Por Mónica Delgado
Ganadora a mejor largo en el reciente DocumentaMadrid, el film del georgiano Rati Oneli es la rememoración a partir de los vestigios de una ciudad casi abandonada, Chiatura, que se vuelve materia de un periodo postsoviético, que se resiste a morir. A partir del seguimiento a algunos personajes que viven en torno a los restos de una mina, que alguna vez alimentó de materia prima en periodos industriales de la ex URSS, Oneli realiza el retrato de esta ciudad cuasi perdida, donde los personajes intentan darle vida, con clases de música, teatro o simplemente conversaciones a la luz de la tarde.
Al ver City of the Sun es probable que se establezcan relaciones con las motivaciones de un film como All the Cities of the North, del serbio Dane Komljen, en la medida que ambos trabajos se detienen en la supervivencia en ciudades abandonadas, donde el hábitat va amoldando la forma de vivir y sentir de los personajes, en unos fantasmales y en otros, estimulados por diversas actividades que van ennobleciendo el entorno. Si en la película serbia existe más bien una necesidad de habitar subrepticiamente o a modo de okupas un espacio diseñado para la convivencia en comunidad, bajo un estilo arquitectónico socialista, lo que Oneli muestra en su film es más bien el espacio de la mina como rector de un microsistema económico que persiste, y con ello la urgencia de mantener lo que significa una comunidad unida.
Como si se tratara de una utopía extraña, Oneli va haciendo de Chiatura una arcadia físicamente en ruinas o envejecida, en un espacio que se sostiene por el espíritu de las diversas actividades “humanistas” que los personajes realizan: danza, canto, teatro, deporte, poesía. Por ello el plano inicial, de un dron que se acerca lentamente a la ciudad, adquiere una dimensión mítica o legendaria, en la medida que una voz grave anuncia a modo de metáforas o versos, la naturaleza del espacio como detonante de una perspectiva de vida quizás al borde del abismo.
Otro valor de City of Sun, que se suma al estilo del cineasta que va articulando acciones de los tres o cuatro personajes emblemas (un profesor de música, un actor, y unas deportistas adolescentes) que buscan documentar con sus trabajos la resistencia al olvido, está en la fotografía de Arseni Khachaturan, que evoca imaginarios de film rusos de espíritu apocalíptico o de sci-fi, que nos mete de lleno en una mina aún activa (también inevitable asociar al uso fotográfico de la boliviana Viejo Calavera), donde pareciera que asistiéramos al rescate de las luces en resquicios, como estos personajes de resistencia y mística, en medio de estas cavernas industriales.
Competencia Internacional de Largometraje- Ganadora
Director: Rati Oneli
Guión: Dea Kulumbegashvili, Rati Oneli
Director de fotografía: Arseni Khachaturan
Editor: Ramiro Suarez
Diseño de sonido: Andrey Dergachev
Sonido: Sonia Matrosova, Alexey Kobzar
Productores Dea Kulumbegashvili, OFA / Office of Film Architecture, Rati Oneli, OFA / Office of Film Architecture, Jim Stark
Georgia, EEUU, Qatar, Holanda, 2017