En la India, y según la mitología hindú, el mono es un dios llamado Hánuman, una de las fisonomías de Shiva, y figura relevante del mítico Ramayana. Y esta creencia es lo que el cineasta describe en el día a día de su protagonista, Anjani, quien debe trabajar espantando a las decenas de monos sin dañarlos, ya que pueblan parques y calles. Y también tiene como misión bloquear a los visitantes que llegan a rendirles culto y alimentarlos. Pero el trabajo no es nada simple, ya que Anjani no tiene talento para gritar el “eeb allay ooo” que ahuyenta a los monos. Y por ello, el nombre del film.

Luego de haber hecho algunos trabajos en documental, el cineasta Prateek Vast apuesta por una historia amigable, es decir, que tiene todos los elementos para conciliar con el público, pero su propuesta se va complejizando porque su interés no es solo cumplir con los preceptos de una ficción para entretener, sino que va añadiendo elementos para una radiografía social de su país: la relación con los municipios, el poder estatal, las creencias como parte de las políticas públicas y el desempleo. Su personaje mostrado en la impotencia de no encajar en un oficio absurdo, y allí, el lado más resaltante del film. De alguna manera, Vast logra conciliar algunas características de los clásicos indios, (recuerdo, guardando las distancias, a algunos primeros trabajos de Ritwik Ghatak, que conjugan relatos populares con una comedia particular llena de color local), en su intención de retratar modos de vida, de ponerlos en cuestión, a través de la comedia y humor negro.