Por José Sarmiento Hinojosa
Adirley Queiróz y Joana Pimenta han recorrido ya el tránsito de filmografías individuales particularmente sugerentes. Pimenta, desde el campo del experimental, ha trabajado con cierta aproximación tangencial a la etnografía (muchas veces subvirtiendo la lógica etnográfica y supeditándola al desarrollo estrictamente cinemático) desde su experiencia con el Harvard Sensory Ethnographic Lab, en The Figures Carved into the Knife by the Sap of the Banana Trees (2014) y Um campo de aviação (2016), cortometrajes cuya exploración parte del interés de la disciplina híbrida del documental y la ficción, aproximándose a temas como el colonialismo, territorio y la relación hombre/espacio (tierra). Pimenta imagina, no solo la intervención del mundo natural y su desenvolvimiento inevitable en el desarrollo humano durante el desenvolvimiento de la apropiación del territorio por el hombre, sino también ciudades construidas como imaginarios inmanentes que se presentan constantemente (en Um campo de aviação) como arcadias fallidas, o planos que se recorren pensando en una ciudad imaginada que enfrenta a los árboles de plátano, a un volcán, a la misma tierra.
Del otro lado, Adirley Queirós, imagina también estas arcadias perdidas, pero recreando una fantasía de ciencia ficción alimentada por el documental y por la participación activa de las poblaciones involucradas (y los territorios) y sus interacciones intermediadas, en improvisación, o en franca documentación. Viajeros del tiempo, agentes intergalácticos, asesinatos, prisiones y exilios, motociclistas y siempre un estado totalitario en modo vigilancia y castigo. De esta manera, también podemos entender a Mato Seco em Chamas (2022) como parte de una trilogía que viene presentando Queirós desde Braco Sai, Prieto Fica (2014), recorriendo la sugerente Era Uma Vez Brasília (2017) y culminando (quizá) en este último largometraje de dos horas y media de duración. Queirós, quien parece haber transitado del caos distópico de sus primeros filmes hacia una especie de explícita revuelta, algo que parece responder directamente al gobierno y políticas fascistas de Bolsonaro (quien es presidente también en este universo paralelo futuro). Al parecer, la urgencia de ubicar desde una ficción polos de resistencia desde las bases “periféricas” -territorio de los desclasados, ha llevado a los cineastas a recrear esta especie de ciencia ficción con tonos de western y documental híbrido.
En Mato Seco em Chamas, Ceilândia y Brasilia, son dos territorios que parecen ser antípodas de una misma nación. Sol Nasciente es el satélite desde el que se gesta un gesto de resistencia. Y es particularmente sugerente que sean las mujeres del lugar la que recuperen su agencia: agencia sobre los medios de producción local, apoderándose del petróleo del lugar para revenderlo a motociclistas a cambio de un corte de sus ventas de droga, agencia de lo biopolítico, su cuerpo, lo performático/libidinal, de la contravigilancia del estado, de su mismo rol como personas políticas listas a subvertir el status quo. Y desde rallys políticos representando al “partido político de los prisioneros”, danzas sugestivas y disposición del eros en locales y buses, recorridos en motocicleta a campo abierto en medio de un paisaje desértico, estas mujeres, encabezadas por su líder, Chitara, abren grietas en los cimientos de un estado dictatorial, representado por el solitario vehículo de vigilancia “futurista” que recorre las calles de la ciudad. El saludo fascista, el saludo con el brazo extendido y las palmas abiertas de las fuerzas del orden no es sutil: es representado precisamente con la violencia ideológica de quienes la esgrimen.
Y a pesar de ello, de los disparos, de las escenas a-la-Mad Max y esta distopía desde donde resiste y sobrevive esta comunidad de mujeres, las dos horas y media del metraje dedican el pulso narrativo desde la observación del intercambio de diálogos entre sus protagonistas: Chitara, Léa y el resto de ellas. Es difícil circunnavegar las aguas en donde precisamente el registro documental se superpone sobre la ficción como una observación que integra ambos elementos en un mismo filme. Y es precisamente por que las conversaciones que se suceden, probablemente registradas desde la misma voz interna de sus protagonistas, son parte del elemento primario, el combustible de una obra que gravita el espacio de las periferias y la vida de estas mujeres al margen. Hasta la ilegalidad no les es velada: la resistencia no conoce de leyes, reglas u políticas de lucha ante la opresión totalitaria.
Mato Seco em Chamas culmina con una procesión de motociclistas luego del incendio del aparato represor, representado en el vehículo blindado de la policía. Un final que adopta la épica western como declaración de principios, pero en este caso, principios de subversión elemental frente a la represión. Un filme notable en la filmografía de ambos cineastas.
Berlinale Forum
Directora, directora de fotografía, script: Joana Pimenta
Director, script, productor: Adirley Queiróz
Editora: Cristina Amaral
Cast: Joana Darc, Léa Alves, Andreia Vieira, Débora Alencar, Gleide Firmino
Brasil, Portugal, 2022