
Por Benji Porras
La ópera prima de Paul Vega, estrenada en el 29° Festival de Cine de Lima, se plantea como un cuento cinematográfico desde el principio. Y conforme avanza la cinta se hace evidente la pretensión de inscribirse en una tradición existencialista, como la de los poemas de Mario Montalbetti. Sin embargo, no puede haberse quedado más lejos de la meta. Astronauta (2025) parte de una sensibilidad limeña marcada por el privilegio y desde ese lugar cree explorar un universo profundo, pero queda atrapada en su burbuja.
La película nos muestra a Nicolás (el actor uruguayo Daniel Hendler), conductor de televisión y escritor frustrado, atravesando una crisis de sentido que trastoca su matrimonio con Claudia (la actriz colombiana Angie Cepeda) y su futuro profesional. Todo en medio de la mudanza a una casa maravillosa en un barrio cerrado. Este último factor intenta ser una metáfora obvia del desorden en el que se encuentra el protagonista, pero pierde fuerza simbólica al introducir elementos como una cata de vinos, almuerzos elaborados y compra de muebles de diseñador sin una puesta en escena que los resignifique. Estos detalles pueden ser muy verosímiles, pero la forma en que Vega los graba los vuelve ineficaces para empatizar con su historia. Así, toda la obra queda revestida por elementos que nos remiten a una voz aburguesada que, incluso cuando pretende hacer una reflexión de vida, es incapaz de verse con autocrítica.
La función catártica que ambiciona la cinta está marcada por dos ingredientes narrativos: las referencia estilísticas al cuento fantástico y la introducción de diálogos que funcionen como disparadores de un cuestionamiento filosófico. El metraje inicia con un travelling vertical que nos lleva desde el cielo nocturno hasta el auto del protagonista mientras escuchamos su voz en off. Este comienzo nos remite instantáneamente a las escenas introductorias que Dreamworks hace en sus películas para situarnos en un mundo lejano y, a menudo, con carácter de fábula. Este tono se sostiene en el resto de la película a través del sonido, con una banda que reitera el tintineo agudo y brillante en escenas clave. Así, Vega quiere instaurar una atmósfera de revelación fantástica pero dirigiéndola, con los diálogos, a un horizonte filosófico.
Con líneas como “Esto me gusta porque es perfectamente inútil”, “Eres igual a ti”, “Lo vio él y no existe” se busca desatar una reflexión, pero son encajadas de forma artificial y terminan por caer en el lugar común de un existencialismo epidérmico. El mayor ejemplo de esta falencia es el personaje de Ernesto (el actor peruano Gustavo Bueno). Un anciano encargado del mantenimiento del barrio, que escucha, guía y aconseja a Nicolás en su incursión literaria. La construcción de este personaje como el mentor que Joseph Campbell describe en su libro El viaje del héroe (1990) es tan literal que es tratado como poseedor de una sabiduría que roza lo mítico-mágico. Pero, sus lecciones tan previsibles y la actuación impostada de Bueno no hacen más que reforzar la impronta formulaica del largometraje.
A la vez, los pocos personajes no blancos que aparecen están siempre en una relación de empleado o subordinación respecto a los protagonistas, y llegan para interrumpirlos o molestarlos. Esto podría quedarse en una observación honesta del cineasta, pero decide que además sean pasos de comedia en la trama. Uno de ellos sirve para ilustrar el resultado chato del filme: Cuando el conductor de TV es tomado por los empleados de una mueblería para sacarse muchas fotos, él les grita y luego se disculpa. Entonces, la cámara toma la reacción graciosa de los trabajadores e irrumpe un jumpcut injustificado en la toma fija. Un recurso que no encuentra correspondencia en ninguna otra parte de la película. Por lo que podemos concluir que ante la imposibilidad de regrabar la toma y querer conservar la escena “graciosa” se apostó por romper la continuidad y esperar que el público no note lo postizo.
Por otro lado, el momento que expone lo mejor de la cinta llega al final. Cuando Claudia confiesa su infidelidad con Javier (el actor y cineasta Salvador del Solar), un antiguo amigo de la pareja, y los personajes reaccionan con una aparente quietud donde el dolor está latente en cada movimiento. Es el único instante donde se siente un clima verdaderamente íntimo y genuino. Pero, en este final también encontramos una escena que condensa la frivolidad de la película. Cuando los protagonistas ordenan el desastre que dejó una fiesta en su casa y recorren lo que se suponen son las ruinas de sus vidas, pero a nosotros nos muestran con tristeza las sobras de vino, champagne y camarones.
Sección Peruana
Astronauta
Dirección: Paul Vega
Guion: Paul Vega
Fotografía: Mario Bassino
Sonido: John Figeroa
Música: Hernán Gonzáles Villamil, Gabriel Casacuberta Guemberena
Dirección artística: María Cristina Martínez G.
Producción: Paul Vega, Jorge Constantino, Guillermo Blanco, Álvaro Gutiérrez, Nicolás Valdés, Marcela Avalos
Reparto: Daniel Hendler, Angie Cepeda, Gustavo Bueno, Salvador del Solar
Perú, 2025, 90 min