UN TRÍPTICO: ABRIR LA IMAGEN, CREAR UN COSMOS Y HACER UNA PELÍCULA PLANETARIA

UN TRÍPTICO: ABRIR LA IMAGEN, CREAR UN COSMOS Y HACER UNA PELÍCULA PLANETARIA

Por valentina giraldo sanchez

La carrera aeroespacial ha configurado, a lo largo de los años, una narrativa dentro de la cual se erigen mecanismos de dominación y guerra. Uniformes, banderas que representan estados-fronteras-límites-leyes, la conquista de eso que suelen llamar espacio exterior y avances de tecnologías con importantes aplicaciones militares, han desplegado una idea de progreso que pareciera reanimar ese siniestro patrón colonial sustentado en la extracción y la muerte. Bienvenidos conquistadores interplanetarios y del espacio sideral estaba escrito en un cartel hecho por niños en el barrio Kennedy, en Bogotá, cuando fueron recibidos en 1966 los astronautas durante una gira por América Latina. Bienvenidos conquistadores interplanetarios y del espacio sideral es, también, un documento que engendra una casi historia de terror, cuestiona el archivero de las ficciones del poder y nos muestra la importancia de perforar, ahuecar y discutir eso que llaman los diccionarios y las películas “los grandes hechos históricos”.

Una película cuando divaga, procesa al pasado. Lo abre, pone sus pies encima, y entonces comienza a caminar. Una película que camina configura modos de errancia y crea constantemente relaciones entre puntos que parecieran poder estar distantes. Una película cuando camina, superpone tiempos y crea cuerpos animales que bien conocen su camino y que cruzan extensas laderas.

Alunizaje
Militarismo
Tecnología

Durante la década de los 60 y antes de ese pequeño paso para el hombre y gran paso para la humanidad, la NASA creó lo que para entonces se llamaría la Tropical Survival School. Una escuela que pretendía enseñar a los astronautas a sobrevivir en la selva, pues, si el plan del alunizaje fracasaba, lo más probable era que el aterrizaje de emergencia se diera sobre alguna zona tropical.

El Darién
un cosmos
de estrellas verdes

Panamá

                   Colombia

Manuel Antonio Zarco fue el indígena Embera que acompañó a los astronautas durante la escuela de supervivencia. Lo primero que les enseñó es que para sobrevivir en la selva hay que aprender a confiar en los demás, sobre todo en los extraños.

“El americano que descubrió a Colón hizo un pésimo descubrimiento”
(aparece como cita en la película).
Un porcentaje de los colombianos son “pura sangre española”, dice una película de propaganda realizada en la década de los 40 por el gobierno estadounidense.

Miro, escucho y pienso, trato de organizar un manojo de palabras que puedan decir lo que acabo de ver. Muchas ideas aparecen: La galaxia heterogénea de la selva, los modos de intercambio marcados por la violencia colonial, ese dolor que puede experimentarse en el encuentro con los trozos de archivo y aquellas cosas que puede ver nacer la dislocación de la historia. Pienso, sobre todo, en los recursos que requiere el querer escaparse del mundo, y vuelvo entonces a la tierra:

Un cohete tiene cobre, acero, oro, tungsteno y platino
es decir, para salir de la tierra
primero hay que excavar muy adentro de ella

De nuevo la tierra se pliega:
“En el departamento de Chocó, Colombia,  está la principal extracción aluvial
de metal del platino en América Latina teniendo al oro como metal asociado”
“Incautan 12 toneladas de tungsteno en Guainía”
Vías de comercio y minería ilegal trafican metales de transición
como hierro, tantalio, titanio, itrio, wolframio y niobio..
y mucho coltan

Y mientras tanto, el blanquito está en la luna[1]

Esta película de Andrés Jurado desentierra para mirar con atención ese sedimento que ha cobijado al hecho histórico del primer alunizaje y la última invasión de la luna. Trato de pensar en ese portal fantasmal que puede significar la imagen en el cine: pienso en una arqueología en espiral. Pasado+presente+futuro -y casi todas ocurriendo al mismo tiempo- me recuerdan que, cuando se trata de rastrear las raíces de una matriz de poder, casi siempre se llega a la tierra.

Casi siempre se llega a la tierra porque
por ejemplo
los estados se disputan sus fronteras
invaden territorios para crear minas
y desaparecen pueblos enteros
lenguas enteras
formas enteras de nombrar al mundo
con dulzura

Una película cuando divaga y se pone a caminar, crea un cosmos en el que interactúan distintos puntos de luz y ejes de sentido. Una película que relaciona es un canasto o es quizá una película planetaria. Pienso: para hablar de una película que desentierra, habrá que desenterrar con las palabras

                                                                                                        aquellas posibles raíces
que configuran
la permanencia de violentos modelos poder

Imagen Luis Carlos Barragán

Bienvenidos conquistadores interplanetarios y del espacio sideral me hace pensar en el cine como una manera de “despejar las cegueras que nos impiden ver las verdaderas enfermedades del mundo”[2]. Y se me ocurren, entonces, tres momentos:

UNO: Ima(r)ginaciones[3] o abrir la imagen

Me inquieta tratar de pensar en una película como un animal que alcanza a imaginar por nosotros cosas que nuestra dualidad-caminante-a-dos-patas no alcanza a soñar. Cuando pienso en la imaginación de la película se me ocurre, que quizá, se trate de una imaginación que camina sobre las esquinas del mundo[4]. Que en vez de pensar en ese terrorífico centro, deambula la multiplicidad de periferias.

¿Y si El Darién, en vez de ser una víctima de
esos-otros-estados-ocupantes
es un agente de su construcción histórica?

Se me ocurre mientras veo al archivo, que la tierra siempre ha sido el sustrato, no solo sobre el cual la historia se ha escrito, sino también la herramienta misma que ha escrito la historia. El colonialismo no es posible sin plantación. Y no son ni los números, ni las palabras, es la tierra. La porosa, la inquietante, la sólida-líquida-seca-a-veces-no-tanto tierra. Se me ocurre mientras veo el archivo, que estoy frente a una película que ima(r)gina. Es decir, que divaga las esquinas invisibles de este ancho mundo ovalado.

¿Cómo ima(r)ginar la historia? o ¿cómo la tierra ima(r)gina historia?                                                                         las películas también son productos de la tierra

Son sustratos que ima(r)ginan

Bienvenidos conquistadores interplanetarios y del espacio sideral, animalizar la ruina que todo fragmento de archivo contiene.

Recuerdo un tipo de tejido wixárika que se llama nierika. Nierika significa “don de ver” y también “estar consciente y vivir”[5]. La mirada entonces se convierte en una forma atenta de estar vivas. La película está consciente, pues esta tiene el don de ver. Vuelvo a las imá(r)genes de Andrés Jurado, la Tropical Survival School, y los discursos de la NASA. Pienso en esas formas laberínticas que ese don de ver de las películas desentrama.

“Estos indios son hombres de guerra y comen carne humana”, escribió Pascual Andagoya sobre esas-las-tierras-que-pisamos y sobre esta-la-gente-que-somos. Aparece también en la película.

De nuevo el mapa hace un pliegue: Andagoya es una ciudad en el Chocó.
Una ciudad donde se reunieron extranjeros
crearon la empresa Chocó Pacífico
y una ciudad cercana y más pequeñita
Cascote
Andagoyita
para los trabajadorxs, ninguno extranjero

Dejos de esclavitud
oro mucho oro
metales brillantes
que protegen los cuerpos
de esos-los-señores-que-van-a-la-luna

    Luz, más luz
 Pascual Andagoya fue el primer colono extranjero del Río San Juan
Andagoya es también el nombre de la principal ciudad minera en la región

Tierra, más tierra

Como una antena, la película recibe diferentes señales que luego amplifica, interviene o anula: canciones, poemas, discursos. Cazar una iguana, caminar en un bosque, tratar de encender el fuego.

La interconexión de estos archivos va develando aquellos estratos históricos del conocimiento que, al ser cuestionados abren posibilidades para la revitalización de esas otras formas de la memoria que son subterráneas. Me pregunto ¿qué sucede si pensamos en la historia más cerca de la tierra y más lejos de la luna? Trato de desenterrar las respuestas en todo lo que veo y lo que me dice Bienvenidos. Aparece la película como una posibilidad biolumínica y biohistórica, como un ente que deshace cabos que parecían bien amarrados y como dispositivo indisciplinador de la rigidez con la que el centro ha pensado al margen.

La llegada del hombre a la luna sucedió paralelamente a la guerra fría, a la persecución de miles de obrerxs y trabajadorxs en el sur, y a lo que paulatinamente fue cohesionando un proyecto global de mercado. Y esa historia se ha seguido autogestando y actualizando, me aterra pensar en que sea ese proyecto de mercado el que alcance a imaginar más rápido que nosotrxs todo lo que pueda estar por venir. Pero entonces recuerdo, que esa imaginación que muy al centro piensa, poco le importan las periferias que crea. Y entonces vuelvo a recordar todo lo que arde en la ima(r)ginación.

Tres palabras en una:
ima(r)(germi)nación
la autopoiesis de las películas
es decir, la capacidad, que como todo ser vivo
esta película tiene para autoproducirse en posibles

Ante el avance veloz de un proyecto industrial en el que la guerra y el mercado se interponen a esas posibles ima(r)ginaciones futuras, aparece una luz que titila. Casi casi me sentía cayendo y de repente, lo que sostuvo la caída fue una película y su geografía: aquellas rasgaduras por cuyos espacios nace la luz, aquella forma de ejercer una territorialidad mediante prácticas vitales.

DOS: Cosmogonías / Cosmo(a)gonías

Las imágenes continúan pasando: extensos ríos, más y más material publicitario de la carrera aeroespacial, una iguana, unos pies. Otra imagen: Los astronautas le dicen a su estancia en la Tropical Survival School “El Chocó Hilton”. Entré a internet a buscar imágenes satelitales de la región: una espesa selva, un montón de ríos.

El Chocó en Colombia es una región que colinda con El Darién y en este territorio la toponimia está casi que dada por los ríos. Es decir, la manera en la que la-tierra-ha-sido-nombrada tiene mucho que ver con los ríos que la atraviesan y la vida ribereña que en sus entornos se desarrolla. Pienso en los ríos de la película: Atrato, San Juan. Chalupas. Grandes puertos.

Se me ocurren varias cosas
cuando de ríos se trata
como por ejemplo
ocurre que
el control de los ríos es el control de un territorio
las desembocaduras al mar representan lugares estratégicos para el comercio
y para el tráfico
el mar es el lugar del libre mercado
y este pareciera no tener fronteras

                                                          se me ocurren otras cosas

por ejemplo
cuando de ríos se trata
no puedo evitar pensar que todas las palabras que nacen cerca del agua
son hermosas
litoral
ribera
anfibio

En Bienvenidos, el río como caudal del lenguaje, conjura cantos. Casi que todo el montaje, en conjunto, discurre. Pienso en las imágenes que nacen cerca del agua. Pienso en la luna, que controla las mareas del mar. Recuerdo a Fernando Birri en su manifiesto sobre los cosmo-comunistas decir que “no habrá revolución duradera sin revolución del lenguaje”[6], y entonces vuelvo a esta película tan cercana a las formas del agua y trato de indagar qué tipo de lengua mojada es la que nos está hablando.

Un lenguaje audiovisual que comprende la tierra de la que es parte gesta una película en cuyas lenguas subyace una ética terrígena. Es decir, los pilares que sostienen las formas del habla en la película, nacen muy dentro de la tierra. Y murmuran terremotos que prometen hacer temblar esas robustas maquinarias de los grandes relatos. Bienvenidos es una película sobre el espacio, el de arriba y el de abajo, y no puedo evitar pensar en lo que puede llegar a significar el rastrear las tramas de la historia para subvertirla.

¿Ese gran relato del pasado nunca ha dejado de suceder?
Carabelas como La Niña, La Pinta y La Santa María
fueron parte de la publicidad de la carrera aeroespacial

Casi como un túnel para viajar en el tiempo: el colonialismo no ha dejado de pasar. Y quizá para desenredar sus complejos mecanismos de violencia pueda ser interesante navegar aquellos pasados que no-han-dejado-de-ser-aquí.

¿Qué sucedería si pensamos al cine como una cosmogonía que puede hablarnos de otras posibles formas del origen?

Quizá todo esto se trate de una mito-dología de la imagen
En medio de un presente cosmo-agónico
en el que la ultraderecha utiliza
cada herramienta posible del sistema democrático
para perpetuar una política de muerte

Quizá frente a la cosmo-agonía
haya que inventar ficciones
películas planetarias
imágenes cosmo-comunes
Pues como dice Birri, para que sea duradera la revolución hay que cuidarla con un nuevo lenguaje, pues la lengua también es una de las maneras con las que nos reunimos a tocar la vida.

Bienvenidos se nombra con la lengua cerca de la luz.

TRES: Las estrellas que nos miran desde el sur o hacer una película planetaria

El cerro de Potosí, en Bolivia, fue uno de los principales centros de explotación minera durante la época colonial. La explotación de la plata generó muchísima riqueza al imperio Español y, una de las primeras imágenes en ser atravesada por el catolicismo fue este espacio: las pinturas de la época dibujaban a la montaña como una gran virgen maria. Y así, por lo sagrado y lo místico, poco a poco la imagen de la extracción fue tomando forma. Potosí no ha dejado de suceder. Y con el tiempo se ha consolidado como una gran mina. Silvia Rivera Cusicanqui habla de un principio de Potosí al reverso, es decir, de voltear el paradigma que ha atravesado a esta montaña: si de repente le damos la vuelta a la tierra, desde los sures son otras las ideas y las imágenes que pueden llegar a nacer.

“El sur es un lugar donde otras estrellas nos miran (…)
donde el agua circula de otra manera y donde hay un
magnetismo diferente de la tierra”
Dice Silvia y con sus manos dibuja remolinos[7].

Quiero volver a Bienvenidos con otras de las palabras de Silvia: “hacer inteligibles mundos que normalmente son antagónicos”. La lengua acuática de esta película nombra otros territorios y establece otros puntos cardinales. Pues en el sur son otras las estrellas que nos miran y es otra la polaridad que nos reúne.

Pienso en esas-las-aquellas-estrellas que miramos desde el sur y pienso en Gayatri Spivak cuando habla de la “planetariedad”[8] como una manera de entender aquellas conexiones entre diferentes territorios y contextos. La tierra es un bioma, un mecanismo complejo e interconectado. En contextos de redes inalámbricas, infinitos cableados subterráneos, internet y crisis medioambiental, el espacio y el tiempo no responden de maneras lineales ni son esquemas continuos. Todo se mueve. Se mueve mucho. ¿Cómo entendernos en un planeta así?

Dicen globalización
como proyecto
de mercado

Y esta misma promueve asimetrías gigantes

y cimenta desigualdades con brechas grandototas

Spivak nos habla de una planetariedad interdependiente. Ella se apoya en la imagen del migrante en Europa: poder entender, en otras-tierras-que-dicen-ser-ajenas una experiencia que-propia-muy-cercana-nace. La planetariedad nos habla del planeta como un espacio compartido, interconectado e interdependiente.

El potencial genocida que tiene el poder colonial
entiende muy bien esto de “lo planetario”
pues a la tierra la divide en compartimentos
y siempre trata de convertirla en una gran plantación
privatizar-exterminar-reubicar

Y como el colonialismo entiende de planetariedad
mucho tiene que ver el tungsteno en el Guainía
y el oro en el Chocó
con cohetes yendo a la luna

Ante la guerra como un proyecto global
hay que sentarnos a pensar planetariamente
a encontrar imperativos para reimaginar el planeta
planeta-escribiéndose-sobre-el-globo

pienso en la posibilidad de una película planetaria

Las películas viajan, van a festivales, titilan. Son de unas tierras y se mueven a otras. Bienvenidos, además, pliega los mapas para crear túneles de acceso que conectan a la selva del Darién con la carrera aeroespacial. Y yo pienso: esta película es una película planetaria porque entiende que lo que sucede en una selva repercute en un cohete, se relaciona con las guerras, las minas, y una vez más, todo vuelve siempre a la tierra. Imagino entonces los movimientos de una película planetaria que es planetaria, además, porque conecta nodos y constela.

Que si hay películas planetarias
congregando cuerpos en
esa-pequeña-nave
que es toda sala de cine
sea para ser maduraderos
de ese internacionalismo proletario
de ese proletariado de la luz

Hay películas donde algo vive, vive por ejemplo un planeta interconectado. Hay películas con memoria geológica y memoria estelar, películas con animales que nos hablan al oído. Bienvenidos continua y casi llegando al final aparece esa imagen que lleva siendo durante décadas el escenario de conquista de la imaginación: un guión audiovisual.  Esta vez se trata de una lista de escenas en 16 mm, usada por el editor para describir las imágenes que posteriormente se iban a ensamblar. Las describe. La imagen, que es luz capturada, se vuelve un dato. La luz se administra, se conjuga con las palabras y entonces se vuelve discurso: se trata de la película que promocionó a la Tropical Survival School.

Pienso de nuevo en la planetariedad y en su lenguaje: imagino una comunidad-pueblo-futuro que pueda decir la aquella lengua de la luz, la aquella lengua de la luna.

imagino a la película señalando a la vida
como una posibilidad

 

Bienvenidos conquistadores interplanetarios y del espacio sideral
Dirección, guion y fotografía: Andrés Jurado
Edición: Andrés Jurado, Maria Rojas
Música: Jacqueline Nova, Ana Maria Romano G., Boris Martins, Maria Guazarupa, Lumberto Domicó, Antonio Chamarra
Sonido: Andrés Silva, Andrés Jurado, Maria Rojas
Reparto: Antonio Zarco, Manuel Mendoza
Producción: María Alejandra Rojas Arias (La Vulcanizadora)
Colombia, Portugal, 2024, 95 min

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Notas

[1] Este fragmento es del poema “Withey to the moon” de Gill-Scott Heron, que también aparece en Bienvenidos. El poema esta disponible en: https://aadl.org/node/246420
[2] Esta frase es de Nèstor Ganduglia en su artículo “El conocimiento mestizo”.
[3] Esta palabra, que es la imaginación del margen, me la enseñó Laura Davila.
[4] “A veces es importante caminar las esquinas del mundo” fue algo que me dijo Gabriela Ponce.
[5] Esta explicación es de Josè Iturrioz en su artículo “Simbolismo wixàrika: arte,escritura e identidad”.
[6] Esta frase hace parte del manifiesto  de ORG: https://www.elumiere.net/exclusivo_web/xcentric_23/manifiestoorg.php
[7] https://www.youtube.com/watch?v=ncD7TWLaI5M&t=28s
[8] Gayatri Spivak introduce la “planetariedad” en una conferencia de 1997 titulada “Imperativos para reimaginar el planeta”.