PANORAMA: NOITE DE PAULA GAITÁN

PANORAMA: NOITE DE PAULA GAITÁN

Por Mónica Delgado

Noite es una experiencia excepcional. Es un musical experimental que rompe cualquier idea de montaje coreográfico entre imagen y sonido, o con la necesidad de hacer un ensamble armónico con lo que se oye y ve. Hay ritmo, sí, pero desde la relación extraña que entablan los cuerpos y la cámara entregados al beat. Paula Gaitán propone una serie de texturas de la noche, entre mujeres danzantes y neón, en su placer de sentirse vistas en fragmento, donde la cámara seduce, palpa, descubre.

Gaitán coloca a su musa Clara Choveaux para ser expresada y comprendida desde la cadencia del blues, algo de noise, soul, música concreta, electrónica, o desde canciones que interpreta su hija Ava Rocha, y lo hace desde un ojo muy cercano, a la caza de primeros planos en festejo, que se muestra meticulosa para detectar gestos, miradas, o aquello que la música motiva a modo de ritual o proceso hipnótico.

El Río de Janeiro de Noite asoma apenas a través de estos cuerpos que bailan, de estos músicos en experimentación, pero también desde lo popular, como cuando aflora una canción de la colombiana Petrona Martínez o cuando aparece «Blues in the Night», como parte de recuerdos o creación de atmósfera en medio de la oscuridad de bares y discotecas de la mano de una Clara Choveaux cómplice.

A diferencia de otros trabajos de Gaitán, donde la música también ocupa un rol importante – recuerdo por ejemplo Zero de Yeah Yeah Yeahs en Exilados do Vulcao-, aquí existe el detalle, la cámara cercana, que registra rostros en pleno cotejo de baile, en su soledad y gracia, y donde la música permite aflorar a sus personajes de manera plena.

Noite está hecha de diversos episodios, marcados por canciones o ritmos, que van segmentando el proceso de la protagonista, ya aquí devenida en performer que va haciendo materia aquello que la música produce y transforma. Luces de neón sobre su rostro, brillantina sobre sus mejillas y hombros, el flirteo con bailarines ocasionales, la seducción entre mujeres o el simple deseo solitario de la entrega ante el ritmo.

Pero Noite no se queda en mostrar estos cuerpos y sus estallidos ante la música, sino también describir de alguna manera la experimentación de sonidos, acordes e interpretaciones desde el riesgo y el ludismo atonal e improvisado. Manos sobre pianos, Djs ante consolas, las escenas de películas que se proyectan en los escenarios de los conciertos. Sus primeros minutos, de la pantalla en negro con la música que emerge en su catarsis para luego dar pase a unos planos de 2001, Odisea en el espacio de Kubrick (luego seguirán otros más de películas distintas), da cuenta por ejemplo de la inspiración provocada en músicos durante una presentación en vivo, y que permite imaginar también las fusiones de cine y música. Y también hay lugar para aquellos que no se dejan abrazar por la libertad del baile, como la muchacha registrada en su soledad desde una cámara que la sigue en blanco y negro.

Cerrar Noite con un tema emblemático de Suicide –y que aparece a medio metraje, de modo muy sutil acompañando una toma que luego también aparece- simboliza el riesgo, la «poética» del desborde y el fragmento misma del filme, en la manera en que Paula Gaitán va construyendo un ritmo de planos cerrados desde la cámara en mano, de la mujer que se sabe registrada por otra mujer, desde esa hermandad y complicidad, usando el footage, y a partir de la indagación en la textura misma del digital y su granulado, o de su yuxtaposición (lo digital del digital), que permite poblarlo de mujeres fantasmas, etéreas, únicas.

Noite
Dirección y montaje: Paula Gaitan
Experimental, Digital, 80 min, 2014, Brasil
Reparto: Clara Choveaux, Nash Laila, Ava Rocha
Productora: Aruac produções