Por Aldo Padilla
La historia de la extinta isla de Ada Kaleh trae reminiscencias al trasfondo de Still life de Jia Zhang-Ke, una hidroeléctrica que durante su construcción engulle a un pueblo frente a la ilimitada necesidad de energía, el caso de la isla turca tuvo un destino similar con su desaparición durante los años 70. La idea de una isla fantasma o sumergida está representada por Wittman en los primeros planos de su cortometraje, una pared donde la humedad ha dejado como huellas una especie de mapa con los restos de pintura que se aferran a la superficie, mientras una voz en mandarín se pregunta en un poema sobre personas en busca de territorio. El mapa inventado de una isla imaginaria, el mapa oculto de una isla sumergida, con gente flotando en su no existencia, el mapa que parece mostrar países que no reciben a los fantasmas ambulantes, porque no pueden ser determinados.
La contemplación de la poesía de lo inexistente se traslada a una casa, donde la cámara va girando lentamente, recorriendo el espacio de forma circular mientras personas cuyas palabras no se alcanzan a determinar son parte del mobiliario. En este punto, Ada Kaleh recupera las señas de identidad de Wittman, el espacio cerrado y las ventanas que recuerdan a 21,3°C y el movimiento circular claustrofóbico de The wild. El único contacto con el exterior de esa casa de verano es el sonido que ingresa a raudales, mientras a través de las ventanas apenas se puede reconocer lo que se encuentra afuera. Este encierro se puede conectar con la pared humedecida del plano inicial, a partir de lo poco que se puede distinguir de lo que ocurre fuera desde el espacio limitado de la casa filmada, mientras en la realidad externa se puede encontrar a aquella gente que vaga en medio de un mapa que va cayéndose a pedazos, la luz entra silenciosa, mientras el primer plano de muchas plantas dan la sensación de vivir en una naturaleza artificial, transformándose en una forma de entender que lo que se tiene en esa aislada casa es lo único que se necesita para seguir adelante.
La reconstrucción de los recuerdos de niñez puede realizarse de manera artificial, las imágenes ajenas y el montaje intimo puede transformarse en una bitácora personal, la kuwaití Rolla Tahir aprovecha esta premisa para reconstruir su larga odisea en Sira, en la cual se relata su escape de la guerra de Kuwait con destino a Sudán, tierra de sus antepasados, pero que se transforma ajena a la hora de enfrentarse a ella.
La poca claridad de los recuerdos se va acentuando con la distorsión de las imágenes que presenta, fondos verdes que parecen sacados de una antigua transmisión televisiva y archivos de los documentales de Jacques Madvo. La apropiación de los recuerdos de un país castigado por sus vecinos se contrastan con las imágenes cotidianas y casi festivas del país petrolero. El recorrido que divide las distintas partes del cortometraje van desde la esperanza de escape en los campos de refugiados de Jordania, aunque con un complejo paso por Irak y la difícil elección entre Egipto y Sudán. El montaje frenético se interrumpe al llegar a la meta definitiva que es Canadá, en el cual el film se van diluyendo entre imágenes corroídas, al igual que los mapas de Wittman, la vuelta continua a un Kuwait destruido por las bombas y reconstruido por los fotogramas y por el tiempo.
WAVELENGHTS 2: Another Brick In The Wall
Ada Kaleh
Director: Helena Wittmann
Alemania
2018
14 min
WAVELENGHTS 3: Centerfold
Sira
Director: Rolla Tahir
Canada
2018
6 min