Por Mónica Delgado
Este tercer largometraje de la cineasta francesa Aurélia Georges se nutre de las formas clásicas. Siendo la adaptación de un relato del escritor inglés Wilkie Collins, publicado en 1873, La Place d’une autre mantiene fidelidad al espíritu y estilo literario, que busca establecer distancias y correspondencias entre clases sociales, y entre las consecuencias de la crisis económica propia de contextos de guerra. Sin embargo, la cineasta ambienta la historia muchos años después, en medio de la Primera Guerra Mundial, lo que permite evadir la época victoriana y situar el drama en Francia.
Presentada en la competencia oficial del Festival de Locarno, Aurélia Georges desarrolla la historia de su película desde un atento cuidado visual, y tratando de extrapolar un modo narrativo lineal y transparente. Desde un clasicismo cada vez menos visto en la actualidad, la cineasta nos presenta, a través de viñetas puntuales, a Nelie, una sirvienta de una casa de clase media que es expulsada a la calle. Allí, pasa de prostituta a mendiga, para luego ser ayudada por la Cruz Roja y convertida en enfermera voluntaria en el frente, oportunidad que le surge gracias a que está leyendo una novela de Victor Hugo. Luego de un ataque alemán, la enfermera conoce a una mujer, Rose, que le confiesa que se ha quedado sola y que viene viajando de Austria a Francia porque debe reunirse con una señora de la clase alta, quien la recibirá como acompañante al entregarle una carta de su padre. Tras un bombardeo, la mujer fallece y así la enfermera asume una nueva identidad. Esta carta se convierte en su visa a otra vida, sin pobrezas, hambre o humillaciones. Es desde aquí que La Place d’une autre se convierte en un juego de sospechas, de máscaras, de dudas, y nosotros como cómplices de la mentira de este personaje y de su crecimiento dentro de este entorno social de élite.
Tras haber realizado L’Homme qui marche, en 2008, y The Girl and the River, en 2014, Aurélia Georges se centra aquí en los matices de personajes, desde este juego de suplantaciones, y desde la figura grácil que encarna la actriz Lyna Khoudri, que luce en todo momento contenida, libre de grandes gestos, tratando de desarrollar de mejor manera el papel de “usurpadora”. Luego hay un plot twist que va a poner a prueba toda la imagen de Nelie ante esa sociedad y, sobre todo, ante Eleonore, que encarna una reconocida Sabine Azéma, la mujer rica que la cobija.
Y más allá de posibles lecturas feministas o anti patriarcado que puedan surgir de la lectura del film, más bien lo que me interesa de este film de Aurélia Georges es como se tejen y destejen relaciones entre mujeres, donde el término “sororidad” parece no tener cabida. Es más bien una historia donde el sentido de supervivencia prima ante cualquier atisbo de hermandad femenina. Incluso hay secuencias donde pareciera que asomaran sentimientos homoeróticos, de modo también muy medido, detallista o sutil, antes que un sentido de filiación. Y por ello, es que La Place d’une autre es una experiencia atractiva, sobre todo porque Aurélia Georges elije un destino distinto al que tiene la enfermera en la novela, mucho más acorde a las libertades de las mujeres de las siguientes décadas del siglo XX.
Concorso internazionale
Directora: Aurélia Georges
Guion adaptado: Aurélia Georges, Maud Ameline
Fotografía: Jacques Girault
Edición: Martial Salomon
Sonido: Dimitri Haulet, Jocelyn Robert, Dominique Gaborieau
Vestuario: Agnès Noden
Reparto: Lyna Khoudri, Sabine Azéma, Maud Wyler, Laurent Poitrenaux, Didier Brice
Francia, 2021, 112 min.