Por Mónica Delgado
Este año la sección Forum de la 73° Berlinale transitó entre 21 obras, algunos trabajos debut y otro de renombrados realizadores como James Benning, Luke Fowler, Claire Simon o Vincent Dieutre. En esta selección se mostró un equilibro entre obras marcadas de documental y ficción, y se dio espacio para obras más intimistas o experimentales de diversas partes del mundo. Entre las obras de ficción se incluyó a Mammalia, del joven cineasta rumano Sebastian Mihailescu. Me acerqué a este film motivada por la buena racha de películas rumanas que hemos podido en los últimos años, sin embargo, esta propuesta se aleja de cualquier realismo social o referencia creativa a un estado de la cuestión histórica, como suele pasar con el cine de Radu Jude, Cristi Puiu, Radu Muntean o Corneliu Porumboiu, para mencionar solo a algunos. El ámbito que le interesa a Mihailescu es el de la ficción fantástica, en torno a un juego que pone en debate los roles de género en general.
No se puede negar que el inicio de Mammalia es prometedor. Imágenes filmadas en un estupendo 16mm (a cargo de Barbu Balasoiu, en una faceta profesional distinta a la que realizó para Sierranevada), donde vemos a mujeres cantando y vestidas con túnicas blancas en medio de un bosque con piscina, en un ritual ancestral que revela prácticas comunitarias, y que el cineasta filma como si se tratara de una reminiscencia a determinado folk horror setentero o a algún film de sectas ‘hipster’. Este inicio, que funciona como metáfora de lo que vemos a lo largo del film (y cuyo screenshot grafica esta nota), muestra que este mundo de mujeres, cerrado para el culto, puede verse afectado o intervenido fácilmente por el simulacro, por la farsa, donde los hombres que imitan esa identidad pueden acceder al círculo sin problemas, pero no salir ilesos.
El film está marcado por un ordenamiento propio del cine fantástico, donde no hay reglas racionales y todo se moviliza según la ocurrencia del absurdo. Los primeros minutos del film nos presenta a un hombre joven, Camil (interpretado por István Téglás), quien espera la llegada de su pareja al apartamento donde viven. Esta espera transmite celos, impaciencia, incomodidad, y este estado es lo que primara a lo largo del film, ya que Mammalia es una obra sobre el pesar masculino ante el empoderamiento femenino. Hay algo que se altera cuando las mujeres se juntan y ejercen su libertad, en sus pequeñas formas de matriarcado y en rituales de fertilidad. Y la mirada masculina ante estos actos de independencia es lo que gobierna todo el punto de vista del film. Camil seguirá a su pareja por diversos espacios (incluso el mismo acto de dormir le parece sospechoso en la chica), hasta que la mímesis será una salida a sus dudas.
El personaje de Camil hará lo posible por ser parte de este gueto de mujeres, y para ello no durará en usar una peluca y un vestido para la ocasión. Entrar al círculo no parece difícil, sin embargo, para el cineasta Mihailescu, la problemática del film no es identitaria, sino que alude a una suerte de moraleja, donde si los hombres acceden a los secretos de los cultos femeninos, pues podrían salir perdiendo. Quizás el tratamiento (muy al estilo de un Lanthimos, por ejemplo, de planos amplios y situaciones absurdas que se componen en montajes internos), como mencioné líneas arriba, elige una forma expresiva auspiciosa, basada en algunos detalles en torno al deseo sexual, la represión y la posesión, sin embargo, el film poco a poco se va viendo atraído por un desenlace demasiado chirriante, subrayado, que quizás hace demasiado explícito esta tensión entre mundos masculinos y femeninos en una división sexual esquematizada. Podría comprenderse como una salida crítica, sin embargo, el mundo de Mammalia, que se construyó desde detalles del suspenso, el nonsense y la comedia absurda, queda convertido en un fábula para el aprendizaje masculino, ya como advertencia o cuento de terror.
Forum
Director: Sebastian Mihailescu
Guion: Andrei Epure, Sebastian Mihailescu
Fotografía:Barbu Balasoiu
Edición: Catalin Cristutiu
Música: Piotr Kurek
Diseño sonoro: Alin Zabrauteanu, Drago? Catarau
Sonido: Krzysztof Stasiak
Reparto: István Téglás, Malina Manovici, Denisa Nicolae, Steliana Balacianu, Rolando Matsangos
Rumania, Polonia, Alemania, 2023, 88 min