Por Mónica Delgado
Tras el estreno en octubre de 2021 de su documental Veladores, la cineasta paraguaya Paz Encina regresa rápidamente a las pantallas con una ficción política sobre la destrucción de una comunidad. Hecha posible con una serie de fondos internacionales, EAMI (2022), que compite por el Tiger award, es una elegía sobre la desintegración del pueblo originario Ayoreo Totobiegosode, que residan entre el Chaco paraguayo y boliviano, y de cómo latifundistas menonitas intervienen sus tierras.
Desde su primera escena, un plano fijo de un terreno por el cual pasan una serie de elementos simbólicos, la cineasta propone el sentido poético de todo lo que veremos después, a modo de síntesis de toda una Historia. Pero este inicio del relato no se da desde un sentido poético de la exaltación, de la sublimación por el retorno a lo adánico, al edén de la vida natural, ni nada que tenga que ver con el imaginario del buen salvaje, sino con un acercamiento crítico sobre la pérdida, el desplazamiento forzado y la resignación. Un fragmento de tierra por donde pasan plumas, hojas, polvo, cenizas, sombras, y donde el terreno sucumbe a una narrativa sonora que va desde el origen mítico y fundacional (los ecos de la creación) hacia el crepitar producto de algún incendio y que anuncia la expulsión. Y también en esta intro de la concreción emotiva, histórica y mitológica de una comunidad, una voz en off de una mujer del pueblo va entablando el plano del imaginario, desde la personificación de algunas figuras animales de la libertad y del poder de esa vida comunitaria, como la cita a Asoja, el dios ave más allá del tiempo y el espacio. De inicio a fin, de la mano de los pensamientos de las voces en off, Paz Encina va construyendo las formas del lamento. La tierra de este pueblo Ayoreo se va a perder y hay que cerrar los ojos para no ver más esta separación y disolución.
EAMI puede ser un niño pero también puede ser la tierra. Esta relación indisoluble va marcando también el tono del film, y esta es la perspectiva más grata en una obra compleja. Paz Encina no solo acude al recurso de la voz en off para ordenar toda una mentalidad y sentir sobre una resistencia, sino que establece un montaje donde el límite de la realidad de esos personajes ayoreos (ya expulsados y sirviendo a latifundistas) y la memoria o memorias de su territorio en un pasado que se quiere preservar, se van intercalando de manera sutil. Las fronteras se vuelven frágiles y la mecánica práctica de los latifundistas -en su funcionalidad- parece absorber o diluir la oportunidad de este ejercicio introspectivo. ¿Es posible esta preservación o hay que convivir entre la expulsión y la añoranza? Esto parece ser la premisa central de EAMI y lo que propone Encina es una estrategia de memoria, es decir, elucubrar esta manera de hacerlo posible a través del sentir vivo de toda una comunidad, con todo lo que ello implica desde este contexto de desplazamiento.
Tiger Competition
Dirección: Paz Encina
Guion: Paz Encina
Música: Joraine Picanerai, Fernando Velázquez Vezzetti
Fotografía: Guillermo Saposnik
Reparto: Anel Picanerai, Curia Chiquejno Etacoro, Ducubaide Chiquenoi, Basui Picanerai Etacore, Lucas Etacori, Guesa Picanerai, Lazaro Dosapei Cutamijo
Productora: Movie Partners In Motion Film, Eaux-Vives Productions, El Silencio Cine, Black Forest Films, Fortuna Films, Revolver Amsterdam, Louverture Films, Piano Producciones, Sabate Films, Barraca Producciones, Sagax Entertainment, Estudios Splendor Omnia
Paraguay, Francia, Alemania, Argentina, México, Estados Unidos, Holanda, 85 m., 2022