PANORAMA: STRANGER BY THE LAKE DE ALAN GUIRAUDIE

PANORAMA: STRANGER BY THE LAKE DE ALAN GUIRAUDIE

Por Mónica Delgado

Si en las grandes urbes, como el Berlín de los setenta, como en aquellas películas de Fassbinder o de Rosa von Praunheim (recuerdo No es perverso el homosexual, sino la situación en la que vive), el mundo gay en su secretismo y modo de interrelación buscaba los baños públicos, bares, cines, lugares cerrados a la vista de todos, para sus encuentros amorosos y furtivos, espacios estigmatizados y marginados, en la última película de Alain Guiraudie urge un nuevo panorama desde dónde narrar esta misma interacción. Esta vez la historia se dará bajo la sombra de los árboles, en un soleado día de campo y ante el gran testigo del amor y la traición, un lago. Así el cineasta francés nos mete de lleno en el entorno masculino, por algunos días, con escenas de sexo explícito y con los elementos de un thriller de extraños giros (en algunos momentos disforzados, y que logran mellar la redondez del film).

Así, Guiraudie propone una nueva óptica en el siglo XXI para el imaginario gay y su interpretación: el espacio abierto, sin barreras, libre, pleno, para esos encuentros breves, de conocimiento y decepción, donde las relaciones sexuales se dan bajo el sol, a vista de todos, sin miedos ni persecuciones, donde las miradas voyeurs no son inquisidoras sino mas bien afirmadoras del goce. Es allí, desde esta propuesta de espacio abierto como metáfora de un pensamiento trastrocado y utópico (un lago calmado, donde todos los hombres van en busca de satisfacción sin limitaciones), es que el cineasta va a desarrollar una historia criminal, bajo los motivos del cine negro, aunque esta vez no haya femme fatales, ni policías astutos.

Guiraudie explora en Stranger by the lake (L’Inconnu du lac, Francia, 2013) las estructuras del thriller y del policial a partir de una historia de atracción y desconfianza con huidas hacia lo surreal, pero también huye de la fórmula para desplegar un relato sencillo de cotidianeidad, dentro de un microcosmos, donde cada tarde se tiene que ir a tomar sol, conversar, bañarse, tener sexo, descansar, luego tomar el auto y volver a la ciudad o al pueblo más cercano. Esta rutina, que Guiraudie establece a partir de algunos códigos que se van a ir repitiendo con regularidad, sobre todo a partir de los encuentros del protagonista con los amigos que logra hacer en este nuevo lugar, se verá rota con la visión de un crimen, la relación del protagonista con el asesino, y el futuro juego de amo y víctima.

Sin embargo, los diálogos ingeniosos, la puesta en escena repartida entre la dominación de un lago como testigo de las pasiones fuertes y las intimidades entre las ramas, son conducidas a un desenlace con artilugios que rozan el humor involuntario y que no encajan con el estilo de thriller desopilante e ingenioso de la primera hora. Es como si de pronto se perdiera el recurso de la verosimilitud y se virara por dejar fluir un juego de locura, donde los policías aparecen apenas se apaga la linterna, o donde los asesinos surgen de la nada en cuestión de segundos. Y es así como el lago va perdiendo su presencia, dejando de ser el cobijo de los amantes, para convertirse solo en el fondo de una mala noticia, elaborada con el reporte de un policía flemático y olvidable.

Director: Alain Guiraudie
Productor: Sylvie Pialat
Guión: Alain Guiraudie
Cinematografía: Claire Mathon
Cast: Pierre de Ladonchamps, Christophe Paou, Patrick d’Assumçao, Jérôme Chappatte
FRANCIA
2013
97 Min