Por Pablo Gamba
Un hallazgo que justifica el riesgo de la programación del 19° Bafici es La película de Manuel. Es un ejemplo ilustrativo –que lamentablemente no abundaron– del tipo de cine independiente que la competencia latinoamericana podría confrontar con los títulos de los festivales de Guadalajara y La Habana.
La singularidad de este documental de bajo presupuesto argentino, parte del “nuevo cine cordobés”, se debe en primer lugar al personaje que retrata. Manuel Wayar es un hombre de edad madura, humilde y de ascendencia indígena, de esos que han aprendido a hacer de todo para sobrevivir. Al comienzo está impermeabilizando un techo. Un cartel que fija en la calle oferta también sus servicios como pintor, electricista y cualquier otra labor similar. Se lo ve, además, hacer un asado para turistas con música de violines y trabajar de desmalezador.
Pero su vida es otra: la de artista y activista cultural. Manuel Wayar no parece ser el tipo de persona que asiste a una conferencia sobre políticas para la cultura, con un ponente extranjero y Power Point, pero ahí está. Su trabajo artístico tampoco tiene nada que ver con el rol folclórico que suele asignársele por sentido común ideológico a la gente de su condición social. Participa en la realización de películas amateurs, y organiza actividades que llevan proyecciones de cine, teatro, música e instalaciones a edificaciones “intervenidas” a tal efecto. Todo eso, además, es expresión de la formación política que seguramente ha tenido.
Un documental, sin embargo, no es un tema, y el principal valor de La película de Manuel está en la manera que los directores encontraron de retratar al personaje. No hay indagación alguna en los detalles de su vida mediante entrevistas o testimonios, como la de los filmes que parecen aspirar a explicar lo imposible: los misterios de una persona. A Manuel Wayar simplemente se lo ve en un registro de las diversas facetas de su desenvolvimiento –incluida la de fanático del fútbol de armas tomar–. Eso plantea una pregunta acerca de dónde termina el documentalismo y comienza la invención en este film, el cual se inicia in media res, como suele ocurrir con las películas de ficción más convencionales. Y la verdad es que la existencia en la sociedad argentina de gente de como el señor Wayar solo pareciera ser posible en la imaginación, aunque no sea así.
Se trata, además, de un documental cómplice, que reivindica la pérdida de distancia crítica en razón del vínculo como opción ética. Los realizadores están constantemente interactuando con el protagonista y otros personajes, como voces que se escuchan detrás de la cámara. Ese estilo “verité” le da a La película de Manuel un aire de reality show, es verdad. Pero eso integra el film al tipo de cultura popular en el que se desenvuelve Wayar, a quien acompaña también, sin solución de continuidad, en la interpretación de personajes del cine amateur –lo que da licencia para una ácida ironía al final–. En vez de superioridad paternalista de los documentalistas para con el personaje, lo que parece haber en esta película es una genuina expresión de admiración hacia las personas prodigiosas como él, que si no se las ve más en el cine, es por hacerse parte del desprecio social.
Competencia latinoamericana
Dirección, guion, sonido y edición: Lucas Damino, Sebastián Menegaz
Producción y fotografía: Lucas Damino
Dirección de arte y producción ejecutiva: Lucas Damino, Manuel Wayar
Elenco: Manuel Wayar
Argentina, 2017