Por Pablo Gamba
Los campesinos del Tercer Mundo raramente están en las pantallas de los cines, y esta vez se trata de personajes de la película indonesa The Seen and Unseen (Sekala Niskala, 2017), que forma parte de la Competencia de Vanguardia y Género del Bafici. Es un film dirigido por Kamila Andini, cuya primera película, The Mirror Never Lies (Laut Bercermin, 2011), recorrió festivales asiáticos. Con ésta, la segunda, estuvo en la sección Generation Kplus del Festival de Berlín. Entre los productores ejecutivos figura Garin Nugroho, el padre de la directora, cuyos filmes han participado en la Berlinale, y también en Locarno y Venecia.
The Seen and Unseen es una película protagonizada por niños, sobre la manera como la pequeña Tantri trata de asimilar la enfermedad y la muerte de su hermano, Tantra. Es el mismo tema de la ópera prima de Kamila Andini, en la que muere el padre de una niña. Se trata de una experiencia que incluso para los adultos suele ser psicológicamente difícil de afrontar sin el apoyo espiritual de la religión de la comunidad. En el caso de la protagonista del film, es a través de su imaginación y las creencias ancestrales de la isla de Bali relacionadas con diversos elementos de la naturaleza, todo lo cual cristaliza en un film de bellas y sencillas representaciones simbólicas, narración débil y pocos parlamentos, que maneja las referencias folklóricas de una manera que nunca cae en el exotismo.
Se destaca en The Seen and Unseen el trabajo de expresión corporal y coreográfico de los niños que actúan, en escenas en las que varios de ellos hacen de su cuerpo una pelota, por ejemplo, o los hermanos representan gallos de pelea o Tantri las reacciones de un mono como los que vio en un cementerio. Se desarrollan tanto en el campo como en el interior de una habitación de hospital, aprovechando los elementos propios de la escenografía en cada caso.
También sobresalen en este film de frugal producción la dirección de arte y el maquillaje, en la creación de los sencillos disfraces que elaboran los niños, así como la fotografía de poca luz de las escenas nocturnas en exteriores y la música. El resultado es una obra de delicado virtuosismo, dirigida al público adulto del cine de arte y los festivales. Si el Bafici se propone someter a discusión ese criterio de selección, en este caso la pregunta va dirigida a lo que se entiende como “película para niños”. La respuesta presupone la utopía de un mundo en el que el gusto no es educado por Internet, los videojuegos y la TV.
Un detalle importante es la atención puesta a lo que comen los personajes. Los huevos están obviamente relacionados con la simbología, pero con arroz, en el plato, son un elemento que contribuye a darle a la historia una impresión de realidad, por ejemplo. No ocurre lo mismo, sin embargo, con el hospital en el que recibe atención Tantra, por lo que respecta al orden, la limpieza, la disponibilidad de camas y la dotación de equipos, y a que parece dar a los campesinos un servicio que es gratuito y que funciona. Pareciera ser algo tan fantasioso como los sueños de Tantri, lo que no está justificado, en este caso, por la perspectiva infantil de la mirada. Al menos es otra la opinión del Banco Mundial sobre la situación real en ese país. Considera que los indicadores de salud están entre los particularmente alarmantes de Indonesia.
Competencia de Vanguardia y Género
Dirección y guion: Kamila Andini
Producción: Gita Fara, Ifa Isfansyah, Kamila Andini, Garin Nugroho
Coreografía: Ida Ayu Wayan Arya Satyani
Dirección de arte: Vida Sylvia
Fotografía: Anggi Frisca
Montaje: Dinda Amanda
Sonido y Música: Yasuhiro Morinaga
Interpretación: Ni Kadek, Thaly Titi Kasih, Ida Bagus, Putu Radithya Mahijasena, Ayu Laksmi, I Ketut Rina
Duración: 86 minutos
Indonesia, 2017