Por Mónica Delgado
La gran referencia inevitable de Alone podría encontrarse en algunas películas de Christopher Nolan, desde Memento, Amnesiac o Inception. Hay un juego caleidoscópico en este film coreano que trata de encriptar el mundo de lo onírico, a partir de un relato de ascendencia criminal y que deviene en el film de sueño dentro del sueño, como gran fantasía surreal y nonsense. Como en las películas de Nolan, Park Hong-min busca que el lector se someta a las reglas de este rompecabezas que busca generar una nueva realidad, y aquí parte del caso de una víctima de una banda de criminales, que literalmente pierde la cabeza y ese daño es reflejado en una suerte de manifestación entre paranormal y psicológica de volver al mundo real desde lo onírico.
En After Hours (Después de Hora) de Martin Scorsese, un hombre pierde el último metro de la noche y tiene que deambular por una de las zonas más peligrosas de New York, y lo que parece una madrugada tranquila se ve alterada por diversos sucesos y personajes, muchos de ellos nonsense, que convierten esta experiencia en un mal sueño, con todo lo que la atmósfera de lo onírico implica. Algo de eso hay en Alone, donde una y otra vez y en diversas circunstancias el protagonista, un aparente muerto en vida, se despierta tras ser asesinado por una banda de criminales, a quienes fotografió atacando a una mujer en una azotea del barrio de enfrente. Como en el film de Scorsese, hay una prominencia fuerte del espacio, en este caso, de un barrio popular de Seúl, lleno de subidas, de escaleras en calles muy estrechas, de recovecos que a la larga simulan el viaje interno del protagonista, formando una fisonomía “urbana” y nocturna de esa cabeza que se acaba de perder. La pesadilla adquiere una naturaleza material de pasajes, escalinatas, calles desiertas y de fantasmas en plena madrugada.
El mayor logro de Alone es precisamente su concepto dentro de una “mise en abyme”, de relato dentro del relato, pesadilla dentro de pesadilla, para hacer de este film, que arranca como un narración desde planos subjetivos, toda una liberación de la fantasía de este hombre “sin cabeza”, sometido a las reglas de la noche, en el tránsito de seres fantasmales (de un niño maltratado a la presencia de la madre o novia) como si entre sueños tuviera la posibilidad de saltar cuentas con su inconsciente más obtuso. Un thriller inusual con cuota de comedia negrísima, que afirma a Park Hong-min como un cineasta a tener en cuenta tras el hueco inmenso dejado por Park Chan-wook, por ejemplo.
Competencia Internacional
Director: Park Hong-min
Guión: Cha Hye-jin, Park Hong-min
Música: Oh Su-jin
Fotografía: Kim Byeong-jung
Reparto: Lee Ju-won, SONG You-hyun
Corea del Sur, 90 minutos