Por Aldo Padilla
En todos los textos en los cuales se habla de Tigre, ópera prima de Silvina Schnicer y Ulises Porra aparece un factor común que es la referencia a La ciénaga de Lucrecia Martel, lo cual parece inevitable por una serie de elementos visuales, sonoros y psicológicos que la componen. La influencia de Martel puede verse en la atmósfera de la zona del delta del Tigre, donde se filma la película, cargada de una humedad que se siente en la imagen, en la familia que se va moviendo de un lado a otro en la laberíntica casa contigua a un río y sus múltiples vertientes. Aunque la diferencia respecto a La ciénaga parte de ciertos elementos fantásticos, también parece relacionarse un poco más al cine portugués de João Pedro Rodrigues o Marta Mateus, donde la naturaleza cobra vida y parece actuar fielmente de acuerdo al guion del director de turno.
No es tan sencillo hacer explícitas las relaciones filiales de los protagonistas que entran y salen de la casa. Una matriarca complaciente que vuelve a aquella casa abandonada para evitar su expropiación. En el camino del film se verá cómo a pesar de la distancia temporal, la protagonista parece estar unida con esa casa barco, en medio de extraños arrebatos de dualidad de personalidad. Además de ella, aparece un hijo que toma el clásico rol desestabilizante que busca sacar réditos económicos de esa casa y que es el personaje más ajeno al film, ya que es el más terrenal, mientras todo y todos los que lo rodean tienen un aura sobrenatural. La otra familia protagonista que es lugareña, busca darle una enésima vida a esa casa con sus múltiples componentes de variadas edades. Ellos aportan una atmósfera sexual tanto sugerida como explícita en medio de esa nada verde.
El hilo conductor del film es difuso ya que se mueve entre los recuerdos interrumpidos de los adultos y las continuas caminatas de los niños y adolescentes en un diálogo con la naturaleza a partir del roce y la musicalidad de las hojas chocando entre ellas. La relación entre todos los personajes constantemente va cambiando, pasando por estados alternados de fraternidad o desprecio, y terminando en una tensión sexual que a veces parece ser dominada más por el aburrimiento que por la espontaneidad.
Volviendo a la referencia a Marta Mateus, esta viene como parte de la cabecera que la directora preparó para el festival Márgenes. Ya en Farpoes Baldios los niños formaban parte de una extraña relación con el entorno y el pasado que los rodeaba. En la obra preparada para el festival, esto se torna más profundo apoyado por el audio de una película clásica que describe a la brujería y el miedo que genera en los hombres, mientras dos niños parecen escapar de algo desconocido. Su relación con Tigre es muy fuerte, tanto desde el enfoque de los niños que deambulan por la espesa selva y nadan por los ríos y que generan una percepción de una continua huida o el temor de algo que se esconde en la compleja naturaleza, como en la subtrama del film, en la cual una adolescente, que es reportada como perdida por su familia, es filmada mientras parece formar parte de un sueño. Casi siempre rodeada de los sonidos de una intensa naturaleza y estática frente a niños que aparentan ser demonios que la acechan en ese sueño, hay una suerte de universo compartido entre las tres obras citadas como parte de un hiperrealismo fantástico, donde solo los niños parecen evidenciar esos fantasmas que se esconden en esas selvas portuguesas y argentinas.
Sección informativa El presente
Tigre
Dirección: Silvina Schnicer Schlieman Ulises Porra Guardiola
Guion: Silvina Schnicer Schlieman
Productora: Pucará Cine
Edición: Delfina Castagnino Damián Tetelbaum Ulises Porra Guardiola
Fotografía: Iván Gierasinchuk
Intérpretes: Marilú Marini, María Ucedo, Agustín Rittano, Lorena Vega
Música: Cruclax Santiago Palenque
Argentina, 2017