
Por Pablo Gamba
Lina Rodríguez podría ser considerada parte de un grupo de realizadores colombianos emergentes, cuyas películas son menos conocidas que las de Ciro Guerra y Oscar Ruiz Navia, por ejemplo, pero que creativamente son más relevantes. Lo integran también Laura Huertas Millán, Camilo Restrepo y Nicolás Rincón Gille, como figuras más destacadas. Una característica común a los cuatro es que viven fuera de Colombia, en el caso de Rodríguez, en Canadá.
Sus dos largometrajes, Señoritas (Canadá-Colombia, 2013) y Mañana a esta hora (Colombia-Canadá, 2016), rodados en su país natal, fueron presentados del 26 al 28 de septiembre en la sala Leopoldo Lugones, en Buenos Aires, junto con sus cortometrajes Convergencias y reencuentros (Canadá, 2008) y Einschnitte (Canadá, 2011). Con sus largos de producción independiente Rodríguez ha participado en festivales como los de Locarno, Mar del Plata y Cartagena. En la sección Wavelengths de Toronto estrenó el corto Ante mis ojos (Colombia, 2018), que anteriormente fue comentado en Desistfilm.
El largo travelling del comienzo de Señoritas introduce algunas claves de la obra de la realizadora. Se trata de un cine sensorial, el cual trata de destacar la impresión de que lo que se narra ocurre en presente y privilegia la observación de la relación de los personajes con el espacio. Pero no es plano secuencia, porque no hay otra cosa que el seguimiento a una mujer joven que camina sola, de noche, vestida de una manera que da a entender cuál es su condición social.
El personaje anda por la calle y atraviesa un parque. El sonido y el encuadre dorsal en primer plano, manteniendo el fondo en fuera de foco, funcionan como indicios de su experiencia. Lo que siente se infiere también por la creciente velocidad de sus pasos, de la que informa el ruido que hacen los tacones de los zapatos al caminar. Da la impresión de que a ese ritmo le late el corazón.
Parece un comienzo de thriller, y la realizadora juega con ese equívoco para enganchar al espectador. Pero en Señoritas no se cuenta una historia. El corte puede interrumpir inesperadamente las escenas, que se desarrollan en un solo plano. Se suceden, además, sin una clara relación de causalidad. Lo que hay es observación del comportamiento de un pequeño grupo de jóvenes amigos, de clase social acomodada, que no necesitan trabajar. Pero ni siquiera son slackers. En su vagancia no hay la deriva que conforma un relato de ese género.
La cámara incluso se desvincula de lo que sucede entre ellos en algunas escenas. El encuadre se desplaza de un primer plano a otro, sin seguir el desarrollo de la conversación. Pero tampoco es una película de rostros; los cuerpos son los protagonistas. Ocurre emblemáticamente en una piscina, donde la observación se dirige a los movimientos y la relación de los personajes entre sí y con el ambiente, que es allí de inmersión, flotación y roces recíprocos. El montaje permite apreciar a distancia los contrastes entre la horizontalidad, la cercanía y la luminosidad de esa escena, y la oscuridad, verticalidad y soledad del comienzo, por ejemplo, aunque una cosa no venga a continuación de la otra.
Los diálogos de palabras y de gestos son expresión, en este film, de la posición asimétrica de unos personajes frente a otros, como la de la protagonista y un chico en el interior de un auto o en una conversación en abstracto sobre el embarazo. Son diálogos de hombres y mujeres, una diferencia social que trasciende la igualdad de clase. Retrospectivamente es algo revelador de que el miedo del personaje, en la primera escena, no es acorde con las hipótesis de los thrillers acerca de la naturaleza femenina sino con la condición social de la mujer. Aclarado el punto, Señoritas le da la oportunidad al espectador de ver una segunda escena, casi idéntica a la del comienzo, teniendo ahora esa clave.
Mañana a esta hora también se presenta bajo el aspecto de un género: el melodrama familiar. Hay un giro social en la segunda película, hacia personajes de condición menos pudiente y de un color de pie diferente, lo cual tiene como correlato una intensificación, en algunas escenas, de lo habitualmente reconocible como dramático. También hay algo más parecido a una historia que la fragmentación de Señoritas. Pero no hay que dejarse engañar: de lo que se trata es nuevamente de la experiencia del tiempo y de observar la relación de los cuerpos entre sí y con el espacio. Esto último se percibe en el contraste de la horizontalidad del comienzo de la película, en la que el padre y la hija están juntos en la cama, y luego se les une la madre, y la verticalidad y separación entre ellos en una pelea madre-hija, con el padre como mediador, por ejemplo.

En este film, sin embargo, se recurre al cambio de plano en la escena, lo que introduce una diferencia en la construcción del tiempo y el espacio con respecto a la película anterior. Y algo más importante es que hacia la mitad ocurre una cosa que marcará lo que sigue después. En el presente de lo que sucede se hace sentir a partir de allí la presencia del pasado, lo que no ocurría en Señoritas.
Todo esto da pie para ver cierta semejanza entre Mañana a esta hora y los filmes de Yasujiro Ozu, que están basados en el devenir propio de los hechos fundamentales de la vida y la familia. Así como aparece una sombra en la mitad de la película, lo que ocurre a partir de allí se desarrolla con una naturalidad que también recuerda las historias características del cineasta japonés.
Pero en el título del segundo largometraje de Rodríguez parece haber una ironía significativa: si algo está ausente de su cine es el futuro. Quizás por eso la referencia al mañana es la repetición de la hora de hoy. Es un problema, porque organizar el presente en función de lo que se espera que ocurra es un ejemplo que se usa para diferenciar a las personas de los animales. Suprimir esa parte de la experiencia humana del tiempo no deja de parecer, por tanto, artificioso.
Los cortos de la muestra vienen a calzar allí, como notas de pie de página que ayudan a aclarar el punto. Convergencias y reencuentros, que se exhibió junto con Señoritas, es un registro de la visita al Cementerio de Montparnasse, en París, en el que se experimenta con percepción. Se usó la cámara en una posición que no es análoga a la de los ojos y con un sonido que tampoco es el habitual para recrear un ambiente. Einschnitte, que precedió a Mañana a esta hora, investiga detalles de las estatuas que escaparían a la mirada de un turista de paseo por Viena. Cada uno a su manera, los dos cortos son una toma de posición en relación con el cine: es un arte de explorar maneras de percibir.
La observación en los dos largometrajes tiene, por tanto, una naturaleza tan engañosa como los géneros a los que parecen pertenecer, lo cual se hace manifiesto en el aspecto artificioso antes señalado. No se trata de una aspiración a la transparencia, sino del producto de decisiones en torno a un acercamiento que hace evidente su recorte de lo real, incluso usando negros para puntuarlo. Si pueden considerarse reveladores de problemáticas sociales y existenciales, lo son porque la realizadora crea un dispositivo que permite ver de esa manera.
Eso acerca a Señoritas y Mañana a esta hora al campo del cine experimental, pero solo hasta el punto que las deja en una especie de tierra de nadie entre eso y las películas que se abren camino por el circuito del cine de arte. Tampoco tienen aquello “latinoamericano” que puede llamar la atención por exótico a los festivales de cine europeos o norteamericanos. Quizás a esto se deba que Rodríguez aún resulte más fácil de situar junto con Huertas Millán, Rincón Gille y Camilo Restrepo, aunque ellos sean documentalistas y cortometrajistas.
Convergencias y reencuentros
(Convergences et recontres)
Dirección: Lina Rodríguez
Canadá, 2008
Einschnitte
Dirección: Lina Rodríguez
Canadá, 2011
Señoritas
Dirección y guion: Lina Rodríguez
Producción y montaje: Lina Rodríguez, Brad Deane
Fotografía: Alejandro Coronado
Sonido: Roberta Ainstein
Interpretación: María Serrano, Clara Monroy, Ángela Katherine Laverde, Sebastián Cuevas Iriarte, Juan Pablo Conto, Luisa Leal
Canadá-Colombia, 2013
Mañana a esta hora
Dirección y guion: Lina Rodríguez
Producción y montaje: Lina Rodríguez, Brad Deane
Fotografía: Alejandro Coronado
Sonido: Roberta Ainstein
Interpretación: Laura Osma, Maruia Shelton, Francisco Zaldua
Colombia-Canadá, 2016