MÁRGENES 2016: HISTORIA DE DOS QUE SOÑARON DE ANDREA BUSSMANN Y NICOLÁS PEREDA

MÁRGENES 2016: HISTORIA DE DOS QUE SOÑARON DE ANDREA BUSSMANN Y NICOLÁS PEREDA

 

Por Pablo Gamba

Historia de dos que soñaron (Tales of Two Who Dreamt , 2016) es otro de los documentales de la selección del Festival Márgenes que sobresale por su modo de apartarse de los lugares comunes sobre el tema del que trata. En este caso los personajes son una familia de gitanos, provenientes de Hungría, que solicitan refugio en Canadá.

Como indica el título de la película codirigida por Andrea Bussmann y Nicolás Pereda –que recuerda a la primera del realizador mexicano, ¿Dónde están sus historias? (2007)–, no se trata de un film que se propone mostrar la realidad de personas que llegan a otro país, alegando ser perseguidos en el suyo. La película consta de escenas de la vida cotidiana de las tres generaciones de miembros de la familia, quienes han sido alojados en un complejo de edificios de departamentos, en Toronto, mientras se estudia su solicitud de asilo. Pero lo importante son las historias que se cuentan acerca de sí mismos y otras cosas que ocurren en ese lugar, y la que inventan para la película sobre un niño que se convierte en pájaro, la cual comienzan a filmar como cineastas aficionados.

Ese acercamiento se presta para una de las especialidades de Pereda: hacer borrosas las fronteras entre documentalismo y ficción. Hay planos que no se puede saber si son documentales o forman parte de la película sobre el niño-pájaro que ruedan los personajes, por ejemplo. También se juega con la manera en cómo las personas interpretan diversos roles, de acuerdo con cada situación, lo cual incluye su participación en el documental. Es una dificultad que los realizadores de filmes observacionales, como los del cine directo, han creído resolver cuando la necesidad de los personajes de desenvolverse en una situación de crisis se impone a su conciencia de la presencia de la cámara.

Tales of Two Who Dreamt tiene el aspecto de ser una película de ese tipo, aunque no pretende solucionar el problema de la actuación sino plantear una reflexión al respecto. Un ejemplo puede hallarse comparando dos escenas: en la primera, los abuelos, recostados en la cama, repasan el “guión” con las respuestas que preparan para la audiencia de solicitud de asilo; en la segunda, que también se desarrolla en la habitación, con ellos en la misma posición, estudian el guión de la película del niño-pájaro. ¿Cómo saber si se han preparado igualmente para actuar, o no, frente a la cámara del documentalista?

Otro recurso característico del cine de Nicolás Pereda presente en esta película –y que recuerda a Abbas Kiarostami– es poner al descubierto en el film el proceso del rodaje. Un ejemplo divertido es un plano del sonidista que termina donde debería comenzar lo que se va a filmar: con la claqueta. También se hace evidente la presencia de la cámara cuando los personajes le dirigen la mirada.

Pero eso no ocurre con la filmación de la película del niño-pájaro. El aspecto de making of del filme de la familia de gitanos que puede tener Tales of Two Who Dreamt resulta, por tanto, engañoso. Si se tratara de un rodaje, tendría que ser el de la película de Bussmann y Pereda porque es el único expuesto. La cámara y micrófonos de los aficionados permanecen en una posición invisible, que se corresponde con la ubicación que les asigna la convención clásica.

Podría verse en ello una toma de posición de Nicolás Pereda frente al cine: al ser reflexivo y mostrar los procedimientos, busca distinguirse del paradigma clásico, que en este contexto es ingenuo, equiparado al cine de aficionados. La crítica incluiría a la modalidad observacional de representación documental.

Un cuestionamiento que podría hacerse a este film es su mirada al refugiado. Al mostrar a los personajes ensayando su comparecencia ante el juez, pone de relieve la posibilidad de que recurran a una forma de engaño para ser admitidos en el país al que llegan. Lo que la película muestra de la vida cotidiana de la familia podría ser considerado, incluso, expresión del estereotipo negativo del gitano: gente holgazana y que no es de fiar. Pero eso puede ser también el lúcido planteamiento de una paradoja: ser capaces de contar historias falsas acerca de sí mismos, actuar irresponsablemente y soñar a hacer cine, son características tan propias de las personas como las que se consideran virtudes. Una representación beatificante de los refugiados, como víctimas inocentes, que no serían capaces de mentir en una situación como esa, significaría, por tanto, negar en cierto modo la razón por las que se les da asilo, que es su humanidad.

Historia de dos que soñaron

Guion y dirección: Andrea Bussmann, Nicolás Pereda.
Producción: Andrea Bussmann, Nicolás Pereda, Dan Montgomery.
Dirección de Fotografía: Noé Rodríguez.
Sonido: Dan Montgomery, Alejandro de Icaza.
Montaje: Andrea Bussmann.
Interpretación: Sandor Laska, Sandorné Laska, Timea Laska, Alexander Laska, Viki Laska.
Canadá-México, 2016.