Por José Carlos Cabrejo y Mónica Delgado
Antes de José Celestino Campusano, el tango thrash no existía. Como tampoco existía este universo de motociclistas y músicos under de la periferia bonaerense con sed de justicia en pantalla grande ni ese estilo voraz por traducir un cine de lo real. Hay un tono imperfecto que siempre se ha conseguido en decenas de películas de Latinoamérica, sobre todo desde el azar o lo involuntario, pero que desde la aparición de los personajes de Vikingo, Fango o Fantasmas de la Ruta ha cobrado una extrema peculiaridad basada en un modo de filmar que no le teme a la rudeza, al estilo amateur, o a la sublimación de lo que muchos han adjetivado como “cine bruto”.
En Fantasmas de la Ruta (Argentina, 2013), Campusano lleva al borde de las cuatro horas una suerte de western donde la lealtad, la amistad y el honor siguen un curso especial, en medio de una historia de trata de mujeres y de marginalidad en la periferia de Buenos Aires. Pero el tema no lo es todo, sino el estilo que el cineasta ha impregnado a su cine, filme tras filme, y que en este reciente trabajo se asume como una totalidad vital sobre la figura de ese gaucho del siglo XXI, en motocicleta y dispuesto a dar todo debido a un sentido del deber ya perdido. Un montaje por momentos abrupto, actores y actrices que improvisan y que dejan percibir su plena humanidad más allá del corsé de un guión, y una puesta en escena que recoge el estilo clásico de los dramas en su espíritu esencial pero que es llevado a una dimensión primaria, por momentos tosco, pero que recoge un ideal solidario y comprometido.
Campusano ha dado al cine argentino un nuevo imaginario de la periferia, de un guetto que parece perdido en el tiempo, viviendo entre maleantes, pero también una comunidad que quiere salir adelante, en un mundo que hay que ordenar. Y el modo en que este cineasta produce y dirige sus películas, tiene un sello tan personal, que se ha convertido en una marca de estilo, que no pierde su nobleza ni esa voluntad esencial que lo convierte en hacedor de cine puro.
Desistfilm: En tus largometrajes se ve un estilo personal, a diferencia de las películas minimalistas y contemplativas del Nuevo Cine Argentino. Tu cine va por un lado distinto. Incluso hay personajes que parecen interpretarse a sí mismo. En Fantasmas de la Ruta o Vikingo hay un despojo del estilo mítico de los motociclistas que aparecen en Hollywood por ejemplo. ¿Cómo has encontrado la fórmula de hacer este cine muy tuyo?
José Celestino Campusano: Hay tres películas donde vi recursos que me hicieron pensar que un tipo de cine diferente: la argentina Los chantas (1974) de José Martinez Suárez, otra es la australiana Wake in Fright de Ted Kotcheff (1971) y la inglesa Kidnapped con Trevor Howard y Michael Caine. En ellas vi patrones de composición que me hicieron pensar que si se respeta ese patrón de punta a punta, tendremos otro mensaje, que puede ser coral y no individual. Lo que asesina el relato de una película es cuando uno detecta que está presenciando los convencionalismos, limitaciones o caprichos de una mente, así haya mucho presupuesto, despliegue escénico o actores profesionales. Si la matriz del discurso es limitada por prejuicios o miedos eso se refleja, y para sustituir los cánones tan repetidos y aceptados del cine comercial hay que instalar otro tipo de factores y que pueden ser: lo más cercano, lo que es verdadero. Y lo verdadero es lo que permanentemente se repite como un hábito en la vida de una persona, entonces la consigna es tener la mayor cantidad de elementos reales en conjunción en tu filme, y el discurso de la película no depende de tus obsesiones sino de la vida misma, a esas otras voces. En mi caso hago el papel de servidor público que hace una labor social, un cine humanista donde el ser humano se sienta representando y se sienta digno, con sus aciertos y sus falencias. No hay necesidad de copiar otros circuitos del relato que están agotados y que son falsos.
Desistfilm: hay un estilo de actuación que persiste en Perú o en Argentina, con actores no profesionales, un estilo desdramatizado, en la cual el actor queda como un zombi que deambula…
José Celestino Campusano: Comparto esta idea, y me parece que es un insulto a la especie, ya que el director demuestra que subestima al prójimo, porque todos somos infinitamente complejos. Es más, estos estratos donde yo filmo los conozco años, y la gente que habita en esos lugares es muy compleja y ha sabido desenvolverse ante las cámaras, y vivir de una forma sin lastimar a otros y eso no es poca cosa. Se ha convocado a actores no profesionales, por el impacto físico que genera ante cámaras pero eso no convence porque se les subestima, se les acartona, y muchas veces no se ve la riqueza que pueden tener esos actores, no se ve lo que se tiene delante. Siempre he dicho que la mejor película está pasando delante de nuestros ojos, fruto de la religión, de los medios, estamos totalmente contaminados. Y nos hacen ver como maravilloso algo que es caduco, no necesitamos pelear por un ideal de consumo, ni discriminar al que no está en la misma condición de nosotros, porque eso es basura y nos vienen educando para que sí optemos por eso., Y muchos realizadores hace un manejo astuto de esto y eso genera un patrón de conducta que dura décadas. Creo que puede haber otro cine que legitima al ser humano como es, y no hace falta hacer más que eso.
Desistfilm: ¿Cómo conduces la actuación en tus películas?
José Celestino Campusano: En Argentina un crítico de cine escribió que las actuaciones de mis películas no son verosímiles. Yo le respondí que en todo caso por qué no ha señalado ese mismo argumento en las críticas que hace de cine comercial y comentar allí si las actuaciones son o no verosímiles, a pesar que se manejan con actores de televisión que tiene incorporado un método, que es impostado. Tal es así que yo me imagino a esas personas manejándose en la película tal cual como son en la vida real, porque eso causaría gracia. Cuestiono que no señalen eso en las cintas comerciales, sin embargo me piden que yo mienta. Me piden que trate de enseñar a la gente que sale en mi película, que salen tal y como son en la vida real, a que actúen como yo quisiera que actúen. No. Entonces el problema no es mío, sino del crítico (muy pocos menos mal) o del espectador que pone en tela de juicio lo verdadero y no lo falso. Es muy demente. Entiendo que el trabajo de demolición de la conciencia ha sido efectivo. Si vemos lo verdadero como error significa que estamos complicados. Hay que aceptar al otro, pero menos mal ya vamos en la sexta película, El perro Molina.

Desistfilm: Vikingo, Vil Romance, Legión, Fantasmas de la Ruta manejan el mismo espacio, un mismo universo de lo real, como la vida misma, que has mencionado. No es un entorno de buenos y malos, sino de personajes que viven una cotidianidad, de vecinos, de ladrones, de músicos, arrabal… ¿Cómo lograste establecer este mundo?
Todo está basado en hechos verídicos, esa gente que actúa de mis películas existe tal cual y todos son amigos. Mi cine es aceptar al otro. No espero a un crítico o a un espectador que espera que le mienta. Tenía un amigo que tuvo una vida muy tremenda y única, y cuando le dije que quería filmar nuestro lugar, él me dijo: “no, no filmes esta realidad, estás en un error”. Me sorprendió que justo él, que es un sobreviviente de una vida terrible me diga: “por qué no filmas algo como Terminator”. Él no ve que lo que ha vivido es único, tiene atrofiada la percepción y cree que este robot hipotética, que salva al mundo, que viaja en el tiempo es mejor que cualquier historia de aquí.
Desistfilm: En Tres D de Rosendo Ruiz, película argentina de 2014 donde apareces, hay una escena donde tú haces un casting para una nueva película, y aparece una muchacha gritando, histérica, violenta, haciendo un rol exacerbado, histriónico, y este momento resulta un ejemplo contrario de eso que tú quieres para tus personajes…
Así es. Cuando yo cuestiono al personaje de la muchacha en la escena de TresD le digo que yo no busco eso, que yo no filmo así. En mi película un disparo dura segundos, no me gusta regodearme en la violencia, la estética tarantinesca me parece una obscenidad de lo peor, pero este personaje asumió que yo entiendo la violencia así. Y el personaje de TresD entendió mi cine de modo opuesto. En mis películas hay un contexto hostil, pero tiene otro sentido. El cine norteamericano es un cine donde nadie paga las consecuencias, es como que en toda película se comete una cantidad de atropello contra el ser humano que no se puede creer, todo se resuelve mediante la cultura del balazo, nada se resuelve con sentimiento fraterno, sino en cómo le vuelas la cabeza al otro. Se ha usado el cine para instalare esos principios homicidas.
Desistfilm: En tu mundo hay personajes humanos, que se equivocan, hoy buenos y mañana malos. Sin embargo sí existe hay un mensaje aleccionador, ético de alguna manera, del deber ser, donde priman valores esenciales, lealtad, valor, lo que sostiene el alma del filme. Como en el final de Fantasmas de la ruta, porque el Vikingo se muestra leal frente a los errores de sus amigos.
José Celestino Campusano: Así es el personaje de Vikingo, leal, él puede estar molesto contigo pero igual te da una mano, hace cosas que yo no haría, es muy condescendiente. Por eso elegimos a ese personaje. Rudo y vulnerable. Somos tan infinitamente contradictorios. Yo no acepto un cine donde hay malos bajo esas condiciones, sin esas contradicciones. Por ejemplo, hay un complot de las clínicas de guión, de los fondos internacionales, de la prensa de festivales de primer orden, de la premiación y distribución, donde se muestra a los latinoamericanos como narcos, estúpidos o vagos, así como la imagen que se ha creado de los árabes, y que sirve para que la política exterior actúen impunemente. Si pensamos en la guerra de Vietnam que fue una guerra que tuvo bastante imagen, esto propició que haya protestas y se detenga; algo que no pasó con Irak o Afganistán, pero no hay protesta porque no hay imagen, el audiovisual ya no muestra eso, ni sangre ni cadáveras. de Vietnam hay de todo, de las últimas guerras no hay nada.

Desistfilm: hay una secuencia en Fantasma de la Ruta y bailan rockabilly. ¿Esto es así? Ya que existe un estereotipo más rudo de los motociclistas, como que se muestra otra sensibilidad…
José Celestino Campusano: Eso es real, así bailan en Quilmes. No hay pose. Los motociclistas soy muy “familieros”, hacen fiestas y llevan a los hijos. No es como esa imagen del primer mundo, que están involucrados con el narcotráfico, con la trata de personas, que son pibes del crimen. Básicamente, estos grupos no aceptan al débil, al flaquito, chiquito, oficinista, y quieren al facho, al cabeza rapada, pero en Argentina no es así, ya que incluso hay bastantes mujeres, por ejemplo. Hay una gran sentido de vulnerabilidad, y hay muchos motociclistas que necesitan un escudo. Les tengo un gran aprecio.
Desistfilm: ¿Cómo te brotaron las ideas para hacer películas?
José Celestino Campusano: hay una fascinación que se despierta, es una ensoñación y es la concreción y emerge un sentimiento a esa trama y que quieres compartir, y es tan intensa que no tienes problemas en desarrollar todo un engranaje para hacerla posible, es un estado del alma.
Desistfilm: Estuvimos en el estreno de Fantasma de la Ruta en Buenos Aires, durante el BAFICI, y fue apasionante ver la emoción de los actores, casi todos motociclistas que salen en tus películas…
José Celestino Campusano: hay que luchar para encontrar un referente. Va a costar años, no hay necesidad de eso, pero en mi caso sí. Es bueno encontrar un referente claro del sector de la comunidad donde vas a filmar. Por ejemplo, yo les explico cuál es la premisa, cuál es la historia, qué necesito. Hacemos una reunión, hacemos una comida un día domingo, y convocamos a las personas de toda la zona y les pedimos que nos ayuden a convocar a personas que tengan el perfil del personaje que necesitamos. En la reunión, ya con todo el barrio convocado, digo “necesito un taller mecánico”, y aparece uno que levanta la mano y me dice la disponibilidad horaria, que puede lunes o miércoles de 10 am a 4 pm y allí ya tenemos separada una locución. Igual digo si necesito un extra con tal o cual característica y se apuntan. Así hacemos el 70% de la producción en una jornada. Nosotros nos abrimos, los rodajes son un trabajo de comunidad, la misma comida para todos, salvo los vegetarianos. Ese momento de compatir un ideal o un proyecto es el punto de partida. Mis películas no pueden empezar sin este momento. Los conozco no en el rodaje sino en una situación familiar. Integrar a la comunidad en el rodaje, en la película, es único, tal y como lo dijo el crítico Roger Alan Koza.
Desistfilm: ¿Cuáles son tus siguientes proyectos, siguen en la misma ruta de tus anteriores trabajos?
José Celestino Campusano: Estamos en un momento de mucho cambio, pero creo que es bueno crecer, y necesito virar hacia otros temas, y descubrirlos sobre la marcha. hemos tenido un periodo de cuatro largos seguidos (Vikingo, Legión, Vil Romance y Fango), cuando compramos la cámara la Z1, y ya se estrenaron todas en Argentina y afuera. Pero ahora necesitamos una nueva etapa por explorar y tiene que ver cons alir del entorno, y ver si esa visión del humano se traslada a otros órdenes y en otros países. Por ejemplo, El perro Molina está rodada en otro pueblo, a 150 km de Buenos Aires, en otro contexto muy rural. Como dijo Tolstoi: pinta tu aldea y serás universal. Mi aldea en Latinoamérica, y tengo proyectos para filmar en Chile, en la Patagonia y en la clase social alta de Buenos Aires. Para ello ya tenemos cosas propias, cámaras, luces, trípodes, etc. Y tenemos dos productoras, Cine Bruto, y luego tenemos otra que es de servicios, que es Studio Croma, que será más especializada. Cine bruto va a mantener su mismo sello, con un cine que incluya a la comunidad y que no va a traicionar eso.
Desistfilm: ¿Antes de Fango existía el tango thrash?
José Celestino Campusano: No, nosotros lo inventamos y se basa en la melancolía del tango y no deja de tener la rabia del thrash metal. La banda ya existe, es totalmente potente, y ya se elabora el primer LP, y luego empieza una gira. Y todo esto se da en el cono urbano sur de Buenos Aires, donde hay bastante talento, es muy pujante.
Desistfilm: ¿Qué opinas de que llamen a tus películas cine bruto?
José Celestino Campusano: Hay una tendencia, el brutalismo en arquitectura, y tiene sentido esa denominación con el cine que yo hago, que no busca embellecer lo que se ve. Nosotros queremos alterar el medio, incorporar factores que son ajenos al entorno y darles una validez que no tiene. Un grupo de personas con varias conciencias que se dirigen hacia un mismo fin. El cine que hacemos no es una necesidad, es una opción. hay actores conocidos que se han ofrecido a tragbajar conmigo, pero yo les explico que no voy por ese lado. Yo no quiero trabajar con actores profesionales, no queremos tratar de legitimar una película con la presencia de determinado actor famoso, sino que queremos hacer un cine con la comunidad, donde ella se identifique.
Desistfilm: ¿Cómo trabajas la improvisación?
José Celestino Campusano: Siempre es un diálogo, no hay órdenes en la dirección de actores. Les pregunto: qué harías en tal o tal situación, cómo reaccionarías, y allí vamos construyendo el guión. Más que un capricho de una mente pasamos a tener un documento de vida. Por eso estas películas son muy autocríticas, son un testimonio.
Desistfilm: ¿Y tu cine ha cambiado la vida de tus actores y actrices?
José Celestino Campusano: Claro, la relación con el arte, con el audiovisual ha propiciado cambios, para bien o para mal. Incluso, en mi caso, me dedico desde hace dos años solo al audiovisual, ante me dedicaba a la construcción, en un comercio, dedicado a vender puertas, aluminio, rejas.
Desistfilm: ¿Hay un público ya cautivo de tus películas?
El año pasado, Vikingo la pasaron en treinta lugares en todo el mundo, y la subiremos a Youtube. Se pasó en bares, bibliotecas, cineclubes, en retrospectivas, y evidentemente la comunidad se apropió de la película. Para estrenar en Argentina necesitas 40 mil dólares para publicidad, pero hay otros circuitos de distribución, como lo que nos pasó en canal Incaa, pero sí hemos construido un público, y nos va bien en festivales, y felizmente hay una conexión con el espectador. Hubo que esperar hasta que hubiera un público que dijera que esta propuesta está diciendo algo diferente.