Por Pablo Gamba
Fanny camina se destaca en la competencia internacional del BAFICI porque es una película de Alfredo Arias, artista argentino que tiene una destacada carrera internacional en el teatro y el cine, codirigida con Ignacio Masllorens. Hay un largometraje sobre la obra del primero, Arias, el hombre de las mil y una cabezas, realizado por su sobrino, Alejandro Martín Arias, que también forma parte de la programación del festival. Fanny camina, además, es otra de las películas políticamente provocadoras del BAFICI, junto con Corazón azul, de Miguel Coyula, y tiene como singularidad la manera como trae el pasado al presente por medio de personajes que recorren lugares de la Buenos Aires de hoy en vestuario de época. La provocación se debe a su ácida posición crítica frente al peronismo en tiempos de los dos primeros gobiernos de Juan Domingo Perón (1946-1955), en general, y en particular a su representación de Eva Perón y sus parodias de los cortos laudatorios del régimen que se exhibían en los cines.
Relata la vida de Fanny Navarro, actriz que fue amante de Juan Duarte y que ascendió como defensora acérrima de su hermana, que la hizo presidenta del Ateneo Cultural Eva Perón, y de la causa justicialista. Si bien Fanny camina es expresión de un antiperonismo que puede descarrilar su lucidez, es más que eso. Su aproximación al régimen por la vía de la farándula cobra relevancia por la vinculación histórica del populismo con el melodrama. No solo el ascenso y caída de la protagonista es un relato de este tipo, sino que el estilo se apropia de lugares comunes de la época de esplendor del cine clásico argentino, como el juego con las luces de neón de la ciudad en la composición. Pero, lo más significativo es la falta de solución de continuidad que establece entre el melodrama y a realidad política, con puestas en escena en las que los que parecen interiores se revelan como escenarios de teatro y un uso de la voz en over que, como si no bastara por sí mismo para evocar el radioteatro, se hace explícito con planos de una radio.
También es clásico el estilo de la película por lo que tiene de excesivamente obvio. Lo que hay en Fanny camina es, en consecuencia, una representación de la política como espectáculo que apunta hacia detrás de las bambalinas de una farándula del poder, un mundo de lealtades, traiciones, corrupciones y prostituciones –uno de los sentidos del verbo “caminar” del título–, intrigas que determinan el ascenso vertiginoso de las cloacas de la sociedad al glamour enjoyado de estrellas que caen en cumplimiento del destino al que las sentencia el melodrama. El mito de Eva Perón se debe a que trascendió esto como tragedia nacional, mientras que el oscuro ocaso de Fanny Navarro estuvo marcado por episodios de un melodramatismo truculento, pero real, como mostrarle el cráneo de Juan Duarte, con el agujero de bala de su suicidio, cuando fue detenida por la “revolución libertadora”, es decir, la dictadura cívico- militar que siguió al derrocamiento de Juan Domingo Perón por un golpe en 1955.
Con todo, no es este el aspecto más importante de la lucidez de esta película, aunque patine, como se dijo arriba, por su apasionamiento de signo contrario. Fanny camina es actual porque no solo trae de vuelta ese pasado sino que hace manifiesta, irónicamente, su imposibilidad en el presente. Se apropia, como se dijo, del estilo de una época de esplendor del cine industrial, pero con un rodaje en soportes fílmicos característicos del cine experimental –16 mm y Super 8–, lo que remarca la distancia histórica entre las películas independientes que es posible hacer en la actualidad y los clásicos rodados en 35 mm. También sus personajes tienen algo de fantasmas en sus recorridos por la Buenos Aires de hoy. Del tipo de esplendor que tuvieron en el pasado la calle Corrientes o Lavalle solo quedan vestigios, ruinas remodeladas o no. El mismo peronismo no puede ser en la actualidad sino diferente en su forma de espectáculo melodramático, después de la televisión y la llegada de las redes sociales. En este sentido, es una película sobre lo que puede haber persistido, como residual, de ese pasado remoto después de las telenovelas y la llegada de las redes sociales.
El problema, sin embargo, es que esta crítica de la farándula del poder –y del poder como farándula– puede confundirse con la manipulación antipolítica que apunta hacia una “casta” para desviar la atención de las fuerzas sociales reales que se enfrentan detrás de ella. No hay que dejar de reconocer que en el personaje de la Eva Perón melodramática de Fanny camina se abren fisuras sintomáticas a eso. Pero lo dominante en esta película es la crítica de un viejo régimen político, no del sistema capitalista en el que se enmarcó, ni hace referencia a la clase aún realmente poderosa. Aunque la exhumación del pasado es relevante, el agujero sigue estando más abajo.
Competencia internacional
Dirección: Alfredo Arias, Ignacio Masllorens
Producción: Alejandro Martín Arias, Alfredo Arias
Diseño de arte: Alfredo Arias, Nicola Costantino
Fotografía: Hernán Bouza
Montaje: Sofía di Paola, Ignacio Masllorens
Sonido: Alejandro Sierra, Guido Deniro
Música: Axel Krygler
Interpretación: Alejandra Radano, Nicola Costantino, Marcos Montes, Marta Lubos,
Fabián Minelli
Argentina, 2022, 82 min.