ROTTERDAM 2025: CORTOMETRAJES ‘LA ERA DE LAS PLANTAS CON FLOR’ Y ‘PURO ANDAR’

ROTTERDAM 2025: CORTOMETRAJES ‘LA ERA DE LAS PLANTAS CON FLOR’ Y ‘PURO ANDAR’

Por Mónica Delgado

Dentro del programa “Girl, so confusing”, de la sección Short&Mid-lenght del 54º Festival de Cine de Rotterdam, se incluyen dos cortometrajes latinoamericanos, uno de la mexicana Magaly Ugarte de Pablo, y otro, de la boliviana Luciana Decker Orozco. Ambos responderían a lo que propone la breve descripción de lo que los programadores comprenden como feminidad: “A dive into the ever evolving idea of womanhood”. Y es probable que lo sean, ya que proponen lecturas, una en clave ficcional fantástica, y otra, desde el documental experimental de ensayo, en torno a sujetos y subjetividades femeninos.

La era de las plantas con flor (México, 2025) es, a toda luz, una obra inspirada en un estética muy de moda, la que impone la productora A24, en esa intención de mostrar films de género desde una cuidada puesta en escena y montaje finamente estetizantes, o la que inspiran obras de cineastas mujeres como Coralie Fargeat  o Julia Ducournau. Así, en la lógica de este tipo de producción, la cineasta Magaly Ugarte de Pablo propone un universo narrativo autónomo, donde sus personajes viven algunas transformaciones físicas como respuesta a eventos de impacto emocional o sensible. Valeria (Miranda Owen) trabaja en una tienda nocturna, donde se venden orquídeas, flor que para algunas clientas tiene un valor fetichista, debido a que se asemeja a la vulva de las mujeres. Algunas de estas compradoras revela que hay algo extraño en este mundo: lucen orejas largas y puntiagudas como si fueran elfos, lo que revelaría que viven nuevos procesos de erotización, sobre todo, entre mujeres, ante lo cual Valeria siente curiosidad. Pronto, ante el descubrimiento de un nuevo amor, Valeria vivirá su propia transformación en este mundo de mujeres. Por ello, también este es un cortometraje de sublimación sáfica.

Visualmente, la cineasta recurre a una puesta en escena que resalta diversos detalles llamativos, para dotar a este entorno de mujeres de un aura particular dentro de los códigos del fantástico y con puntuales agregados de body horror. Sin embargo, pese a la atmósfera enrarecida, la cineasta se decanta más por la imaginaría del cuento de hadas que por alguna veta más oscura, lo que no es un defecto, pero agrega al trasfondo de los personajes una cuota de ingenuidad que resulta naif.

Titulada al inglés como Language of the Entrails, Puro andar, de la cineasta boliviana Luciana Decker, toma su nombre de uno de los retablos del escritor peruano Gamaliel Churata plasmados en esa obra inadaptable llamada El pez de oro (1957). Si bien hay esta referencia en el nombre del film (y también en la sinopsis), en el tratamiento del film no hay nada que pudiera considerarse “churatiano”, entendida esta adjetivación como un modo de estructurar el lenguaje en un contexto de atracción por las vanguardias históricas de inicios del siglo XX y del influjo del indigenismo literario, en un barroquismo inusitado y transgresor.

Realizada en celuloide, Puro andar (Bolivia, EE.UU., 2025) es un film que remite a otros. Primeros planos de bocas de mujeres y una niña comiendo choclos y habas que aluden a esas imprecaciones de Popsicles de Gloria Camiroaga, o las disrupciones temporales en escenas que pasan de la profundidad de unas cuevas (imágenes ancladas en todo un bagaje del cine experimental, que pasan por Visions in Meditation #3: Plato’s Cave de Brakhage o por Cave painting de Siegfried A. Fruhauf), a escenas de una reunión casera a ritmo de cumbia, que parece haber salido del universo de Chema García Ibarra. Con esto no estoy afirmando que en Puro andar no haya nuevo, sino que se trata de una obra que, a la manera de Churata en todo caso, se nutre de toda una contemporaneidad de las imágenes de manera ecléctica.

Volviendo a esta idea de lo “churatiano”: no es necesario conocer el universo de Churata o incluso algunos referentes sobre cosmovisiones andinas y su relación con lo femenino para ver Puro andar, ya que el film tiene una connotación especial en sí mismo, en el modo de conjugar cuerpos y dimensiones espaciales como parte de una unidad. Pero lamentablemente esta mención a Churata asoma como un recurso externo al film, algo que no se palpa, que solo aparece en una nota en la página web. Este es un tema usual en muchas producciones que buscan dotar de un concepto fuera de lo que las imágenes ofrecen. Hay una dependencia en muchos casos de lo que es el texto y lo que el film necesita para “percibirse” mejor. En el film, por ejemplo, hay algunas rayaduras escritas en el celuloide o escenas de una mujer escribiendo “Saj, saj, saj…”, que deviene en una onomatopeya que asoma en El pez de oro, para luego compartir espacios con frases en inglés, que podrían remitir a una intención, sin embargo la conceptualización o ejercicio de inspiración basado en la interpretación filosófica o literaria queda un poco en el aire.