizás nerviosas, o apenas oblicuas. Victoria (Pierrette Robitaille) y Florence (Romane Bohringer, de regreso) son amantes y están ocultas en una cabaña de bosque, sin embargo viven con la idea de cambio, de huida o de la pérdida como estigma a frenar, sentimiento que las une y separa. Côté, como en Curling y Bestiaire, emplea un tono sardónico, que se detiene en detalles, pero en Vic et Flo ont vu un ours impone un evento imprevisto, que rompe esa cotidianidad no como vía de escape argumental sino como único recurso de transformación o clímax, yendo aquí del relato seco al corazón del thriller con cuotas de terror.
Victoria llega sin avisar a una casa rural donde vive su tío anciano y parapléjico, y que es asistido por un vecino adolescente, quien es despedido y dejado de lado. El anciano, que solo puede oír se convierte en la excusa para permanecer en el lugar mientras llega Florence. Côté establece estas relaciones a través de situaciones sin mucha tensión, como mecánicas, y que con la llegada de Florence van aflorando datos de la vida de ambas, que van a intentar de completar un puzzle pero sin mucha suerte.
Côté muestra el retrato frío de estas dos mujeres que quieren reconstruir sus vidas (Victoria afirmando su amor hacia su amiga, mientras Florence quiere volverse heterosexual), sin embargo va insertando elementos y personajes que van enrareciendo el ambiente y dando al filme un aura de gracia divina, de revancha insólita ante hechos que el espectador ignora. Vic et Flo ont vu un ours es una película que afirma el estilo distante y apático de Côté, pero también de un talento especial para hacer de esa abulia un camino hacia la tensión y la lógica absurda e irrepetible.
BAFICI 2013: Sección Panorama
País: Canadá
Año: 2013
Reparto: Pierrette Robitaille, Romane Bohringer, Marc-André Grondin, Marie Brassard, Georges Molnar
Fotografía: Ian Lagarde