Por Aldo Padilla
El norte chileno tiene muchas características fantasmales: la inmensidad de su territorio, su baja densidad poblacional, sus pueblos abandonados y el hecho mismo de ser uno de los desiertos más áridos del mundo, todo ello contribuye a esa esencia. Pareciera ser el resultado de la eterna lucha entre la propagación de la vida y la pasividad que quiere mantener el desierto. Y también su población flotante no contribuye mucho a cambiar esta idea. Dada su naturaleza minera, buena parte de los ciudadanos de estas ciudades son migrantes, tanto internos como externos, lo que conlleva a dar la sensación que en una posible crisis futura, puede quedar deshabitada esta zona. Incluso, este hecho ya ocurrió en algún momento, cuando debido a la muerte de la industria del caliche, muchos pueblos quedaron deshabitados, y el norte tuvo que buscar un nuevo rumbo, en este caso, en la industria del cobre.
En estos sitios espectrales y alejados donde los milagros parecen tener más sentido, su gente necesita encontrar esperanza instantánea, sabiendo que todo lo que rodea es la nada misma, y que el siguiente «algo» puede estar a varios kilómetros de distancia. Ya lo captó de manera perfecta el escritor nortino Hernán Rivera Letelier en su libro El arte de la resurrección, donde el concepto de Jesús parece estar hecho para el desierto, no solo para sus largas caminatas descalzadas, sino para que su palabra se expanda más fácilmente sin que haya obstáculos en el camino.
El Cristo Ciego recurre al mesianismo en una tierra con fuertes influencias andinas, donde la fiesta patronal suele ser el día más importante del año en cada pueblo y la cultura pagana pre colonial, busca mantenerse a pesar del rígido catolicismo. Precisamente el protagonista de la película se enerva al constatar esta situación, al encontrar a la gente adorando al santo del lugar, sin darse cuenta que él mismo busca transformarse en un nuevo objeto de adoración e ir incluso más allá, ya que no solo será un ídolo de yeso, sino será un ídolo de carne y hueso. Aunque es difícil entender la motivación del protagonista para tratar de convertirse en un Jesús andino, más allá de una experiencia celestial durante su niñez, se percibe que trata de usar los mismos recursos que él personaje histórico para lograr la difusión de su palabra, parábolas que a medida que van avanzando pueden darse a entender como vivencias personales y así moverse entre un terreno en el cual se desconoce que es mito y que es realidad.
El escape de la realidad parece ser otro de los motores de la historia, el encontrar la voz de Dios ya sea en el interior o transmitida mediante un milagro. Y precisamente una de las ideas que más se repite en la película es «Dios está en nosotros». La película transmite que el Cristo ciego somos todos aquellos que no queremos ver a nuestro Dios interior, que tiene la capacidad de hacer milagros y de hacer de nuestras vidas una parábola.
Uno de los fotogramas más bellos de la película recuerda al cuadro Lamentación de Cristo muerto de Andrea Mantegna, aunque en este caso uno de los enfermos que busca ser sanado por el protagonista es quien toma el rol del hijo de Dios, lo que refuerza la idea que Cristo desconoce su identidad, por no poderse ver interiormente. A la vez, recuerda a una alusión similar que hacía Andrei Zvyagintsev en su película El regreso, puesto que las artes dialogan entre sí, y a pesar que la ceguera es el punto centrañ de este texto sobre la película, no olvidemos luchar también contra la sordera y dejemos que entren las palabras de otras disciplinas y así enriquecer la experiencia.
El director Cristopher Murray indaga en aquello que define al norte de Chile, el desarraigo de una zona respecto a un país con el cual dialoga muy poco, un país que busca la modernidad a toda costa, mientras la zona norte rural se mueve en el terreno definido por una cosmovisión andina debido a su pasado boliviano peruano, una zona incomunicada debido a su lejanía y castigado por el sol del desierto o por el frío de la cordillera. Es posible que solo los dioses interiores y milagros que son solo coincidencias, puedan salvar a toda esa gente que espera a que un mesías llegue y cambie todo y que les ayude a ver menos claro, ya que la luz del desierto y su infinitud también ciegan, una ceguera blanca como la que mencionaba Saramago.
Director: Christopher Murray
Guión: Christopher Murray
Música: Alexander Zekke
Fotografía: Inti Briones
Reparto: Michael Silva
Productora: Ciné-Sud Promotion
Chile, 2016, 85 min