Por Pablo Gamba
Ayer maravilla fui (2017) es una película mexicana de cine fantástico con una insólita combinación de referencias. La más obvia para los cinéfilos es la que revelan los cambios de cuerpo del personaje principal, y su relación con las plantas y el sueño. Se trata de Invasion of the Body Snatchers (1956), dirigida por Don Siegel, que es un clásico de la ciencia ficción paranoica estadounidense de la época de la Guerra Fría. Otra, es de donde proviene el título: la letrilla de Luis de Góngora que comienza con el verso Aprended, Flores, en mí (1621). También tiene que ver con las plantas y con los cuerpos, con referencia a su decadencia y muerte, como la del anciano que al comienzo es el personaje principal del film. La tercera es Robert Bresson, como lo indica la dedicatoria.
De Jean-Luc Godard se tomó la idea de rodar sin guion, basándose en un cuento de quince páginas. Pero no el interés en poner en conflicto lo genérico con una manera de filmar como la de Roberto Rossellini en el neorrealismo. Los contrastes de Ayer maravilla fui componen, en cambio, una armonía melancólica por el anhelo de una imposible reconciliación.
El film ganó los premios a la mejor actriz, Sonia Franco, y al mejor primero o segundo largometraje mexicano en el reciente Festival de Morelia. Pero fue tanto por méritos propios como por la debilidad de las competencias, lo que incluye la galardonada como mejor película nacional, Oso polar (2017) de Marcelo Tobar, y el documental del ganador del León de Oro en Venecia por Desde allá (2015), Lorenzo Vigas, El vendedor de orquídeas (2016). Es lo que se desprende de los títulos que estuvieron en streaming de libre acceso en Internet.
El segundo largometraje de Gabriel Mariño relata la historia de un alma enamorada que transmigra por cuatro cuerpos para estar con una mujer, la cual quizás podría volver a ser un amor que se llevó la muerte. Se desarrolla, correlativamente, en un lugar de cambiante cuerpo urbano, que pasó de ser DF a Ciudad de México por una reforma del gobierno. Fue fotografiada en un blanco y negro intemporal, y recurre a una no menos eterna música de Schubert.
Si en Bresson el cuerpo puede estar visualmente fragmentado en partes que funcionan mecánicamente –como las manos de Pickpocket (1959), que igualmente figuran en Ayer maravilla fui–, en el primer cuerpo del protagonista de la película de Mariño tienen el movimiento autónomo que causa el párkinson, como si se tratara de un desperfecto por desgaste del mecanismo. También se trata del problema de la relación de las partes con el todo, que incluye el alma que organiza y da unidad al cuerpo, del cual es indivisible, según Aristóteles, mientras que puede separarse de él y cambiar de receptáculo, de acuerdo con Platón. Similarmente fragmentada está la ciudad, en partes que parecieran no tener relación unas con otras y cuya actividad es también mecánica. Ambas cosas convergen en una versión fantasiosa de la alienación: la sensación de que se vive en una ciudad ajena incluye estar en el cuerpo de otro.
También pareciera que aspira a ser bressoniana Ayer maravilla fui por lo que respecta a la expresión de los actores. Pero podría verse en eso, asimismo, un parecido de los personajes con la gente de la que se apoderan las plantas, luego de que se queda dormida, en Invasion of the Body Snatchers. La profesión de Luisa –el amor del personaje principal– es peluquera, lo que significa que trabaja con una parte del cuerpo que parece vegetal: el cabello. Es algo que la vincula con el cambiante protagonista, que amorosamente cultiva matas en su casa. La coincidencia sugiere que hay algo vegetal en la atracción entre ambos, y trae a colación a aquello que Tomás de Aquino llamaba parte vegetativa del alma, cuyo dominio sobre las personas es causa de la paranoia en el film de Siegel. En todo caso, llegar al cineasta de Pickpocket, pasando por los usurpadores de cuerpos, requiere una buena dosis de intuición, irreverencia e ironía cinéfila.
La actualidad política es dejada de lado en esta película, a diferencia de lo que ocurría en la ciencia ficción de la Guerra Fría. Apenas hay un grafiti que hace referencia la transformación del Distrito Federal en Ciudad de México y otro detalle que podría vincular la usurpación con el problema de las “desapariciones” en ese país –que siendo hasta ahora más de 30.000 superarían el genocidio cometido por la dictadura cívico-militar argentina en los setenta–. Se trata de un cartel que pide información sobre el paradero de una joven cuyo cuerpo toma el protagonista y que luego es devuelto, estropeado por el uso.
Ayer maravilla fui es, en síntesis, un film para cinéfilos que se destaca por su oposición a un cine de género en el que prevalece la vulgar explotación de la fantasía. Forma parte, por esa razón, de un pequeño conjunto de películas autorales que sobresalen en el cine mexicano de los últimos años, como Somos lo que hay (2010) de Jorge Michel Grau, Halley (2012) de Sebastián Hofmann, y la más reciente de Amat Escalante, La región salvaje (2016).
Dirección y guion: Gabriel Mariño
Producción: Gabriela Gavica, Isaac Montecillo
Fotografía: Iván Hernández
Dirección de arte: Erika Ávila
Edición: Pedro G. García
Sonido: Pablo Fernández
Reparto: Siouzana Melikian, Sonia Franco, Hoze Meléndez, Rubén Cristiany
México, 2017