Por Juan Carlos Lemus
Soy Nero
Con momentos que conmueven y enganchan, la película de Rafi Pitts no termina de convencer. Tal vez porque se toma mucho tiempo en las metáforas iniciales, tal vez porque se encuentran personajes que no terminan de ir dentro de la historia, tal vez nos explica mucho los porqués y cuando nos damos cuenta qué es lo que busca Nero Maldonado y el precio que está dispuesto a pagar para conseguirlo ya llevamos una hora sentados en la butaca. Y el tiempo es oro. La película tiene en su forma de presentar al desierto la mejor metáfora para significar lo que hay que atravesar para conseguir el sueño americano. Ese dichoso sueño que en el caso de los “mojados” no pasa muchas veces de ser empleado doméstico de algún gringo. Y sin embargo, es mejor que quedarse en casa. Un entierro en Tijuana hablado en inglés y la bandera de las barras y estrellas siendo doblada por soldados al lado sur del río Bravo; la invasión de Afganistán como escenografía grandilocuente donde unos soldados son espejo de la sociedad estadounidense. Delicados detalles. ¿Y Nero? ¿Es el protagonista o es un invitado? El juego del iraní no es malo, pero tampoco es claro y no convence del todo.
Chang Jiang Tu
Yang Chao nos presenta una bellísima obra. La fotografía es la herramienta que usa el director para darnos a entender el precio del mal llamado desarrollo. La lentitud de un viaje por un río enorme y la contundencia de la primera frase que funge como establecimiento de principios de la película. No sé si haberla visto en un teatro haya hecho que sea tan disfrutable en mi caso, porque su ritmo es lento y el real desarrollo se precipita en la última media hora. La voz en off permite que por algunos momentos el espectador se pueda sentir como un niño al que le muestran un libro hermosamente ilustrado y sabiendo que el significado no está en el relato y lo que vemos, sino que hay un trasfondo que nos quiere indicar algún mal hacer o mal actuar. Un largo digno de festival, una estética muy cuidada en fotografía y música que deja en la retina un gran recuerdo.
Chi-raq
La vuelta de Spike Lee se da acompañado de algunos de los suyos. Samuel L. Jackson es el narrador de la comedia griega Lisístrata, donde las mujeres vuelven al rol protector, a la ética del cuidado. Se le agradece al director de Brooklyn la audacia de su puesta en escena: las canciones, los coros, el baile funcionan eficientemente como bálsamos para suavizar el terrible relato de la situación, de la delirante vida dentro de los guetos negros de las ciudades de USA. Como es mejor reír que llorar, nos da por eufeminizar, para rebautizar a la capital del house y el blues como Chi-raq. Son más los caídos por balazos en las calles Chicago que en Iraq y Afganistan juntos. Wesley Snipes, Angela Bassett, John Cusack, otra vez como gurú, son los que acompañan a Lisístrata, Teyonah Parris, en su huelga sexual. La película es efusiva, vibrante y una refrescante manera de volver a los temas que planteaba Lee en su filmografía originalmente.
Where to invade next
El siempre gracioso Michael Moore nos lleva de viaje por algunos países para ponerlos de ejemplo a su gente. La última palabra en el desarrollo moral, económico y social del hombre: la democracia liberal nos debe algunas explicaciones. Sobre todo para los que la “exportan”. Para todo es claro que el sistema no funciona, pero poco se hace, tanto que los ejemplos usados por Moore van en camino contrario a lo pretendido en su documental. El mundo está copiando todo lo malo del imperio. No es sino ver en Latinoamérica como se vive en día a día en la eterna dicotomía entre ser explotado o aguantar hambre. No se habla de comunismo, lejos de allí, lo expresado va más de la mano del comunitarismo, de, otra vez, la ética femenina del cuidado que no solo tiene que ser aplicada o ir por cuenta de las mujeres en cuanto sí liderado por. ¿Cómo volvemos? ¿Cómo nos recuperamos a nosotros mismos? Son las preguntas que quedan en el aire después de documental. Tener en cuenta al hombre dentro de un discurso, que a fuerza de repetición, se nos plantea como el fin de la historia, se ve imposible, pero Moore nos dice hablando en el muro de Berlín: esto comenzó con un martillo y un cincel.