OLHAR DE CINEMA 2017: SOLDADO DE MANUEL ABRAMOVICH

OLHAR DE CINEMA 2017: SOLDADO DE MANUEL ABRAMOVICH

Por Aldo Padilla

El aprendizaje a partir de la repetición es un ejercicio del que nadie puede estar libre. Más allá de aludir al sencillo caso del perro de Pavlov, sería una injusticia para el ser humano reducirlo a un producto del acto reflejo, aunque no podemos negar la rutina como inevitable método de perfeccionamiento. En el cine, la rutina a menudo ha sido asociada al tedio y dos directoras los llevaron hasta sus últimas consecuencias, por un lado Sofia Coppola que ha hecho una filmografía basada en el tedio de las clases altas y Chantal Akerman quien exploraba la rutina milimétrica de una ama de casa en Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080 Bruxelles. Esa rutina y ritualidad como forma de vida está representada en el servicio militar, donde todo pareciera tender a una continua repetición, un ensayo de teatro cuya obra posiblemente nunca se muestre en público (Charlie Kaufman se sentiría identificado con la última idea).

Manuel Abramovich busca dejar de lado los límites del documental y la ficción en Soldado, donde una discreta cámara sigue de cerca al conscripto protagonista Juan José González, un actor con características bresonnianas, cuyo rostro apenas se inmuta y que es perfecto para trasmitir las ideas del director, aunque sin tener la certeza de que sea consciente de aquello. El film se aleja de la brutalización del servicio militar que muestra Kubrick en Full metal Jacket, y se concentra en el día a día del adolescente en transición. Ejercicios calculados y salas de espera se alternan en un continuo rebobinado en la que pareciera que la idea de transformación hacia el supuesto hombre que debería salir del servicio militar, se reduce a una vaga idea de preparar al personaje para un mundo con una esencia similar.

Manuel Abramovich parte de esta premisa para construir Soldado, aunque detrás de la rutina de su registro, hay una pregunta que queda en el aire que el director se ha hecho en numerosas entrevistas ¿Cuál es el rol de un ejército inactivo? Antes de pensar en la pregunta como tal es interesante citar un ejercicio matemático que suele hacerse en las carreras de ingeniería, mediante el cual es posible modelar la carrera armamentística de un país. El problema plantea que usando ecuaciones diferenciales se definen los gastos de un país en armas en función de la confianza o desconfianza respecto a otro país. De esta idea se deduce que tanto armas y ejército en una zona con relativa confianza, solo se justifican en la idea de mostrar un poderío militar con los vecinos (Latinoamérica más allá de pequeños roces es una zona bastante estable), por lo que es posible que en la mayoría de los países ni las armas, ni las reservas sean usadas alguna vez. Por supuesto que esta es una idea que reduce al ejército a una labor de guerra, sabiendo que hay otras esporádicas labores del cuerpo militar, pero no es el objetivo de este artículo indagar en ellas.

El film funciona al ritmo del tambor que toca el protagonista, camina con el pie que indica la baqueta, incluso cuando J.J. González está de visita en casa es notorio que el ritmo del servicio militar está intrínseco en el protagonista. La armonía del movimiento de un pie a la vez elevado de cierta forma. Hay un cierto mérito en el planteamiento de Abramovich que se aleja de ese estilo tan hibrido de su anterior filme Solar, en este caso la contemplación es el clima perfecto para lo que quiere transmitir.

El aprendizaje a partir de la repetición es un ejercicio del que ni siquiera el crítico se puede librar. Es posible que en algún momento el autor de este texto funcione con una estructura consabida en su cabeza, con una mirada en el contador de palabras del procesador de textos y al igual que el cuestionamiento del director hacia la razón de ser del servicio militar. Quizás haya cierto lector que se cuestione la existencia de la crítica, y en ese momento la mirada del director empezará a extrapolarse.

Competencia Largometrajes

Director: Manuel Abramovich
Productor: Gema Juárez Allen, Alejandra Grinschpun
Compañía productora: Gema Films
Fotografía: Manuel Abramovich
Editor: Anita Remón
Sound Sofía Straface
Asistente de director: Aimé Pansera
Productor de línea: Juan Pablo Colombo
Colorización:  Luisa Cavanagh
Argentina, 2017