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Por Mónica Delgado
Estado Transitorio, cinefilia en el Siglo XXI. Lorena Cancela, Editorial Djaen, Buenos Aires, 2012, Colección Cinesophia.
De un tiempo a esta parte, las redes sociales han multiplicado la inmediatez y la reciprocidad en el ejercicio de la crítica de cine. El centro ya no existe, pero tampoco las periferias desde donde se produce y difunde. Así, una nueva cartografía de la información, ya no de naciones o tendencias, sino de personas agrupadas por un interés común, surge a partir de esta fisonomía cosmopolita y virtual de la crítica a través de páginas online, foros, chats, sitios de descarga o de streaming, de intención más pluricultural, diversa, efervescente, bajo otros parámetros del diálogo y el debate, que inserta el conocimiento local y que capta la atención ya no de un solo lector modélico, sino de una inmensa población que consume cine de todo calibre con la misma velocidad y pasión. Si años atrás, las revistas más famosas como Cahiers du cinema, Positif o Traffic marcaban la pauta y definían incluso las tendencias (como el caso del “cine de autor”, por ejemplo) a un lector ávido de conocer las novedades, de acudir a cineclubes y festivales como única opción de visionado, en la actualidad ese espectador/cinéfilo es también alguien que interactúa, que propone, interpreta, opina, critica, lo que invita a repensar la especialización de la crítica y la adecuación a nuevos soportes. Parte de este dilema, así como las percepciones sobre lo verosímil, el rol de la crítica, el papel de los críticos, la nuevas formas de ver y entender cine es objeto del análisis de la crítica de cine argentina Lorena Cancela en su más reciente publicación.
Luego de Mirada de mosca, ensayos sobre films argentinos 2001/2003 y Los adulterios de la escucha, entrevistas con el “otro cine”, Cancela propone en su nuevo ensayo, a través de un lenguaje claro y un estilo directo, una lectura sobre el mapa líquido que establecen las tendencias y direcciones de la cinefilia alrededor del mundo, separando también una línea delgada entre los críticos y los espectadores. Sin embargo, Cancela se detiene en definir tipologías de cinefilia/espectador/crítico ante la variabilidad de los soportes del cine a lo largo de unas pocas décadas (del 35 mm al Betamax y del VHS al digital) y a través de estas miradas analiza procesos de producción, distribución y nuevas tecnologías para entender el cine en los nuevos tiempos, sobre todo pensando en un lector joven.
Cancela es clara, indica que el desarrollo de su texto se centra no en escribir sobre cine en sí, sino en hechos cinematográficos que develan los tipos de cambios que el cine ha cursado en sus estéticas y lenguajes, en la relación con el espectador y en el tránsito de la sala de cine a los hogares como síntoma de este acercamiento, lejos de la mirada distanciada o aurática de inicios del siglo pasado.
Todo ha cambiado, el rol de la crítica, el espacio desde donde se analiza el film, el soporte desde donde se desarrolla la crítica de cine, las redes sociales como nuevos entornos para la crítica y la cinefilia, y es así que Cancela ve con apertura esta permeabilidad de acceso y difusión, que se contrasta con el poderío de Hollywood sobre la producción, distribución y exhibición que goza desde los inicios del cine sin alteraciones. Este aspecto, al cual Cancela acude en varias oportunidades, tiene que ver con, pese a las fronteras disímiles de los procesos, o a esa inestabilidad de los conceptos, modos y percepciones, la mención de polaridades marcadas: el entorno de Hollywood versus “los otros cines”, el cine de producción convencional e industrial (incluido el 3D) frente al bajo presupuesto y estilo de filmación independiente como norma o ejemplo ineludible: “… dos corrientes, la que busca darle al espectador una impresión de realidad y la que busca ofrecer una impresión de verdad… siguen vigentes. Por un lado, el cine de Hollywood…busca darle al espectador un espectáculo interactivo. Por otro, los otros cines buscan darle al espectador una impresión de verdad[1]”.
Cancela lanza una serie de interrogantes sobre esta inestabilidad, y que también recae en las modificaciones a lo canónico, que va mutando, y que tiene su más claro ejemplo en las listas de las mejores películas de todos los tiempos. Pese a las grandes transformaciones del consumo y del modo de producción, hay un deseo de preservar estilos de lo clásico. Así, Cancela nos mete de lleno en este estado transitorio del cine y que al parecer conservaría su esperanza en ese otro cine y en esa otra crítica y cinefilia también.
[1] Cancela, Lorena. Estado transitorio. Editorial Djaen, 2012, colección Cinesophia, Buenos Aires, p. 25.