
Por Andrés Garza Escobar
Christian Petzold nunca ha sido un cineasta de emociones inmediatas; su cámara se comporta más bien como una suerte de disección. Con mirada precisa, clínica, y, sin embargo, profundamente humana, captura a los personajes que suele diseñar alrededor de sus dramas thrillerescos para hundirse en las profundidades de sus complejos deseos y miedos. En Miroirs No.3 repite esa aparente frialdad que lo caracteriza en el approach hacia lo intrapersonal, pero la lleva hacia un territorio mucho más atado a la superficialidad de los sentimientos, en este caso particular, causados por la pérdida. Aquí el misterio ya no es solo un mecanismo narrativo: es una forma de duelo.
Laura y su novio viajan en un auto camino a unas vacaciones cuando chocan de manera estrepitosa, provocando la muerte del muchacho, pero Laura milagrosamente sale con solo un par de rasguños. Aún en estado de aparente shock, le pide a una mujer que vive a sólo unos metros de donde sucede el accidente si se puede quedar con ella por unos días en su pequeña casa de campo, recuperándose. Conforme pasan los días, Laura se comienza a involucrar más con esta misteriosa mujer e incluso con su familia, enterándose poco a poco de algunos secretos ocultos.
Desde el primer plano, se percibe una intención de la película por ser percibida como enigmática, al abrir con una secuencia que observa a Laura contemplando un lago en silencio y caminando sin rumbo a su alrededor, contemplativa. Petzold filma como si estuviera prediciendo la tristeza de una pérdida que todavía no sucede. Una pérdida que además no es sufrida, llorada, o tan siquiera pensada después de acontecida. Extrañamente las sensaciones de Laura parecen ser experimentadas al revés. De esta forma, el director construye una historia sobre la particular manera de lidiar las pérdidas cuando la memoria se comparte y se combina entre quienes quedaron. Acá no hay catarsis, hay acompañamiento.
El autor alemán entiende que las emociones más intensas ocurren en el silencio y se reflejan en las miradas. Los personajes se cruzan y se observan con intensidad de manera premonitoria y con mucha intriga, sin decirse nada la gran mayoría del tiempo. La familia lentamente pasa de ser una potencial y misteriosa amenaza a ser objeto de lástima y de empatía, a pesar de su críptica y ligeramente siniestra manera de comportarse, sobre todo con Laura. Petzold estira la liga de la tensión al máximo, incluso un poco más de la cuenta por momentos, sugiriendo un tétrico enigma donde no hay tal. No permitiéndose así confiar por completo en su premisa, que me parece de por sí lo suficientemente dinámica. Incluso desde el título se declara a sí misma como ambigua y enigmática, y siguiendo la misma línea en sus primeros 15 o 20 minutos, en donde el desarrollo revela una y otra vez pequeños detalles que en el peor de los casos resultan incomprensibles, y, en el mejor, sugestivos y cautivadores.
La diferencia con sus obras anteriores es que esta vez Petzold se inclina mucho más por las superficies emocionales de sus personajes, y no tanto por la narrativa de las incógnitas que siempre va revelando poco a poco. Su film no se refugia ahora solo en la contención; muestra grietas. Y como ya mencioné, esas grietas le juegan en su contra en ocasiones, revelando una búsqueda reaccionaria por la imaginación del espectador donde no hay intención de corresponderle, equivalente a las películas más básicas del terror simplón, por ejemplo. Pero es también en esas fracturas donde se alcanza a reconocer el corazón del film: la idea de que sanar no es individual, ni lineal o tan siquiera sano, pero que se hace como un acto comunal en el que nuestras imperfecciones embonan unas con las otras para reconfortarse mutuamente, incluso cuando eso implique convivir con lo disfuncional.
Miroirs No.3 es una demostración de las habilidades ya bien conocidas de su ejecutor, pero intentando aplicar ese mismo lenguaje cinematográfico a una temática mucho más melodramática intentando aterrizarla en un terreno igualmente contenido y minimalista en sus emociones mostradas. El misterio acá no busca resolución, sino eco. Muestra a las cicatrices como una superficie donde el pasado todavía existe, o donde la herida que la ocasionó ha sido por completo olvidada, pero ambas las entiende y las disecciona de la misma manera. Brinda comprensión para el trauma, incluso cuando este se empeña en nunca salir a la superficie, y nos recuerda que todos finalmente servimos como espejos de los golpes ajenos; no estamos solos en el dolor.
Miroirs No. 3 (Mirrors No. 3)
Dirección y guion: Christian Petzold
Fotografía: Hans Fromm
Edición: Bettina Böhler
Director de arte: K.D. Gruber
Productor: Florian Koerner von Gustorf, Michael Weber, Anton Kaiser
Compañías: Schramm Film Koerner & Weber, Zweites Deutsches Fernsehen (ZDF), ARTE GEIE
Reparto: Paula Beer, Barbara Auer, Matthias Brandt, Enno Trebs
Alemania, 2025, 86 min