EDWARD DE YBARRA: “MÁS ME EMOCIONA QUE SE QUIEBREN LAS FRONTERAS ENTRE EL CINE Y LA VIDA”

EDWARD DE YBARRA: “MÁS ME EMOCIONA QUE SE QUIEBREN LAS FRONTERAS ENTRE EL CINE Y LA VIDA”

Foto: Vicky Arias.

Por Mónica Delgado

Los trabajos del joven artista visual y cineasta arequipeño Edward de Ybarra irrumpieron hace algunos años en el escenario del cine independiente para interpelar el lenguaje y sus formas de representación, desde lo político y desde lo social. Sus trabajos cuestionan, o como lo dice el propio cineasta “deshacen”, quiebran. En esta entrevista nos habla de su faceta como cineasta pero también como gestor cultural a través de Corriente, Encuentro Latinoamericano de No Ficción, que se realiza cada año en Arequipa, y sobre la situación del cine regional ante el centralismo limeño y sus políticas públicas.

Desistfilm: Tanto en Dictado (2016) como en Las Imágenes, las imágenes, las imágenes (2017) se percibe un cuidado trabajo de tesis. En ambos hay propuestas conceptuales en el modo de abordar la representación y la construcción del lenguaje. ¿Cuáles son tus mayores intereses o motivaciones al realizar estas películas?

Edward de Ybarra: Me preocupa y fascina el proceso de usar un lenguaje para enunciar algo, y cómo ese proceso forma parte de la vida, la atraviesa y es expresión de la misma. Me gusta tener en cuenta cada uno de los elementos que uso en la realización, y suelo encontrarle a cada elemento diversos sentidos, busco sumergirme en ellos y hacer de ellos algo en lo que otras personas puedan sumergirse y moverse ampliamente.

Más que intereses o motivaciones creo que tengo necesidades. Ambos cortos son expresiones que hice como reacción a necesidades que surgieron en mí vida en algún momento. Algunas más transparentes y otras más urgentes.

Desistfilm: En Dictado hay un trasfondo político claro, que se va construyendo a partir de la figura de los fantasmas de la subalternidad (los sin voces, en un evento que se supone da voz a los que no la tienen -las protestas), ¿cómo desarrollaste a partir de esta denuncia o afrenta política la estética de tu corto?, o si el proceso fue a la inversa, primero lo visual y luego “el mensaje”.

Edward de Ybarra: En el 2015, en Arequipa y el Valle de Tambo se dieron fuertes protestas contra el proyecto minero Tía María, en las cuales ocurrieron sucesos graves, que se dieron a conocer principalmente a través de registros audiovisuales. Fue tan fuerte que creo era difícil no ver lo que estaba pasando y sentirse interpelado por ello.

Yo me sentí involucrado e interpelado a partir de un hecho que me pareció demasiado brutal. El hecho fue la “sembrada” que se le quiso hacer al agricultor Antonio Coasaca, que era una de las personas que estuvo protestando en el Valle de Tambo y que fue detenida por la policía. Ese suceso se registró y dio a conocer públicamente de dos maneras. Primero, se publicó una foto del hecho en el diario Correo, en el que se veía al agricultor flanqueado de policías y sosteniendo un “miguelito” (un arma artesanal). La foto se presentó como registro visual que sustentaba el discurso oficial, y el periodístico, de que los protestantes estaban usando armas y atentando contra la vida de los policías, y que por ende la protesta no era pacífica.

Segundo, se hizo público en Youtube un video registrado por periodistas de la zona, que informaban desde el lado de los protestantes, en el que se ve cómo un policía, que lleva el rostro cubierto, y en cuyo marbete se indicaba el nombre de “Filosofexxx”, le hacía coger por la fuerza dicho objeto al agricultor detenido. Así se hizo evidente que el policía le sembró el arma al agricultor.

Para mí este suceso hizo manifiestas varias tensiones acerca de las maneras en las que estaba siendo “representado” este conflicto, principalmente desde las miradas y discursos situados en los dos bandos opuestos del mismo. Por un lado el discurso oficial y por el otro el discurso disidente. Ambos registros afectaban gravemente la vida de esta persona. La foto lo condenaba y el video lo salvaba. La imagen se usaba como recurso fundamental en esta lucha y fractura social. Por un lado, se usaba como recurso de criminalización de la protesta y por el otro, como recurso para visibilizar la represión de las fuerzas del Estado.

Para mí, se hizo notorio que el conflicto en el plano simbólico era crucial, ya que estas imágenes, o discursos visuales, buscaban imponerse en el imaginario de quienes no estábamos en las protestas y no vivíamos ese hecho en carne propia, y a quienes solo nos quedaba verlo todo desde lejos. Y precisamente a través de estas representaciones que suelen situarse en lugares bien demarcados, el lugar de los que están a favor o el lugar de los que están en contra, y a través de manifestaciones profundamente violentas, que revelan no solo lo referido a las protestas, sino además procesos y traumas violentos que llevamos quizás dentro nuestro, individual y colectivamente, desde hace siglos, y que se reiteran y emergen constantemente. Ese suceso, y todo lo que podía implicar, fue el germen de lo que se propone en Dictado.

La forma, contenido y propuesta visual de Dictado se me ocurrieron mientras volvía a mi casa en una unidad del transporte público. Ya tenía propuestas de cómo hacerlo rondándome la cabeza, y andaba dándole vueltas. Había hecho ya una serie de collages digitales que partían como de la misma premisa, para una carpeta colaborativa que se hizo al respecto del conflicto. Además había visto un registro fotográfico y otro audiovisual de las protestas en Arequipa, que habían sido realizadas por dos amigos de Monopelao. Estos tres materiales se cruzaron y la película fue apareciendo en mi cabeza, se me ocurrió casi de una, mientras volvía a mi casa en ese transporte público. Y mientras iba imaginando la película iba dibujando y anotando pautas en un cuaderno. Cuando llegué a mi casa ya tenía la película concebida. Luego me tomó un año editarla junto a otro amigo, trabajar el material existente y hacer el faltante, pero al final terminó siendo esencialmente como lo concebí en ese viaje en una couster.

La violencia es uno de los contenidos principales del corto, y algo que hice con el material con el que contaba fue violentarlo, deshacerlo, y eso me posibilitó hallar lugares alternativos, u otros lugares, desde donde mirar el conflicto. Encontré además varias posibilidades de enunciación y emoción en la imagen misma, que ayudaba a que el discurso cinematográfico no estuviera tan cercado en un “a favor de” o “en contra de”, aunque finalmente me sentí más cerca al lugar de la disidencia.

La palabra es otro elemento fundamental, es la que despliega el tipo de aire en el que se desenvolverán cada uno de los fragmentos de la película, y la que contagia y activa, en su reiteración, a la imagen de varios sentidos. El siguiente texto es una muestra de cómo fue la suerte de guion con el que trabajé.

“Ciudad blanca”

La desaparición o supresión del discurso disidente y luego de su enunciador. Eliminar la voz y luego al que habla. Así, una ciudad blanca es una ciudad higienizada y enmudecida.

“Rabia”,

El odio como una enfermedad que se contagia por la lengua, que prolifera y mata.

“Tajo”

El tajo abierto, la herida física, el cuerpo herido y muerto. Como la consecuencia y el impacto más nefasto del conflicto.

“Diálogo”.

El diálogo como algo difuso, como una relación violenta.

Dictado (2016)

Desistfilm: En Las Imágenes, las imágenes, las imágenes percibimos un propuesta de ensamblar significados, de producir nuevos sentidos, desde el collage, el footage, la apropiación, y de imágenes propias, sobre la misma materialidad en que se construye lo visual.¿Cómo nace esta apuesta? Sabemos que pertenece a una instalación o a un paquete más completo. Cuéntanos más sobre este nuevo trabajo.

Edward de Ybarra: Las Imágenes, las imágenes, las imágenes es más personal. A diferencia de Dictado, es un trabajo que se fue haciendo en el proceso. Comenzó a tener cuerpo como una carta audiovisual y se hizo en el marco de un concurso de la Alianza Francesa, que tenía como tema los cien años del urinario de Duchamp y el Ready Made, yo dejé de lado el tema, y de esa manera también dejé de lado el concurso en gran medida, pues decidí hacer algo acerca de lo que estaba sucediendo durante esos meses en la vida de mi familia, y que aún seguimos atravesando, o nos sigue atravesando, y que tiene que ver con la salud de mi hijito. Creo que fue lo único que podía hacer en esos momentos, necesitaba hablar de lo que nos estaba pasando a mí y a mis seres más queridos, hablarlo en principio para nosotros. Entonces en este corto se plantea eso de entrada, que es más crucial hablar de la vida de uno, antes que del ready made o cualquier otro tema. Las situaciones difíciles hacen que el resto de cosas pierdan sentido.

Y ese discurso personal lo vinculé a la piratería de películas, como expresión y práctica colectiva latinoamericana, que dejando de ser una práctica mecánica de reproducción de contenidos, en su mayoría provenientes de las industrias cinematográficas del extranjero, puede ser una práctica que posibilite el desarrollo de discursos cinematográficos enunciados desde nuestras propias subjetividades. Es nuevamente contraponer lo personal a lo ajeno. Y en esos términos, acompañaban al corto otras piezas gráficas.

Una de ellas era el empaque pirata de la película, y varias fotocopias del mismo, que hacían que la imagen original del empaque vaya alterándose en cada proceso de copia, para proponer así la copia como práctica de transformación. Y la otra pieza era una serie de mapas, en los que figuraban los principales centros de distribución de películas piratas de varias ciudades del país. Estaban dispuestos uno al lado del otro, formando una sucesión horizontal, encima de la cual se iba trazando una ruta, un recorrido, que era a su vez una serpiente que evocaba a las serpientes representadas en la iconografía prehispánica. Era una línea que nacía en Polvos azules de Lima y terminaba en el centro comercial Siglo XX de Arequipa, y que estaba trazada con papel para calcar.

Volviendo al corto. Suelo llevar cuadernos conmigo, y anoto ahí los hallazgos que suelo encontrar o las intuiciones que suelo tener, luces que voy encontrando o que considero me son entregadas. En este proceso de meses, estuve anotando palabras o imágenes, a las cuales poco a poco fui encontrándoles un proceso, una forma, un cuerpo, en el que tuvieran lugar esos hallazgos, esas palabras e imágenes que necesitaba, que necesito, ante la incertidumbre de la enfermedad y la necesidad de encontrar una cura.

Esta película es un ritual, una carta, un diario, un collage, una cajita de imágenes y palabras que necesito tener conmigo, que necesitaba hacer, es un botiquín, un rezo, expresar la necesidad de ver, de mirar, de aceptar, es un acto de fe, o busca ser un encuentro con la fe, con la magia, con la luz, con el amor, un encuentro que se busca en las imágenes, en cómo fueron hechas, en el tiempo y la forma que despliegan, en lo que la imagen lleva de nuestras vidas, en las maneras en las que la vida se hace y deshace en esas imágenes.

Lucho Hernández decía: “solo la poesía salvará al Perú”. Yo en Las imágenes… trato de empezar a creer en esa poesía, de hacer ese cine, para salvarme, para salvar a mi hijo, a los míos, aunque sea un poquito. Es una expresión de fe en el cine, en la poesía, en las imágenes, las imágenes, las imágenes. Una fe que dicho sea de paso se vio incitada en mi participación en Transfrontera, donde las necesidades que tenía fueron hallando cuerpo, pues fue ahí donde el corto empezó a hacerse.

Las imágenes, las imágenes, las imágenes (2017)

Desistfilm: ¿Cuéntanos cómo fue tu acercamiento desde las artes visuales al cine? Háblanos de tu proceso de formación.

Edward de Ybarra: Creo que un poco antes que el cine, hallé la poesía, la poesía peruana que desde el colegio hasta el día de hoy me sobrepasa como un astro volador que me gusta tener presente en mi cotidiano. Luego digamos que la música, el cine, la pintura, el teatro, el ruido, la performance, el accionismo, la fotografía, el grabado, las artes populares, y más cosas me han ido gustando. No obstante es la poesía lo más luminoso para mí, y lo que espero esté presente de una u otra manera en lo que hago.

En un principio me sentía poca cosa, me siento aún, a veces, poca cosa para lo que quiero hacer, por ello saliendo del colegio no me la creí, no creí que podía ser pintor, o escritor, que fueron dos oficios que en el fondo quería ser o estudiar en ese momento, y como me auto desalentaba, me metí a estudiar comunicación, que me parecía más fácil, finalmente fue un error, pues la universidad pública, donde estudié (la Universidad San Agustín), era un verdadero fiasco, al menos en la escuela de comunicación. De todos modos acabé la carrera.

Ahora, en mí quehacer, todas esas prácticas se confunden, contagian, mutan, son un solo cuerpo. Para mí la poesía es cine, el cine es collage, el collage tiene algo que ver con la pornografía, el celuloide es como la xilografía, y así.

Antes de estudiar artes plásticas ya quería hacer películas, y de hecho hice algunos cortos animados que nunca mostré públicamente. Era una serie corta hecha en un programa llamado “flash”. La serie se llamaba poemas mudos, pues eran una suerte de caligramas animados en una onda a blanco y negro, tipo cine mudo. Creo que si no hice antes películas, fue porque no tenía cámara, digamos que con estos cortos empecé haciendo cine sin cámara, pues lo que si tenía era una computadora. Solo uno de ellos lo he mostrado, que es uno que forma parte de Las imágenes…

Esto lo cuento para decir que no me he acercado al cine desde las artes visuales, pues ya con el colectivo Monopelao habíamos hecho algunos cortos documentales cuando recién empezaba mis estudios en la escuela de arte, a la cual me metí a estudiar pintura, estando ya unos tres años estudiando Comunicación y habiéndome integrado ya al colectivo, que en ese entonces era un colectivo universitario y que ahora es una asociación a la cual ya no pertenezco.

Mi primera exposición individual fue una instalación homenaje a Eielson, que presenté en el marco de un festival de poesía en Arequipa, y como parte del mismo proyecto hice y presenté mi primer corto, Cuerpo multiplicado. Creo que cuando empecé a presentar obra personal, ya tenía cruzadas varias prácticas, así que no diría que he hecho un recorrido lineal de una a otra, más bien iba saltando entre estas de manera más caótica y difusa.

En cuanto a mi formación creo que no aprendí casi nada en la universidad. En la escuela de artes si aprendí varias cosas que me son valiosas. No obstante creo que mi formación principalmente se ha dado en espacios alternativos como talleres, festivales, cineclubes, encuentros, labs, fiestas, ferias, caravanas o viajes, entre otros.

Desistfilm: ¿Cómo describirías la experiencia de trabajar en las fronteras del documental y el videoarte? ¿O consideras que esta frontera es difusa o en todo caso permeable? Lo menciono porque hay un trabajo conceptual interesante en tus trabajos que más podría ubicarse en una experiencia que interpela el lenguaje desde el footage, la intervención, la apropiación, pero también sobre los espacios desde donde el espectador se ubica para verlos.

Edward de Ybarra: No solo las fronteras del documental y el experimental me parecen difusas e innecesarias, sino también las fronteras entre el cine y otros lenguajes. Y quizás lo que más me emociona es que se quiebren las fronteras entre el cine y la vida, y quizás esas fronteras tengan que ver bastante con el “lenguaje” en sí, en este caso el “lenguaje cinematográfico”, tal vez por ello me emociona deshacerlo, romperlo, para confundir más aún la expresión y la vida, esa es una de las constantes más presentes en lo que hago.

Según la necesidad que tenga, voy decidiendo el lenguaje que usaré. No deseo situarme del todo en uno u otro lado. En este sentido, amo las intersecciones, los choques, las colisiones, los nudos, los enredos, los contagios, las posibilidades, la transformación. No quiero cercarme, creo en un cine libertario, mutante, popular,

Desistfilm:  Trabajas activamente en Arequipa, ¿cómo evalúas la situación actual del cine independiente que se hace en la región?

Creo que todo el cine que se hace en Arequipa, de una u otra forma, es independiente. Al menos, todo el que conozco. Y creo que la mayoría se sitúa en los ámbitos de la no ficción. Más específicamente en el documental, el experimental y el video arte. Es un cine en su conjunto que ha empezado a hacerse principalmente a partir del año 2000.

Destaca la figura de Miguel Barreda, que ha hecho experimental, documental y ahora está haciendo ficción, es probablemente el cineasta más activo en Arequipa, con 03 largometrajes y bastantes cortos en su haber, y con 02 largos más en proceso de realización, detrás de los cuales, en su mayoría, hay un buen trabajo de obtención de fondos y financiamiento para poder solventar producciones costosas y en las que participan un equipo numeroso de profesionales. Sin embargo considero que el presente y el futuro del cine en Arequipa están sobre los hombros de una generación de realizadores que tienen entre 20 y 40 años, y trabajan en condiciones muy distintas a las de Miguel. Ahí están Karina Cáceres, Mauricio Banda, Cecilia Cerdeña, Nereida Apaza, entre otros, que integran una movida no muy numerosa y que poco a poco está desarrollándose. Algo que tienen en común el grueso de estos realizadores, además de hacer cine de No Ficción, es que suelen trabajar en solitario, con pocos recursos y dedicarse además a otras prácticas creadoras, como las artes plásticas o las artes sonoras experimentales.

Últimamente están apareciendo realizadores más jóvenes, que están inclinándose por la ficción y apuntando me parece a trabajar de una forma más cercana a la de Miguel Barreda.

Algo que me parece bueno es que es una movida en la cual varios de los realizadores tienen vínculos afectivos entre sí, lo cual influye en que esta sea una comunidad libre de conflictos inútiles y donde existe respeto al trabajo del otro. Aunque en conjunto es un cine que sobrevive en la precariedad, hay propuestas de una valiosa singularidad dentro del cine Peruano actual, como la de los realizadores mencionados.

Desistfilm: Hay un debate pendiente sobre las políticas públicas de fomenta del cine y las prioridades de las regiones. Compártenos tu punto de vista sobre esta situación, sobre cómo has visto este panorama de concursos de incentivos dentro de políticas centralizadas.

Edward de Ybarra: Creo que son varias las situaciones en las que se hace cine en el Perú, y esa variedad despliega posibilidades heterogéneas para el cine peruano en su conjunto. En todos sus aspectos. Y eso es lo que han hecho los llamados “cineastas regionales”, abrir montón de posibilidades en los modos de hacer, en la simbología, en los discursos, en las formas y el lenguaje, en la estética, en la distribución y exhibición, incluso en los modos de entender los fondos. Que exista una discusión actualmente al respecto, gracias a los cuestionamientos hechos por varios de estos cineastas, creo que es un aporte que se debe valorar.

Considero que si se amplían los criterios que se usan para distribuir los fondos, es bastante probable que más personas tengan la posibilidad de aplicar y acceder a los mismos, y por ende creo que se haría más cine en el Perú.

Una vez escuché decir al cineasta chileno, Ignacio Agüero, que la única vez que escribió un guion para sus películas fue cuando tuvo que postular a un fondo. El planteaba una pregunta algo así: ¿Cómo escribir lo que aún no se ha vivido? Cuando escuché ello recordé que varios de los cineastas llamados “regionales” en el Perú, plantean y piden alternativas, por ejemplo, a los formatos establecidos de guion que hay que presentar al momento de postular a un fondo de realización. En estos términos, creo que el grueso del cine hecho fuera de Lima, se vive de otra manera, y por ello se hace de otras maneras. Y ya sea por necesidad, defecto, ingenuidad o de forma voluntaria, es un cine que en varios aspectos ha transgredido las normas y estándares para ampliar las posibilidades, el panorama y la riqueza del cine peruano. Creo que estaría bueno alterar los criterios actualmente establecidos en los fondos concursables del estado, para que la norma le siga el ritmo a la realidad y no al revés.

Las imágenes, las imágenes, las imágenes (2017)

Sería bueno que el estado investigue seriamente cómo son las circunstancias en las que se están haciendo las películas fuera de Lima, cómo se plantean por ejemplo: los guiones, planes de rodaje, de producción o exhibición, y ofrecer alternativas a ello. El llamado “cine regional” es un hecho, las películas se hacen y son varias. Algunos años, de los últimos 20, se ha hecho más cine fuera de Lima que en Lima. Es una realidad, guste o no, y que se hace en su mayoría sin apoyo del estado, y es notorio que el estado desconoce mucho de la actividad cinematográfica fuera de Lima. Y esto es grave pues el “Cine regional” representa alrededor del 40 % del cine nacional. Emilio Bustamante y Jaime Luna Victoria, en la investigación que hicieron sobre el tema, publicada en su libro “Las miradas múltiples”, han contabilizado que entre 1996 y el 2015, se estrenaron 145 largometrajes regionales no limeños, y en el mismo periodo contabilizaron el estreno de 175 largometrajes limeños. Yo creo que esa proporción en unos años se invertirá, pues cada vez aparecen más realizadores jóvenes en las distintas regiones del país. Y la forma en la que los fondos están dispuestos y se distribuyen en la actualidad no corresponde ni responde a esa realidad.

Otro aspecto que considero no se toma lo suficientemente en cuenta, siendo importante, son las brechas que existen entre las condiciones que hay entre la capital y las demás regiones del país, y los fondos destinados para regiones deberían responder también a esas brechas. Creo que en Lima no son conscientes de esas diferencias pues desconocen realmente las necesidades o carencias que tenemos fuera de lima. Ya de por sí, los trámites que se hacen cuando se obtiene un premio, son más caros para quienes no viven en Lima. Por ejemplo, para asistir a la firma del acta hay que viajar a Lima (una actividad que dura menos de una hora), para recoger el cheque hay que hacer otro viaje a Lima (trámite que toma en hacerse menos de media hora), para asistir a la ceremonia en la que se entregan los reconocimientos y diplomas (esa no sé cuánto dura pues nunca he asistido), hay que hacer un tercer viaje. En esos tres viajes alguien de Arequipa, viajando por tierra, gastaría unos 600 soles, solo en pasajes, si le sumamos gastos mínimos de estadía, probablemente estaríamos hablando de unos 1000 soles en total, para los mismos trámites, alguien en Lima probablemente solo gasta sus pasajes y no creo que gaste más de 50 soles en total. Si existiera una política descentralizada podrían hacerse estos trámites en las Direcciones de Cultura de cada región. Y nos ahorraríamos no solo esos 1000 soles, sino además mucho tiempo.

El centralismo es tan fuerte que incluso cuando el Ministerio trata de hacer actividades fuera de Lima, sigue siendo centralista. Hace unos años apliqué a una convocatoria del encuentro Conecta, que organiza el Ministerio de cultura, y que esa vez se iba a realizar en Cusco, gané la aplicación para presentar el proyecto del encuentro Corriente en una de las actividades del evento, y el Ministerio debía cubrir mi movilidad por tierra, de Arequipa a Cusco, según como las bases lo indicaban. Para coordinar esa ayuda a la movilidad, un funcionario del Ministerio me llamó para consultarme cuándo iba a salir de viaje, yo le indiqué que un día antes de la fecha en que comenzaba el Conecta, y se sorprendió y me dijo que ¿cómo era posible que salga un día antes? , pues según él no iba a llegar a tiempo al evento, pues ellos habían dispuesto que tenía que viajar de Arequipa a Lima primero y luego de Lima a Cusco, es decir, me estaba diciendo que para el Ministerio el camino más adecuado de llegar de Arequipa a Cusco por tierra era hacer la ruta Arequipa – Lima – Cusco, que es un viaje como de día y medio. Yo le indiqué al funcionario que de Arequipa a Cusco eran 10 horas de viaje y que era absurdo hacer el viaje que ellos me indicaban. Me sorprendió notar que existe un fuerte imaginario en la capital que cree que todo lo que pasa en el Perú tiene que pasar por Lima. Y eso no me sucedió solo a mí, le pasó lo mismo a otros amigos que también habían ganado esa ayuda a la movilidad. Uno de ellos, le pidió al funcionario que busque un mapa para que vea donde estaban ubicados Arequipa y Cusco. Obviamente no hicimos caso al ministerio y tomamos la ruta más corta. Cuando estuvimos ya en Cusco, en el Conecta, los representantes del Ministerio y organizadores del evento, en más de una ocasión hacían notar que este era el primer Conecta que se hacía fuera de Lima, y que, por ende, se estaban descentralizando estas actividades.

Yo creo que la descentralización no tiene que ver solamente con que desde Lima se propongan acciones en otras regiones del país, yo creo que tiene que ver con cuestiones más profundas y complejas como qué en Lima realmente se den cuenta que son una región más y que para ir de Arequipa a Cusco no hay que pasar por Lima, o que para hacer cine en el Perú, no hay que pasar por Lima, no debería ser así. Pero lamentablemente por el centralismo algunas cosas aún son así. Por ejemplo, para que un cineasta extranjero asista invitado a un festival en Arequipa, hay que comprarle un pasaje aéreo de su país a Lima y luego de Lima a Arequipa, es más barato para un festival de Lima invitar a un cineasta de otro país, pero sin embargo, contamos con la misma cantidad de fondos. Claro, uno puede encontrar alternativas ante esa situación, por ejemplo, en Arequipa estamos más cerca, por tierra, de La Paz y de Arica que de Lima, y ello es algo que estamos aprovechando para invitar cineastas de ambos países, pero para el resto de países esa estrategia no nos funciona.

El Perú no es Lima y sería bueno que el Ministerio de Cultura y Dirección del Audiovisual, la Fonografía y los Nuevos Medios (DAFO) lo tengan en cuenta y lo interioricen realmente. Que noten por ejemplo que fuera de Lima no tenemos salas de exhibición alternativas donde se puedan pasar películas en DCP o en 16 o 35 mm.  Eso sin duda afecta nuestra forma de ver películas. Al no contar con estos espacios los festivales o encuentros de cine se ven en problemas, pues no contamos con espacios adecuados para poder presentar películas o invitar a directores que exigen una proyección con esas condiciones, por ende, estamos limitados a no acceder a ciertos contenidos. En Arequipa no existe ninguna sala, ni alternativa ni comercial, en la que se pueda ver actualmente una película en 35 mm. Esa hermosa experiencia simplemente no podemos experimentarla, eso es desigualdad e inequidad. Si DAFO realmente tendría una política descentralizadora, debería preocuparse en, por ejemplo, implementar una sala como la sala Armando Robles Godoy en cada región del país. Yo cuando invito a un cineasta extranjero a venir a Arequipa, además de convencerlo de que venga y nos permita pasar sus películas, debo convencerlo de que las pase en condiciones inadecuadas, en salas pequeñas, o salas de centros culturales, donde en medio de la película se escucha el timbre de recreo de las personas que ahí estudian, o en teatros donde hay que improvisar pantallas o salas donde se proyecta simplemente en la pared. Cuando decimos que fuera de Lima es más difícil hacer un festival o una película, creo que no nos equivocamos. Y hacer notar esto no es una queja, es un sinceramiento, ser honestos con nuestra precariedad para desde ahí proponer y hacer lo que podamos con lo que tenemos.

Yo personalmente incido en señalar todo esto pues considero que el cine debería ser un derecho, pero así como están las cosas en el Perú, es un privilegio, y es en Lima en donde se tiene mayor acceso a ese privilegio. Y creo que si algo de esta situación cambia, será gracias a lo que se haga fuera de Lima y no desde la capital, por ello me parece fundamental proteger los fondos que están destinados para regiones, pues es necesario contar con esos recursos para precisamente proponer estos cambios y transformaciones desde nuestras acciones, desde lo que podemos hacer fuera de Lima, si los fondos se nos quitan haciendo trampa, se están disminuyendo esas posibilidades de cambio y de desarrollo  para las propuestas que no provengan de ese centralismo.

Otra cosa que considero importante es el hecho de que si en Lima se deja de hacer uno de los festivales de Cine que se hacen por allá, felizmente les quedan otras tres o cuatro alternativas de festivales. Si en Puno se deja de hacer el festival Ajayu, no existe otro festival de cine al cual acudir, igual en Trujillo con el Festival de Cine Nacional que tienen allá o en Arequipa con el Corriente.

Y en cuanto a la realización, no es que uno por nacer en tal ciudad esté obligado a hacer un cine de cierto tipo, lo que yo considero vital es que el lugar donde uno vive, con todo lo que ello implica, afecta no solo a la vida que uno lleva, o a su cuerpo, sino también a su sensibilidad, a lo que uno hace, que en este caso son películas.

La mirada creo que se ve fuertemente afectada por el lugar y la comunidad en la que uno vive, también hacia dónde se dirige esta mirada y en qué forma, En películas como Dictado (Arequipa), Q’ellucha de Marco Panatonic (Cusco), Bajo la influencia de Karina Cáceres (Arequipa), Sergio libre de Luis Chumbe (Iquitos) o Apuyaya de Juan Camborda (Ayacucho). Creo que está muy presente la geografía, el clima, el aire de cada variación de contexto. Y eso se nota en estas películas, la ciudad en la que vive cada uno de estos realizadores se hace presente en sus propuestas de una forma singular y valiosa que creo tiene que ver con el hecho de que los realizadores las habitan y han crecido ahí, y que es difícil que alguien que no vive ahí represente ese espacio de ese modo. Algo así como lo que dice una canción de “Carmelo torres & Los Toscos”: “una cosa es el indio y otra cosa es la antropología”.

Dictado (2016)

Desistfilm: Fomentas y gestionas el Encuentro Corriente en Arequipa. Cómo ves los resultados de estos primeros años y qué expectativas cumplidas y por cumplir. Sobre todo porque es uno de los pocos espacios en Perú y fuera de Lima donde se discute aspectos de la producción de films desde la independencia y desde procesos creativos más arriesgados.

Edward de Ybarra: Comencé a hacer gestión por la necesidad de tener experiencias culturales que no encontré en Arequipa, ni tampoco en Lima u otras ciudades que visité. Y haciendo fui aprendiendo, cada año aprendo más, y el Corriente se ha vuelto una escuela, quizás el espacio en el que más he aprendido de cine y a partir del cual he conocido cineastas asombrosos, películas tremendas y me he vinculado a otros proyectos emocionantes. Creo que si para mí ha sido así, también lo ha podido ser para las personas que acuden al encuentro, el cual, junto a un pequeño equipo de amigas y amigos, vamos cuatro años haciendo, y cada vez creo que va haciéndose más bueno.

Hace unos años escribí la siguiente descripción breve del Corriente, en la que había mucho de anhelo:

“El Encuentro Corriente busca ser, al igual que el cine de no ficción lo es, un carnaval constante, concebido como: un lugar de posibilidades, de inestabilidad, de subjetividades heterogéneas, de crisis, de rupturas, de fascinación, de errores, de desobediencias, de experimentaciones, de conflictos, de fiesta y de transformación”.

Al finalizar la última edición del encuentro, el 30 de noviembre del año anterior, me di cuenta que el Corriente comenzaba a ser ese carnaval, que lo deseado comenzaba a ocurrir. Los resultados han sido emocionantes, cada año el encuentro ha ido creciendo y mutando, no tenemos una propuesta estable, más bien es una propuesta en crisis la que sostenemos, que cada año acoge cambios y va encontrando formas singulares de enunciarse y hacerse.

Uno de los aspectos más valiosos es que desde la primera edición acudieron al encuentro personas de distintas ciudades del país, que acudían como público, con sus propios medios, lo que se mantuvo en las ediciones siguientes. El año pasado recibimos público que venía de Chile y Bolivia. Esto ha hecho que Corriente sea verdaderamente un encuentro nacional y ya empezó a ser un encuentro latinoamericano, en el cual creo que se ha ido formando una comunidad joven de personas que hallan en Corriente un lugar al cual acudir cada año a ver cine, a dialogar, a concebir otras formas de hacer, a entrar en crisis, a aprender, a hacer fiesta. El tiempo ya nos está mostrando que lo que venimos haciendo está aportando positivamente al desarrollo del cine no solo en Arequipa, sino en el Perú.

Otra de nuestras características más valiosas son los fuertes vínculos de colaboración que tenemos con otros proyectos nacionales como Asimtría, Transcinema, DocuPerú, Muta, Ajayu, entre otros. De quienes hemos aprendido y seguimos aprendiendo bastante. Sin el trabajo en colaboración no sería posible lo que hacemos.

Desde el año anterior, en el cual ya nos planteamos como un encuentro latinoamericano, nuestra cercanía con Bolivia y Chile nos posibilitó proponernos como un lugar de cruce y encuentro entre propuestas y personas de los tres países. De hecho en este último Corriente, establecimos vínculos de colaboración con proyectos chilenos que se realizan en Arica como Transfrontera, Aricadoc y Arica Nativa, y del lado de Bolivia lo hicimos con el Festival de Cine Radical. Creo que el cine de los tres países está pasando por un buen momento y es bueno poder ser parte de ese desarrollo.

Cada año el número de aplicaciones a nuestras convocatorias crece; cada año son más las personas que acuden al encuentro; cada año son más los invitados que desean venir y algunos por cuenta propia; cada año nos vinculamos a más realizadores de diferentes partes del Perú y otros países de Latinoamérica; cada año presentamos más de nuestros contenidos y desarrollamos más de nuestras actividades en distintas ciudades del Perú y desde ahora esperamos expandir acciones hacia Chile y Bolivia.

Es un proyecto que ha ido ramificando y ahora, además de ciclos, talleres, conversas, clases y asesorías, tiene exposiciones, una suerte de archivo, una sección de cruces entre cine y otras prácticas culturales, proyectos vinculados a experiencias alternativas de educación primaria y secundaria, y creo que cada vez iremos incursionando en más áreas, pues creo que hay muchas necesidades. En Perú el ecosistema cultural del cine es precario y frágil, ante ello nosotros tratamos de movernos en ese ecosistema haciendo las partes que aún faltan por hacerse.

Otra cualidad que tenemos es que somos un encuentro en proceso, donde hay ingenuidad, sinceridad, ansias de descubrir, ganas de aprender, afecto y corazón para seguir haciendo y mirando.

Desistfilm: Cómo ubicas tus trabajos dentro del experimental peruano y qué expectativas para seguir trabajando desde la experimentación.

Edward de Ybarra: No sé dónde ubicar mi trabajo dentro del experimental peruano. En todo caso, prefiero situarme en lo amplio de la No ficción, pues considero que es una definición libertaria, abierta, mutante y en crisis. Ahí me gusta creer que se encuentra lo que hago.

En cuanto a las expectativas, deseo seguir experimentando el cine y seguir haciendo y deshaciendo cine de las maneras que vaya queriendo hacer. Este año estoy trabajando un proyecto con mi compañera, Vicky Arias, y espero poder trabajar otros proyectos de manera individual, en los que ya he avanzado un poco.