SHEFFIELD DOC FEST 2021: NUHU YÃG MU YÕG HÃM: ESSA TERRA É NOSSA!

SHEFFIELD DOC FEST 2021: NUHU YÃG MU YÕG HÃM: ESSA TERRA É NOSSA!

Por Mónica Delgado

Ha sido una sorpresa que un film dirigido por cineastas indígenas y sobre una problemática territorial y colonial haya sido galardonado como mejor documental de la competencia internacional en el 28° del Sheffield Doc Fest, Festival Internacional de Cine y Artes de Sheffield. La apuesta del festival se revela con este premio como un espacio para hacer visible otras cinematografías que usualmente se perciben al margen de eventos de este tipo, como la del denominado cine indígena o comunitario. Y más allá de cualquier exotización o corrección política, este reconocimiento responde a atender un grito político, que enarbolan los realizadores ante una serie de injusticias no atendidas en Brasil.

Nuhu Yãg Mu Yõg Hãm: Essa Terra É Nossa! de Isael Maxakali, Sueli Maxakali, Carolina Canguçu y Roberto Romero es un documental desde la visión de los dos cineastas indígenas que forman el equipo de producción, a partir de la pérdida de las tierras, de asesinatos y atropellos en la comunidad a manos de ganaderos y comerciantes. La comunidad Tikmu’un, una de las etnias indígenas pequeñas y en desaparición en la región de Minas Gerais, es explorada desde sus propios habitantes, quienes ante cámaras van narrando y denunciando el desplazamiento y las arbitrariedades extendidas desde tiempos coloniales. También conocido como pueblo Maxakali, aparece como un territorio en disputa, separado por la comercialización de terrenos y por la conversión de campos en nuevos asentamientos urbanos con fines comerciales.

Tanto Sueli como Isael son activistas en defensa de los derechos humanos y ambientales de la comunidad y de la mano de los realizadores Carolina Canguçu y Roberto Romero proponen a través del film una arenga combativa, con cantos y ritos, pero también con encuentros y grafitis, que van a mostrar un descontento generalizado, sobre todo desde un grupo de siete u ocho personas (algunos ancianos) que se vuelven la voz del pueblo.

El punto de partida y que se extiende a lo largo del documental es el de la oposición abierta hacia el hombre blanco. Esta entelequia, sin rostros o nombres claros, se traduce en un sentir en contra de todo proceso colonizador, de la invisibilización total de un pueblo que se resiste a perder sus tradiciones, creencias y tierras. A través de reuniones comunales, de paseos por algunos pueblos aledaños o de visitas a tumbas de familiares asesinados, los personajes van denunciando una serie de violaciones de sus derechos, de crímenes sin sanciones y de olvido estatal. Sin embargo, no existen interlocutores que medien sus demandas, no hay autoridades que asomen para recoger sus pedidos y más bien hay un énfasis de que esta denuncia llegue a otros públicos, a espectadores como nosotros que pueden ser aliados de sus causas y percibir algo de empatía hacia este olvido institucional.

Para los Tikmu’un todos los hombres blancos, así sean otros campesinos explotados por los dueños de las tierras o trabajadores que han migrado a estas tierras obligados por el desempleo, son los enemigos. En ese sentido, su oposición se dilucida como expresión ante todo sistema opresivo, que va más allá del blanco oligarca hegemónico: es todo aquel que comparte o hace posible esta estructura de avasallamiento político y social. Por ello, su grito es también de respuesta histórica ante una Amazonía depredada y ante culturas aplastadas o sometidas desde hace cinco siglos.

Si bien el documental podría verse desde una factura antropológica, lo que el equipo de realizadores propone es escapar de la intención observacional o de avistar a los sujetos registrados como meros insumos para el análisis bajo pautas metodológicas, y logran una narración desde un punto de vista claro, desde los mismos actores de esta historia de resistencia: desde el seguimiento a los personajes, de escucharlos en sus cantos, reflexiones y demandas, darle materia a una política anti colonial, anti blanco, anti destrucción. Quizás podría resultar didáctica en la medida que permite conocer desde sus propias voces, sin mediaciones, sus percepciones ante esta situación de opresión, que insiste en los reclamos, en su desafiante mirada ante una idea de progreso.  Y es interesante como se logra una idea del afuera, alejada del lugar común de películas que exploran a comunidades indígenas desde sus rituales y cosmovisiones exotizadas, mientras que aquí todo se resuelve en espacios exteriores, como si los personajes se afirmaran como sujetos sociales desde este aspecto político, quizás para mostrar esta ligazón también de rito y polítca. De todas formas, Nuhu Yãg Mu Yõg Hãm: This Land Is Our Land! es un film que cumple con su potente propósito: la denuncia y la visibilización de una comunidad que no quiere más ser confundida con indios estadounidenses (como indica un habitante ante un aviso municipal turístico que los relaciona con Sioux) o que no quiere más seguir siendo víctima en un país de exclusiones, genocidios y depredación.

Competencia internacional
Nuhu Yãg Mu Yõg Hãm: This Land Is Our Land!
Director: Carolina Canguçu, Isael Maxakali, Sueli Maxakali, Roberto Romero
Guion: Sueli Maxakali
Brasil, 2020, 72 min