Por Aldo Padilla
La violencia en contra de la comunidad LGBT ha marcado su lucha, la cual se ha enfrentado no solo con la discriminación de parte de la sociedad, sino también de la falta de comprensión de su propia familia. En Chile, el caso de Daniel Zamudio definió un antes y un después en contra de la discriminación durante esta década, aunque muchos casos precedentes aún quedan en la impunidad y en el olvido, dada la complejidad que representa para algunas familias poder hablar abiertamente de un tema doblemente complejo, la tragedia y el dolor generado por el crimen de odio.
El camino de casi diez años de dudas y represión interna de la madre protagonista de Enigma, cuya hija fue asesinada en los años 80, cuando estaba acompañada de su novia, parece ir a contramano a la actitud de su familia, quienes en su mayoría evitan hablar del tema, con el aliciente que en el caso de las hijas apenas eran conscientes de lo ocurrido en el momento de la tragedia. El tigre en la habitación se camufla con las paredes y va entrando y saliendo a través de las puertas que se abren y cierran constantemente.
Frente a una justicia ausente, los medios se muestran como la única salida de la protagonista para dar visibilidad a un caso que no tuvo solución y se transformó en el Enigma que plantea el título. Si bien el protagonismo está totalmente copado por las mujeres de todas las edades, que son parte de la familia doliente, el esposo de la protagonista es el detonante para el cambio de mentalidad, ya que es quien decide dar información al programa de televisión. Aunque más allá de ese detalle Juricic decide muy acertadamente dejar que las mujeres hagan suya la película y transformen el film en un entrelazado de relaciones entre hermanas, cuñadas, hijas y de esta forma se logre entender la fortaleza de los lazos familiares femeninos. Estos lazos se ven reforzados en los espacios comprimidos y los planos casi fijos que a pesar de ser un poco claustrofóbicos, demuestran la cohesión casi física que hay entre las actrices, mediante cabezas que se acarician y seis mujeres en un solo plano, que se transforman en un solo ser.
En el plano inicial una mujer va contando un aterrador caso con un interlocutor que no alcanzamos a ver, de repente la escena se detiene y el hombre del otro lado del escritorio se da cuenta que habla con la mujer incorrecta. Ella se para y se va, la película vuelve a comenzar, su lugar lo toma otra mujer cuyo relato es bastante ambiguo, pero que va apuntando a un caso aún más violento. En ese momento no tenemos el panorama completo, pero más adelante entenderemos cómo esas mujeres se enfrentan a casos inconclusos. Una historia de violencia con distintas protagonistas, pero que se va repitiendo una y otra vez.
Sobre tudo sobre nada plantea el nomadismo poético como forma de vida. Las pequeñas cosas que van desvaneciéndose y a la vez convirtiéndose en algo que recordar para siempre, precisamente por su minúscula narrativa. Poesía de lo cotidiano de la clase media europea, quienes pueden permitirse vivir en un lugar u otro en una comunidad interconectada, con amores que tienen la esencia de lo efímero pero que duran muchos años. En el film acompañamos al director en su metraje de Super 8 y sus viajes, que inevitablemente lo llevarán de vuelta a esa playa a la cual solía ir con su padre. Un viaje que nos lleva a evocar a Jonas Mekas y a un optimismo triste, sobre una vida intensa que trata de buscar un poco de equilibrio a través de cierta tristeza que trasmiten sus imágenes.
Es inevitable divagar un poco al hablar de Sobre tudo sobre nada, y también inevitable perderse en medio de sus sonidos que parecen no sincronizarse con sus imágenes, en el relato continuo y que es indefinible temporalmente. Y por supuesto que es inevitable hablar de un cine fortuito, cine compulsivo con cientos de horas recortados en 90 minutos. La cotidianeidad transformada en algo extraordinario.
COMPETENCIA INTERNACIONAL
Enigma
Director: Ignacio Juricic
Chile, 2018, 80 min
Sobre tudo sobre nada
Director: Didio Pestana
Portugal, 2018, 90 min