BAFICI 2018: ELLA & NELL DE ALINE CHUCKWUEDO Y GABRIEL Y LA MONTAÑA DE FELLIPE BARBOSA

BAFICI 2018: ELLA & NELL DE ALINE CHUCKWUEDO Y GABRIEL Y LA MONTAÑA DE FELLIPE BARBOSA

Por Aldo Padilla

La alargada sombra de Old Joy de Kelly Reichardt se revaloriza aún más luego de doce años de su estreno. Alejada de los convencionalismos de la road movie (o también podría llamarse forest movie), el film de Reichardt se concentra en el reencuentro personal de los protagonistas consigo mismos y la redefinición de la relación de amistad  sin mayores aspavientos que los pasos recorridos y sin giros argumentales más allá de la contemplación de la naturaleza. La directora logra de esta forma el mismo efecto tanto en el espectador como en los protagonistas. Por su parte, la ópera prima de la alemana Aline Chuckwuedo maneja un ritmo similar al film de Reichardt, aunque incorporando recursos más conocidos en este tipo de películas: el camino perdido y la búsqueda de una cima como redención de dos amigas, cuya relación parece tener muchos años y con una de ellas en busca de la paz necesaria para tomar varias decisiones que definirán su futuro.

Ella & Nell es una gran conjunción entre el ánimo de la naturaleza y el estado de la amistad de las protagonistas, con momentos de claridad sobre el rumbo de la montaña y con momentos de dudas sobre los pasos siguientes, mientras el clima se mueve hacia un estado de tormenta u oscuridad profunda. Chuckwuedo además explora esa etapa de transición entre la juventud plena de los 30 y la adultez de los 40 que parece pesar en especial sobre una de las protagonistas, donde el recorrido ya no parece tan sencillo, tanto en la caminata como en la amistad que se muestra desgastada por la falta de apoyo de Ella en un momento complejo de Nell. Frente a decisiones obvias que la directora decide no tomar, existe una predominancia de reflejar la amistad femenina como forma de solidaridad con altibajos que se adaptan totalmente a la realidad, además de una gran química entre las protagonistas en contraste a las dos visiones que tiene cada una sobre cómo enfrentarse a la realidad y al paso del tiempo.

En una línea similar aunque sin tanta sutilidad se encuentra el film brasileño basado en hechos reales Gabriel y la Montaña, que se presenta fuera de competencia internacional en esta edición del Bafici. Si bien el enfrentamiento final que se anuncia en el título recién se da en el final de la película, la idea es una perfecta síntesis del eterno descubrimiento del hombre y la naturaleza. La road movie de Barbosa mantiene dos componentes muy bien definidos, el camino individual y el compartido con una novia que trata de mantenerlo en la realidad. El recorrido de Gabriel y su novia no está exento de clichés de historias de turistas recorriendo África, con cierto toque de condescendencia que busca disfrazarse de solidaridad, aunque en contraste el tratamiento que hace Barbosa del concepto de libertad está muy bien reflejado de forma de recordar en momentos a Into the wild de Sean Penn.

Gabriel busca un lugar en el espacio en ambos recorridos, tanto frente a la ciudad africana (más cercana a la ruralidad), como a la naturaleza, teniendo a su novia como conciencia y realismo frente a ideas que no tienen asidero y que precisamente lo llevaran a la posterior tragedia que define la película, de todas formas la idea de la intensidad de vida que define a Gabriel está magníficamente reflejada a través de sus decisiones que en muchos momentos rozan la temeridad que roza la imprudencia, todo esto acompañado por una falta de idea de la realidad debido a su acomodada clase social.

Finalmente, el gran mérito del director está definido por incluir como actores a las personas con las cuales Gabriel se encontró en su camino, transformándolo en un hibrido de ficción y que de cierta forma denota la pena de la ausencia del protagonista, y de todos los lugareños  que se encontraron en su camino hacia una de las innumerables montañas africanas, que en su afán de ser conquistadas se convierten, en algunos casos, en verdugos.