Por Aldo Padilla
La sociedad moderna no puede entenderse sin los suburbios, espacios alejados de la ciudad, a menudo inaccesibles por el transporte público, hechos a la medida de una clase acomodada que busca la menor perturbación posible. Espacios enormes con canchas de deportes no masivos, donde se busca mantener un espacio para relacionarse entre los similares. Estos territorios son pocas veces interrumpidos, por algún guardia, empleada, jardinero, que se diferencian del habitante del lugar que reina lejos de los grandes edificios del centro de la ciudad, de los semáforos, y de las carreteras de ocho pistas que dan contorno a la ciudad, cual anillos de Júpiter que rodean al planeta, y mostrando a estos suburbios como un planeta alejado del terrícola común. La gentrificación aleja a ricos y pobres del centro de la ciudad en direcciones opuestas, mientras en una zona de la ciudad se forman grandes focos de pobreza, con una alta densidad poblacional; del otro lado pequeñas familias viven en grandes territorios concentrando la riqueza en muy poca gente.
Esta singularidad no siempre es detectada por los entes locales, y precisamente un extranjero en Buenos Aires, el director austriaco Lukas Valenta Rinner, es quien retrata mordazmente ese microcosmos, como hace algunos años lo hiciera Benjamin Naishtat en Historia del miedo, que se concentraba en la paranoia que reina en estos lugares bonaerenses alejados, frente a fantasmas imaginarios que perturban una tranquilidad que se cree garantizada.
El impacto de un intruso externo es lo que incomoda y genera el conflicto en Los decentes, gatillado por una empleada del hogar, que luego de una suerte de casting es contratada por una familia de una madre y su hijo, en uno de los suburbios ya analizados. La soledad que se siente en la madre y el descontrol en el hijo, solo son excusas para definir el entorno, que se ve reflejado en detalles como vecinos atléticos que van corriendo ensimismados e indiferentes. La taciturna empleada descubrirá a una secta que habita a un lado del suburbio, con una filosofía basada en la desnudez, el arte y la libertad sexual, en la cual la protagonista se desarrollará de una forma natural y espontánea, que podría parecer muy opuesto respecto a su comportamiento arisco inicial, al punto de iniciar una relación con un guardia del lugar. Esta secta generará el desequilibrio en este entorno, por sus extrañas costumbres que llevará a un choque del conservadurismo frente a la experimentación.
Es difícil no notar en Los decentes una influencia de Ulrich Seidl, compatriota del director, con sus personajes caricaturizados y un sentido difuso de la realidad, aunque también es posible citar al nuevo cine griego de Lanthimos y Tsangari -en particular Lanthimos que usa los suburbios en Kynodontas para ejemplificar los trapos sucios y surreales escondidos en las afueras de la ciudad, plasmadas como burbujas totalmente alejadas de la realidad-.
La decencia es un valor del cual se han apropiado las clases altas y los círculos religiosos, y que niega a cualquier persona que no forme parte de este círculo endogámico. La decencia, la belleza y la tranquilidad parecieran haber sido capitalizadas y apropiadas por estos grupos, y que cada día van subiendo más su precio.
Sección Bright Future (fuera de competencia)
Director: Lukas Valenta Rinner
Guión: Lukas Valenta Rinner, Ana Godoy, Martin Shanly, Ariel Gurevich
Música: Jimin Kim, Jongho You
Fotografía: Roman Kasseroller
Reparto: Iride Mockert, Martin Shanly, Andrea Strenitz
Productora: Nabis Filmgroup S.R.L.
Argentina, Corea, Austria, 2016, 104 min