Por Pablo Gamba
Aunque ha pasado año y medio de los hechos a los que hace referencia, Swing and Sway es otra de las pocas películas sobre la pandemia del COVID-19 que trascienden esa coyuntura. De hecho, sería más interesante considerarla un documental sobre cómo la crisis que causó en la vida privada de casi todo el mundo la enfermedad, el confinamiento y sus consecuencias socioeconómicas en 2020 tuvo respuestas como las que llevaron a la derrota electoral de Donald Trump, en los Estados Unidos, a las protestas contra Jair Bolsonaro, en Brasil, y a volver a la historia del cine a buscar alternativas para ese presente y el futuro, en el caso de las correalizadoras.
El largometraje de Adriana “Chica” Barbosa y Fernanda Pessoa, cuyo título original en portugués es Vai e vem, se estrenó Olhar de Cinema, en Curitiba, Brasil, antes de que llegara a Sheffield Doc, y tiene como antecedente el cortometraje de ambas Same/Different/Both/Neiter (2020), seleccionado para el IDFA. Los aspectos formales por los que se destaca son que recurre a las videocartas para conjugar lo personal y lo político, y la apropiación de la tradición del cine experimental.
Una decisión clave de las correalizadoras fue establecer, como regla, que cada videocarta estuviera inspirada, formal o temáticamente, en la obra de una cineasta experimental. La lista de referencias que incluyen al comienzo reúne nombres ampliamente conocidos. Son figuras “clásicas” de esta cinematografía, aunque quizás pocos las conozcan más allá de un círculo estrecho de cinéfilos y cinéfilas. Pero no se trata de una obra de difícil comprensión para espectadores que no están familiarizados con ese cine. Hay que recordar que la videocarta, como toda correspondencia abierta, establece una doble comunicación. Por una parte, se dirige al destinatario explícito, con un lenguaje y registro que ambos corresponsales dominan; por otra, al público general. En cuanto a lo segundo, se trata de lograr el mayor alcance posible cuando se tocan temas políticos, como ocurre en este caso. Eso exige que la forma de expresarse sea accesible, sin que por eso no haya otros espectadores que se sientan cómplices de los interlocutores porque reconocen las referencias eruditas o son impulsados a investigarlas a partir de la lista de la película.
El feminismo presente entre las cineastas experimentales citadas también es clave para entender la combinación de lo personal, lo político y la experimentación. Pero Swing and Sway llama a recordar, por la misma razón, lo que escribió Bill Nichols sobre el origen del documental. Las películas de vanguardia de las décadas de los años veinte y treinta fueron claves para que surgiera este cine, según Nichols, puesto que apropiarse de sus recursos fue una manera de hacer arte y no solo propaganda del Estado al que servían los cineastas. Esta propaganda, sin embargo, fue también la base para darle al documental un lugar en el cine como las películas en las que puede plantearse un debate cívico sobre los problemas de una sociedad democrática.
La relevancia de la cuestión cívica se evidencia en las diferencias que hay en los aportes de cada cineasta y su acceso desigual a los derechos de ciudadanía. En Brasil, Pessoa se hace parte de una campaña electoral, la de tres candidatas mujeres de izquierda en las elecciones municipales de 2020. En cambio, Barbosa tiene que desafiar la vigilancia a la que se sabe sometida como extranjera –una debe demostrar todo el tiempo que no es terrorista, dice– y eso se refleja en el seguimiento que puede hacer de las protestas por los crímenes de la policía y la derrota de Donald Trump.
Una cosa linda que tienen las videocartas, sin embargo, es que también son una forma de darse ánimo una a otra de las corresponsales. Por ende, transmiten eso al público destinatario, además. Si bien es Pessoa la que inicia el intercambio, y por ende la que implícitamente busca primero este apoyo en Barbosa, después le da impulso a la película con su sentido del humor. Es una estrategia retórica que también debe ser considerada como expresión de conciencia de la dificultad de comunicarse con el público con discursos de fuerte carga ideológica. Una alternativa a las restricciones que hay para las ideas revolucionarias en el espacio de lo cívico es el humor rebelde. Swing and Sway apunta así hacia el presente de los acontecimientos a los que hace referencia, pero también hacia un glorioso pasado en el que se hicieron hermosas películas filmando las luces de la ciudad, plantas o una mano; se investigó la materia fílmica o electrónica de las imágenes y sonidos; se celebró el cuerpo y la sexualidad de la mujer; se enfrentó el patriarcado y la hegemonía cultural capitalista e imperialista, rescatando lo valioso de la cultura popular, y se reivindicó la capacidad del cine de expandirse y ensanchar la experiencia humana, etcétera. De esta manera, y dándole un giro optimista al bajón de los dos últimos años de crisis, quizás pueda inyectar una dosis de energía para que el documental se recupere de los males de la pospandemia inventándose oportunidades como la que hay en estas videocartas.
Itinerarios
Dirección, fotografía y montaje: Adriana “Chica” Barbosa, Fernanda Pessoa
Producción: Paola Wink, Jessica Luz
Sonido: Tiago Bello, Adriana “Chica” Barbosa, Fernanda Pessoa
Brasil, 2022, 82 min.