Por Mónica Delgado
En una primera instancia, el atractivo de este reciente film de François Ozon, presentado como película inaugural de la 72º Berlinale, sería la adaptación libre del emblemático film de Rainer W. Fassbinder, como subversión de algunos arquetipos del universo femenino aquí trasladados al ámbito de la masculinidad. Sin embargo, pese a una hazaña que podría resultar innecesaria (con mucho eco a la intención de Gus van Sant, al realizar una versión contemporánea de Psycho), hay algunos elementos propuestos por Ozon que podrían rescatar al film del cadalso. Pero, ¿lo salvan?
La historia de Peter von Kant es cuasi la misma que el original: un hombre famoso, maduro y sin ocupación (Denis Ménochet), que vive en un departamento de clase media, junto a su sirviente Karl (Stéfan Crépon), es visitado por una amiga (Isabelle Adjani), una ex cantante de moda y actriz también famosa, quien le presenta a un aspirante a modelo (Khalil Gharbia). A raíz de este encuentro, Peter se enamorará y vivirá un amor tormentoso. Toda la puesta en escena teatral de Fassbinder, es aquí conservada, aunque Ozon opta por ubicar este departamento en una suerte de plaza, y que es mostrada varias veces desde exteriores, como puntos de fuga dramáticos. Por otro lado, este sentido teatral, sostenido en largos diálogos, es aquí abandonado, por una puesta que va fragmentando las situaciones desde planos de todo tipo, dispersando el drama y la tensión de los personajes.
Uno de estos elementos que podría salvar al film del hundimiento es el carácter metafílmico del personaje de Peter von Kant, un cineasta y guionista en decadencia, encarnado por Denis Ménochet, quien por su fisonomía y vestuario icónico evoca claramente al cineasta alemán, tanto en el guiño a su relación conflictiva con algunos actores o actrices como por su carácter hedonista y burlesco (o al menos en el estereotipo que se conserva del director). Este aspecto podría enriquecer a este nuevo Peter, que está despojado de todo lo que implicaba el personaje de Petra von Kant, interpretado en el film original de 1972 por Margit Carstensen. Sin embargo, pese a este guiño metatextual, de jugar con la idea de este “Rainer von Kant”, asoma rápidamente el problema más grande de este trabajo de Ozon: la decisión de trivializar los diálogos, que en el film de Fasbbinder son extensos y propician una profundidad en la sensibilidad de todos los personajes. Toda la médula del drama amoroso fassbinderiano aquí en la versión de Ozon es destruida (ni qué decir de la forzada aparición de Hanna Schygulla).
Podría afirmarse también que liar a Ozon con Fassbinder no es nada nuevo. Incluso, algunos films de la carrera inicial del cineasta francés remiten a este espíritu queer y kitsch de algunos trabajos del cineasta alemán, quizás su film Gouttes d’eau sur pierres brûlantes del año 2000. En Peter von Kant, por un lado, aparece con creces la idea del pastiche, pero de un modo fácil, sin matices, sin exploración de las motivaciones de los personajes. Y por otro, una suerte de desparpajo, donde poco a poco, las lágrimas amargas de Petra se van convirtiendo en las amargas lágrimas de los admiradores del trabajo de Fassbinder.
Película inaugural
Dirección y guion: François Ozon
Producción: François Ozon
Música: Clemens Ducol
Cámara: Manuel Dacosse
Reparto: Denis Ménochet, Isabelle Adjani, Khalil Gharbia, Hanna Schygulla, Stéfan Crépon, Aminthe Audiard
Francia, 2022, 90 min.