Por Mónica Delgado

Presentada dentro del programa (Un)domesticated, de la sección Short & Mid-lenght de la reciente edición del Festival de Rotterdam, La nostra habitació es un logrado film que postula una fe en la conexión sonora. Como en The dreamed ones (2016) de Ruth Beckermann, la sonoridad de las voces, la proximidad ante la nueva subjetividad de una escucha atenta y la posibilidad de la empatía desde esta sensibilidad es que el cineasta español Jaume Claret Muxart propone una fábula sobre el nacimiento de una nueva familia.

El cortometraje de un poco menos de media hora describe la indiferencia y desidia con la que una locutora de una radio (Carla Linares), en un espacio musical, realiza su trabajo. No está sola en la cabina: la acompaña un niño vestido con ropa de karate y también la productora, quien va advirtiendo sobre demoras en el desarrollo del programa. Por ello, sabemos que es una madre solitaria y agobiada que debe extender algunas actividades del hogar en el trabajo. A veces se queda dormida, como un modo de asentir un tipo de alienación. De pronto, aparece un joven que parece comprender la misma sensación de hartazgo y ambos logran, junto con el pequeño, configurar un nuevo entorno, ya familiar, donde el sonido, la música y las voces tengan una razón de ser comprometida con sus propios intereses.

Para Jaume Claret Muxart (1998), egresado de la escuela de cine Elías Querejeta, proponer una historia con escasos diálogos y basada en la atención sonora en un reto que resuelve con algunas elipsis y con la química de los protagonistas, quienes desde el catalán y el francés producen un sentido de comunidad y de rescate de un tipo de oralidad. Más allá de la construcción de los vínculos afectivos que construyen dos personajes hasta cierto punto desconocidos, -y que Claret Muxart sostiene con mínimos recursos y desde el cuidado trabajo fotográfico en 16mm de Pablo Paloma-, también el film elabora una representación cálida, de la transmisión de conocimiento a través del sonido, que permite captar detalles como la entonación, el ritmo, y la cadencia del discurso. Así que La nostra habitació es una obra que convierte a la escucha activa en una herramienta poderosa para el entendimiento y para la intensificación de los vínculos maternos o filiales, y a su vez en una posibilidad para escapar del agobio, buscando otras formas de experimentación de la misma convivencia, donde el hogar se vuelve un refugio y metáfora de libertad.