Por Mónica Delgado
Para romper con el encasillamiento de que las mujeres que hacen cine sobre mujeres aportan una oportunidad para la diversidad de las historias, solo desde tramas, argumentos, plots desde esta visión de género, tres propuestas presentadas en la edición online del Festival de Rotterdam permiten explorar las opciones expresivas como resultados de búsquedas formales dispuestas a lograr un efecto sensible desde personajes femeninos (transportar el mito de Lilith a una idea cinematográfica o convertir al fundido encadenado en una forma de lucha contra la desaparición o lo efímero). Así, analizo obras de tres jóvenes cineastas: Marta Popivoda, Itonje Søimer Guttormsen y Ainhoa Rodríguez, como acercamientos a lo femenino, escapando a usuales moldes de representación.
I
En los diez primeros minutos de Landscapes of Resistance, de la cineasta serbia Marta Popivoda, se establece una poética a partir del fundido encadenado, pero también como perspectiva ética: el personaje retratado exige esta sensibilidad pausada en el modo de ensablar las imágenes, de tránsitos muy lentos entre paisajes y texturas, que materializan una memoria que emerge desde los intersticios. En este espacio de la ensoñación, en esta zona de intercambios, de fusiones suaves y yuxtaposiciones impensables, la cineasta propone un modo para acercarse a una idea del pasado desde el presente, o también para dar forma a una sutil correspodencia donde el pensamiento encuentra un estadio de fugacidad. El encuentro alargado de dos planos como metáfora de un “entre” que se niega a desaparecer.
Landscapes of Resistance recupera diversos pasajes de la vida de Sonja Vujanovic, una nonagenaria yugoslava, partisana comunista y sobreviviente de Auschwitz, quien a partir de sus narraciones (algunas de ellas como voz en off) van logrando confrontar las imágenes de campos, flores y solaz que remiten a un tiempo nuevo, quizás de la vejez, del balance y aprendizaje de una vida trascurrida en contextos salvajes y violentos, como el del nazismo en la segunda guerra mundial. Este ritmo de cadencias lentas que logra el montaje de fundidos encadenados (maravillosamente elaborado por la también cineasta serbia Jelena Maksimovic) permiten entrar en esta dinámica de memoria, de la recuperación calmada de tiempos violentos y crueles, pero también graficar esta dimensión elegiaca de lo político.
En este su segundo largometraje, Marta Popivoda admira la figura de Sonja Vujanovic (bisabuela de su pareja, además), pero no solo por su humanidad o voluntad para luchar en tiempos difíciles contra un enemigo brutal, sino como activista y feminista, porque encuentra en ella un referente inherente a la lucha de todas las mujeres en permanente pelea contra ideas y acciones totalitarias y fascistas. Eligió a la mujer no solo por la filiación, sino porque Sonja Vujanovic, la que escapó de un campo de concentración, la que torturaron y casi desaparecieron, posee una fortaleza y bravura que hay que recuperar para otras. Pese a que ella narra desde una verbalidad desdramatizada, reconstruyendo esos hechos trágicos mientras las imágenes aparecen para formar una capa del presente que solo tiene como misión acompañar la potencia del pasado.
En Landscapes of Resistance, también dialogan escenas de la rutina de Sonja mientras es alimentada, atendida, o celebrada en su cumpleaños 96, como parte del proceso de cercanía con la cineasta que tomó diez años. Por ello, hay una suerte de relato en el tiempo desde este lado doméstico o íntimo, más aún si observamos al gato en las faldas de Sonja en el prólogo del film, y luego, tras su partida, ya hacia el final, ya envejecido, escondido, pasando un duelo que podemos comprender absolutamente.
Este encuentro de imágenes recientes de Sonja y de su voz narrando sus vivencias se contrastan con momentos de corte epistolar, a través de textos sobre las imágenes, con anotaciones de la cineasta en relación a la actualidad de la lucha de las mujeres contra el fascismo que asoma como realidad en diversas partes de Europa. Estas impresiones de la cineasta en pie de lucha asoman enardecidas por el espíritu de militancia de Sonja: todo fascismo es peligroso y letal.
Estamos ante un magnífico documental de reflexión no solo sobre cómo mostrar esta relación de tiempos, memorias y sentidos de lo político, de militancias y resistencias, sino debido al modo de entregarnos con delicadeza la presencia de Sonja Vujanovic, la partisana en contextos de feminismos y hallazgos de referentes.
II
También en competencia de largos por el Tiger Award, aparece Gritt, film debut de la noruega Itonje Søimer Guttormsen. Aquí la actriz Birgitte Larsen encarna a una joven artista del teatro y la perfomance en crisis laboral en Oslo, desencantada de un entorno donde no asoman las oportunidades. Por la trama parece una película pensada para empatar con sentimientos sobre la decadencia capitalista de estos tiempos: desempleo, exclusión, o desde la óptica de Gritt, exceso de corrección política o el triunfo de élites poco críticas y reflexivas en el desarrollo de las políticas públicas y apoyos.
Desde los elementos de la tragicomedia, Gritt, la protagonista, es mostrada como un ente que parece desencajar de todo: de los colectivos artísticos, de los grupos familiares y amicales, de las tareas laborales, de las comunidades de mujeres; incluso cuando en una escena se le ve pedir ayuda social del estado, este pedido se le es negado. ¿Mala suerte? ¿Destino adverso? Desde esta lógica de la indiferencia, la cineasta Søimer Guttormsen muestra a su personaje al borde del patetismo, y en el limbo, ya que no sabemos si su forma de actuar lánguida e inestable es debido a un asunto depresivo, a irresponsabilidad infantil, o porque verdaderamente se le cierran las puertas al ser una apátrida. Y para mostrarlo, Søimer Guttormsen elige una puesta en escena por momentos ecléctica, de halo documental, o donde incluso aparecen insertos de super 8, o zoom in sorpresivos o tonalidades variadas según el ánimo de las secuencias.
Dividida en capítulos, Gritt cobra mucha fuerza a partir de sus dos últimas partes, cuando asoma el símbolo de Lilith, la figura mítica sumeria o hebrea, pero no para suscribir la noción de la mujer como idea del mal o de insurrección contra Dios, sino para aferrarse a ella como estrategia de subversión de todo el sentido que esa construcción implica. Si la idea de Lilith fue creada por hombres, ¿cómo sería la idea de una Lilith desde las mujeres? ¿Existiría? Parece ser uno de los cuestionamientos que Søimer Guttormsen asigna a su personaje, sobre todo cuando vemos a Gritt huir de comunidades de mujeres o tener diálogos incómodos con algunas amigas o familiares. Hay una búsqueda que no es comunitaria, parece afirmar.
Gritt es un retrato sobre el mito y los ritos frente a la individualidad. La protagonista revela en diversos momentos que viene trabajando en una obra (que apenas comprendemos ya que nunca se expone de modo concreto) que confronta las estructuras en que se concibe la creación en el mundo de las artes escénicas, como una crítica al individualismo y a la alienación capitalista. Reducir la brecha de esta desconexión del mundo es lo que la cineasta va montando hasta el final, hasta lograr que su personaje se afirme en sus premisas creativas, no como un experimento sino como afirmación del arte como praxis de vida, desde lo performático. Y esto puede verse como un irónico tránsito brujeril o, simplemente, como una rendición ante las fuerzas de la naturaleza.
III
Destello bravío, ópera prima de la española Ainhoa Rodríguez, es una fábula desangelada sobre una comunidad perdida en el tiempo, a modo de fresco estilizado. Esta arcadia de hombres y mujeres, sobre todo de mediana edad, se ve ordenada por prácticas de relacionamiento conservadoras, marcadas por la vida pueblerina, la religión, los ritos, la pacatería y patrones de género infranqueables.
Grabada en Tierra de Barros, Extremadura, el film poblado de personajes fantasmales e inexpresivos propone un acercamiento a la naturaleza de una comunidad poco adorable, donde hay claramente dos bandos (y donde sobresale la facción femenina como ente resistente contra el mandato patriarcal, aunque desde una dinámica muy tímida), y donde aflora una mirada por momentos de conmiseración y de toques ácidos para graficar una España que puede ser narrada o descrita con algunos códigos fantásticos o surreales.
Con ecos al humor de crítica social de un Ulrich Seidl, en Destello bravío asoma una ambivalencia en el tratamiento, ya que por momentos pareciera que los personajes están siendo admirados, o al menos tratados con algo de calidez o ingenuidad, y a la vez siendo “atacados” desde sus inquietas o pequeñas oscuridades, como las secuencias sobre la interacción entre las mujeres chismosas o frustradas de la comuna, en té de tías o en rezos de iglesia.
En este pueblo pequeño no hay ningún infierno grande, y más bien lo que la cineasta propone es una estética particular y prolija, basada en planos fijos, donde se ordenan composiciones o encuadres cuidados como micromundos, con lugar para la elipsis o los fuera de campo, y que materializan coreográficamente lo que no muestran los inexpresivos y aletargados cuerpos.
Competencia de largos Tiger Award
Landscapes of Resistance (Pejzaži otpora)
Directora y guionista: Marta Popivoda
Guion y dramaturgia: Ana Vujanovic
Director de fotografía: Ivan Markovic
Editora: Jelena Maksimovic
Diseño de sonido: Jakov Munižaba
Serbia, Alemania, Francia, 2021, 95′
Gritt
Dirección: Itonje Søimer Guttormsen
Guion: Itonje Søimer Guttormsen, Grazia Di Meo, Linda Hverven, Kyrre Hellum
Fotografía: Patrik Säfström
Montaje:Itonje Søimer Guttormsen, Michal Leszczylowski, Geir Ørnholt
Escenografía: Marianne Stranger, Nina Buer Brun, Ann-Kristin Talleraas
Música: Erik Ljungren
Productor:Maria Ekerhovd
Reparto: Birgitte Larsen, Marte Wexelsen Goksøyr, Lars Øyno, Andrine Sæther, Maria
Noruega, 2021, 119 min
Destello bravío
Dirección: Ainhoa Rodríguez
Guion: Ainhoa Rodríguez
Fotografía: Willy Jáuregui
Montaje: José Luis Picado
Escenografía: Laura Garcia-Serrano Negro
Música: Paloma Peñarrubia, Alejandro Lévar
Productor: Ainhoa Rodríguez, Lluís Miñarro
Reparto: Guadalupe Gutiérrez, Carmen Valverde, Isabel Mendoza
España, 2021, 95 min