Por Mónica Delgado
Luego de las condiciones para la exhibición surgidas en pandemia, aún quedan festivales con ediciones híbridas. Lo que fue una promesa de accesibilidad, quedó en utopía ante el retorno, aún más limitado, de ediciones presenciales. Poco a poco, considerar la opción de películas en línea se ha ido disipando ante la continuidad de los festivales como espacios presenciales de encuentros, de conversatorios, talleres, masterclasses y laboratorios, y demás aspectos de socialización y networking. La virtualidad, pese a la urgencia de pandemia, no se convirtió en una alternativa real, a tal punto que son poquísimos los festivales que la consideran aún, no como videolibrería para acreditados de prensa o de mercados, sino como una oportunidad de ampliar las posibilidades de acercamiento de obras que de otra manera no se darían a conocer. Entre estos festivales están el BAFICI, L’Alternativa de Barcelona, Al Este en Lima o Ficunam de México con algunas películas vía Mubi, entre otros.
Este escaso interés en lo híbrido también se debe a la desconfianza ante la seguridad de las plataformas. Por ejemplo, en el Festival de Lima del año pasado, la sección de visionados online de películas peruanas tuvo que eliminarse, debido a una amenaza de la presencia de estas obras en páginas de piratería. O también debido a que la parte online de los festivales solo ofrecen una mirada muy limitada frente a la programación total, lo que suele ser poco atractivo para los usuarios. Además que si bien se vende la idea de que la centralidad de los festivales son las películas, es clarísima la evidencia de que este tipo de espacios se traducen en experiencias más allá de los films,vampirizado por las industrias del cine y audiovisual y la negociación de los mercados.
Entre los festivales que persisten y confían en una edición online está el Festival Ecrã, que se realiza anualmente en Rio de Janeiro. El festival mantuvo su sección online de obras experimentales días después de finalizada su edición presencial, que se dio del 27 al 30 de julio, y que contó con más de cien filmes, entre largometrajes y cortometrajes. La edición online, que se dio del 4 al 7 de julio, tuvo una selección de cincuenta films, incluidos obras de videoarte y una retrospectiva al canadiense Kurt Walker. Si bien se trató de una selección con limitaciones por la georreferencialidad, algunos films estuvieron disponibles para otras partes de Latinoamérica. Por ello, comentamos dos cortometrajes que comparten motivos en común: The Sun’s Tongue de Laura Jane Cooper y A Espera Reclusa Perante as Montanhas de Enrico Alchimim.
En The Sun’s Tongue (Reino Unido, 2023), la cineasta y artista Laura Jane Cooper se enfoca en la relación de las abejas, como agentes productores, y los humanos que las sostienen y estudian. Es inevitable la mirada de cercanía o empatía de la artista con el trabajo de los apicultores en la ciudad de Birmingham, quienes trabajan desde la intervención tanto para fomentar la reproducción, crianza y cuidado, como para convertirlas en productoras de miel y polen y en objetos de estudio. Si bien la artista se distancia de una mirada de entomóloga, hay la urgencia de expresar de diversas maneras las posibilidades de la mediación, no solo desde el tema en sí (desde el papel del apicultor en un entorno distinto) sino desde la naturaleza de la relación del soporte fílmico, en 16mm y sus texturas y colores, revelados con procesos naturales, sin químicos artificiales. En algunos momentos se busca reproducir un tipo de mirada desde los panales o paneles de los apicultores, quienes cuidan abejas desde edificios, lugares usualmente alejados del imaginario natural. Y más bien, el cortometraje pasa a verse como documento de esta relación simbiótica, donde la tecnología y sus procesos tienen un rol de sostén: comprender el mundo desde el tamiz tecnológico. Por otro lado, sabemos que las abejas peligran debido a la intervención humana, pero esta no es la visión de la artista en el cortometraje, ni tampoco la del registro desde una experimentación más abstracta, con visiones o narrativas fracturadas, o desde la indagación en determinados simbolismos de relación film-plantas-insectos a lo Brakhage. Estamos en el terreno del documental que busca transmitir vínculos, entre humanos, plantas y abejas, y describir desde este naturalismo un camino hacia un futuro de convivencia.
El Festival Ecrã incluyó el estreno de A Espera Reclusa Perante as Montanhas (Brasil, 2024) de Enrico Alchimim, realizador e investigador de Sao Paulo. En esta obra, como el cortometraje anterior que mencionamos, hay movimientos basados en el desplazamiento de una mirada y sus mímesis, en este caso desde la nocturnidad. Construido a modo de sueño, este breve trabajo de cinco minutos se sostiene en la búsqueda de algún punto de llegada, encarnado por la contemplación de algunos animales y árboles en medio de la noche, en alguna zona rural no reconocible. El trayecto tiene la marca de la duermevela, acompañada de la música de Igor Yamasaki, que va orientando la sensibilidad de la atmósfera. Un personaje ocupa el asiento trasero de un auto mientras se atraviesa una carretera en medio de la noche, hasta detenerse y llegar a un campo que lo interpela. Por momentos, las imágenes lucen arbitrarias, aunque enmarcadas en ese ambiente de noche y desorientación; y también dentro de aquello que el título sugiere al ser un verso tomado de un poema de Cesare Pavese. Y como sucede en obras de este tipo, este texto orienta el sentido de las imágenes, como una angustia ante el amanecer fuera de campo, de aquello que invadirá la oscuridad en un espacio que parece confortable en esas tinieblas, y donde la mirada humana luce como interventora.
El acceso a dos trabajos de este tipo, de experimentación dentro de un tipo de estructura documental, ha sido posible gracias a la continuidad de la edición híbrida del Festival Ecrã, y que esperamos se siga dando en los próximos años, más aún en estos tiempos de contados espacios latinoamericanos para la exhibición del cine experimental en todas sus variantes. Es urgente que se siga apostando por esta posibilidad, como opción política y de gestión, en la medida que permite un descentramiento de la exhibición y valorar la empatía de cineastas y distribuidoras por mejorar las condiciones de llegada de obras experimentales.