PANORAMA: ROSA CHUMBE DE JONATAN RELAYZE

PANORAMA: ROSA CHUMBE DE JONATAN RELAYZE

Por Mónica Delgado*

Más allá de algunos elementos que podrían remitir a una película con intenciones costumbristas, Rosa Chumbe es el primer film peruano que propone un estilo elaborado sobre la soledad y la ebriedad, como estados traducibles en imágenes y sonidos que logran huir en diversos momentos del realismo y el toque documental. Si bien para el director Jonatan Relayze Chiang hay una necesidad de mostrar la realidad en su estado más cercano, que permita la identificación con el espectador local, que se vea tal cual es, se percibe una serie de recursos que permiten ver a Rosa Chumbe como una historia desde la introspección, desde el desvarío de un personaje buscando su ubicación en una Lima atorada en el tiempo.

Hay una serie de pistas en los primeros minutos de Rosa Chumbe que remiten al azar como despegue del destino de un personaje absorbido por la rutina y el hartazgo. La protagonista, encarnada por Liliana Trujillo, es una policía en ejercicio, que vive presa del alcoholismo y la ludopatía, ya acostumbrada a un tipo de vida empobrecida y sin sorpresas. Vive en distancia con su entorno, expresado en miradas de repelencia e indiferencia, donde debe lidiar con una hija que acaba de quedar embarazada y que abandona casi todo el día a su hijo de meses de nacido y que practicamente sobrevive gracias a un poco de suerte. Relayze compone un entorno dentro de una ciudad establecida, no se trata de la periferia marginal de otros films peruanos, sino de una Lima anacrónica, de calles céntricas, paraderos y barrios que se lucen solitarios en la oscuridad. Y es a partir de estos espacios que van condicionando el estado de ánimo de la protagonista, sometida a los casinos, a obtener algo de dinero adicional a punta de tragamonedas, pero también usando el azar como sinónimo de una fe religiosa, como si la fe y el azar se llegaran a entrecruzar en algún momento.

Jonatan Relayze recurre a la luz ámbar de los postes y a los travellings que van siguiendo a su personaje en su andar por calles oscuras, en planos fijos que la conectan con una ciudad que al final de cuentas no es hostil, porque en el fondo importa poco su composición y funcionamiento. Más bien Lima luce casi igual que aquellas películas peruanas que apuestan por un realismo urbano que se resiste a la modernidad, pero la diferencia está en la puesta en escena concisa, en esa sonoridad que saca a Lima de este costumbrismo o registro realista y en esa cartografía que la redime en su antiguedad y mistura. En primera instancia pareciera que no hay nada nuevo en este lucimiento de una Lima caótica, a ritmo de salsa o ritmos de la nueva ola, de callejones y comercios, que engulle a sus habitantes, llena de tradiciones o de su nostalgia, como tema, sino que los hallazgos de Relayze se muestran en el modo en que va plasmando a través de una puesta en escena de ritmos y texturas en relacionados a las acciones y estados de ánimo de su protagonista (Liliana Trujillo), que van mostrando momentos de ensoñación, alucinación o ebriedad.

Por otro lado, hay una intención de atrapar en el tiempo a Rosa Chumbe y a su hija, dentro de un deseo de vuelta al pasado, reflejado, por ejemplo, en pequeños diálogos de ancianas que se oyen en los buses de la empresa Etransrosa, y que van a ir rememorando una Lima perdida. Sin embargo, Chumbe vive al margen de ese deseo.

El azar es lo que alimenta a Rosa Chumbe. Por ello, su afición a las máquinas tragamonedas no es solo parte de un ritual diario de enajenación, donde coloca sus únicas expectativas. Es la vía para su proceso de expiación, y que tiene mucho que ver con esa gracia de apariencia divina que luce inesperada tras “el pecado”. Rosa Chumbe no realiza ningún sacrificio ni ofrenda para que su acto de perdón sea consumado, sin embargo hay una serie de transacciones que podrían significar una suerte de justicia de carácter atípico o una extensión de esa ebriedad que la consume. En Rosa Chumbe hay pérdidas que son equilibradas con hechos anodinos, recuperando así un orden fortuito y, a la vez, estable.

El típico “en octubre no hay milagros” es aquí subvertido, disfrazado de fe, para dar cuenta del retrato de una mujer cuasi invisible, avanzando en una espiral que la redime y transforma. El azar muta hacia una cuestión divina, o simplemente se trata de la misma fuerza que irrumpe como estallido ante una cotidianidad opresiva y pesimista. El azar puede obrar como un acto de fe.

Entrevista a Jonatan Relayze aquí.

Dirección: Jonatan Relayze
Guión: Christopher Vásquez y Jonatan Relayze
Productora: Eliana Illescas
Dirección de fotografía: Miguel Valencia
Dirección de sonido: Omar Pareja
Dirección de arte: Aaron Rojas
Asistente de dirección: Paul Córdova
Director de cásting: Jorge Luis Tito
Reparto: Liliana Trujillo,Cindy Díaz,Alejandro Romero “El Gordo Casaretto”.

*Versión ampliada de texto original publicado en el blog de Desistfilm en agosto de 2015.