BERLINALE 2020: FIRST COW DE KELLY REICHARDT

BERLINALE 2020: FIRST COW DE KELLY REICHARDT

Por Mónica Delgado

Por lo general en el western, como territorio masculino, los mejores amigos se convierten en rivales. Ya sea por luchas por recompensas, mujeres o rencillas familiares. Así pasa, por ejemplo en Showdown (1973) de George Seaton, donde Dean Martin y Rock Hudson terminan rompiendo palitos, ya que uno se vuelve sheriff y el otro en villano; además que para colmo, se enamoran de la misma mujer. Aunque, también están los films de “amigos verdaderos”, como la clásica buddy movie Butch Cassidy and the Sundance Kid (1969) de George Roy Hill, que sin explotar el lado homoerótico, se fortalecía la imagen de una amistad real, recia y varonil entre hombres duros en tiempos en que era necesario atacar el surgimiento de “nuevas masculinidades” post mayo del 68, el verano del amor o los clamores contra la guerra de Vietnam. Entonces, cuando en medio de una vastedad de representaciones de lo que debe “ser un hombre”, fruto de los códigos del western, aparece un film como First Cow, que replantea los roles, en una trama casi desprovista de personajes femeninos.

Si bien ya la la cineasta estadounidense Kelly Reichardt ha realizado films protagonizados por hombres, como en Old Joy (2006), donde también se exploran relaciones entre amigos de modo particular (dos tipos que se van de camping para salir a confrontar sus problemas), en First Cow hay una intención de dotar al género de un referente escaso en el género. Pero este interés responde también al afianzamiento de una relación creativa de años entre la cineasta y su guionista, el novelista Jonathan Raymond (colaborador en Old Joy, Wendy y Lucy o Meek’s Cutoff), cuya marca en las tramas o motivos narrativos es evidente. El film parte de elementos clásicos del western y que responde a un periodo específico de la historia de EE.UU. pero también, de algunos códigos de la buddie movie, porque ante todo, tal como lo dice el epìgrafe de William Blake, “El pájaro, un nido; la araña, una tela; el hombre, la amistad”.

En 2004,  Raymond publicó la novela The Half-Life, en la cual narra dos historias paralelas en tiempos distintos, sobre la naturaleza de la amistad. Una, a inicios del siglo XIX (sobre dos amigos que huyen de unos mercaderes), y otra, ambientada en la década de los ochenta del siglo pasado, (sobre dos amigas que encuentran dos cadáveres en un bosque). En el proyecto que realiza con Reichardt, se elimina la trama de las mujeres y se contextualiza el relato del encuentro de estos dos amigos, un cocinero (John Magaro), quien abandona una caravana de cazadores de pieles, para irse a labrar un futuro, incierto, junto a un chino “emprendedor” (Orion Lee) que escapa de la muerte. De esta manera, siguiendo la veta abierta con Old Joy, este nuevo film de Reichardt trata sobre la relación de estas dos personas desde sus diferencias, pero sobre todo para mostrar que dentro de ese panorama nefasto de colonizadores y mercaderes, hay un tipo de hombres distintos.

Como en las magistrales Meek’s Cutoff, Wendy y Lucy o Certain women, Reichardt brinda al entorno un rol prepoderante (como en todo western además), utilizando planos muy abiertos, o simplemente, a través de escenas que necesitan ubicar en esa densidad a sus personajes, y que en First cow se revela como un entorno rural hostil para la alimentación o la caza. Y como señalan las reglas del género, los malos aquí son los extranjeros extravagantes o los hombres viles que se resisten a la felicidad de los demás. Es decir, en este EE.UU. fundacional que crea Reichardt, se plantea la figura de estos hombres edénicos, dispuestos a robarse un poco de leche de la única vaca de la región para crear el negocio soñado: vender unas frituras que logran alegría y fascinación en los comensales.

El film es un gran flashback, que abre casi en el presente, con un par de escenas que dan cuenta del hallazgo de unos cadáveres por una joven, que escarba y deja la osamenta descubierta. Desde ese momento, la cineasta nos ubica en otro tiempo, para resolver la interrogante. Y la cita con la que abre el film, “El pájaro un nido, la araña una tela, el hombre la amistad”, del poeta William Blake, ya plantea el marco ontológico del film, es decir, que se busca poner en imágenes esta naturaleza intrínseca del ser humano, en el aspecto instintivo y lógicos de las relaciones amicales, que a estas alturas de la historia (de EE.UU.), suena demasiado optimista y revelador.

Podría decirse que First cow “feminiza” de alguna manera esos roles duros e implacables de los western clásicos. Desde el ojo de Reichardt, las relaciones entre hombres, liberadas también de cualquier atisbo homoerótico, son posibles desde aquello que siempre se ha vedado en este tipo de films: sensibilidad, el goce de los sentidos (el tacto o el gusto, por ejemplo), la ternura, o desde esa hermandad ajena a las balas, los puñados de dólares o al duelo. Y esto es lo más interesante del film, donde si bien no hay personajes femeninos, la mirada que ejerce Reichardt sobre sus personajes los humaniza de tal manera, que sentimos que esos personajes nos identifican. Sin embargo, hay un elemento en la puesta en escena, el uso de la música, que parece enfatizar mucho la bonhomía de los protagonistas, como si ya la cadencia amable advirtiera de que estos personajes fuera de lo común, que cocinan con delicadeza, que susurran a bebes intranquilos, que comparten sueños y pesares, son nobles y buenas personas. De todas formas, una de las favoritas de esta edición de la Berlinale.

Competencia oficial
Directora: Kelly Reichardt
Guion: Jonathan Raymond, Kelly Reichardt
Fotografía: Christopher Blauvelt
Edición: Kelly Reichardt
Música: William Tyler
Diseño sonoro: Leslie Shatz
Diseño de producción: Anthony Gasparro
Dirección de arte: Lisa Ward
Vestuario: April Napier
Maquillaje: Jessica Needham
Productores: Vincent Savino, Anish Savjani, Neil Kopp
EE.UU., 2019, 122 min